En el libro Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial del Profesor Jesús Huerta de Soto,[i] podemos ver una defensa de la imposibilidad lógica del socialismo basándonos en que la propia naturaleza de la información empleada por los agentes día a día en el mercado con el fin de satisfacer el mayor número de necesidades de la mejor forma posible, hace de esta información un objeto imposible de transmitir al órgano coordinador central.

  La información que manejan los actores en el mercado es una información puramente subjetiva, en la mayor parte de ocasiones práctica, no articulable y dispersa en millones de mentes. Estas características, propias de la información con la que los actores estructuran sus planes de acción en el mundo, hacen que esta información no pueda ser recogida por un órgano coordinador, ya que no es una compilación de datos objetivos e inmóviles como el que podríamos encontrar en las ciencias naturales.

  Cabe señalar, además, que, incluso aunque estos datos pudieran ser recogidos, no valdrían para nada por dos motivos: el primero de ellos es que, para cuando los datos recogidos pudieran ser procesados, ya habrían cambiado, dada la constante variabilidad de valoraciones y de elección de fines y medios que hay en el mercado real, haciendo de los datos recogidos únicamente un registro histórico sin valor útil alguno para el órgano central. En segundo lugar, la propia existencia de un órgano coactivo que se encuentre regulando la economía originará numerosas alteraciones en la cantidad y percepción de oportunidades disponibles, llevando a que se produzcan verdaderos “fallos de mercado”. El resultado será que los datos finalmente recogidos no tendrán valor alguno si lo que se persigue es verdaderamente satisfacer el mayor número de fines de la mejor forma posible.

  Sin embargo, muchos han sido aquellos que se han aventurado a desarrollar métodos que pudieran conseguir una forma de coordinar la economía bajo un yugo socialista.

  Un intento de defensa de un método que permitiera realizar la coordinación en un sistema socialista fue el método de prueba y error propuesto por Dickinson y Taylor, el cual se presenta como una alternativa algo más simple al modelo de coordinación basado en la resolución práctica de ecuaciones.

  Este modelo se basa en heredar las soluciones de equilibrio del capitalismo y partiendo desde ahí ir efectuando los cambios necesarios para llevar el sistema al equilibrio siempre que se produjeran cambios.

  En términos prácticos este sistema consiste en que todos los gerentes y responsables de los sistemas productivos pase información constantemente al órgano de gobierno para que, así, éste pueda fijar una serie de precios. Basándose en estos precios los gerentes ajustarían los factores productivos para llegar a unas nuevas cantidades que producir. La actividad de estos gerentes pondría de manifiesto los errores en el sistema en forma de escasez o exceso de bienes finales. De esta forma, el órgano de gobierno podría de nuevo modificar los precios hasta llegar al momento en que los precios y los bienes hayan sido ajustados llegando al nuevo sistema de equilibrio.

  La defensa de este sistema tiene como punto de partida la falsa creencia en que el modelo de equilibrio puede ser en algún momento real y que puede ser alcanzado por el sistema capitalista.

  En un sistema capitalista tal estado de equilibrio es inexistente, dado que las valoraciones sobre fines y medios van cambiando constantemente. Los precios y el interés varían de forma constante, siendo un sistema marcado no por un equilibrio estático sino por una eficiencia dinámica. Es, además, especialmente triste por parte de los socialistas idear un sistema que deba nutrirse del sistema capitalista en inicio para posteriormente, en su propio sistema, activamente modificarlo para alejarlo de tal estado para, posteriormente, intentar devolverlo al equilibrio.

  Por otra parte, el paso de un sistema capitalista a un sistema socialista implicaría tal cantidad de cambios que se produciría una completa tergiversación de los precios de mercado, siendo ésta de tal magnitud que pensar que se podrían heredar esos precios sin que apareciese cualquier otra modificación de interés es ingenuo.

  Por otra parte, la escasez o exceso de un bien no tiene una contrapartida en el precio de forma mecánica, dado que pueden hallarse bienes que puedan usarse como complementarios o sustitutivos, o simplemente cambiar la valoración sobre los mismos bienes empleados.

  Es necesario, también, resaltar que una modificación de los precios solo sería relevante si no hubiera un aumento en la emisión de “dinero” (permisos o certificados de compra), ya que un aumento de la emisión de unidades monetarias llevaría a una escasez en la mayor parte de los bienes.

  Se producirán también dos fenómenos connaturales a los sistemas socialistas. Por un lado, la huida de la población hacia la compra de valores reales, esto es, bienes que se prevén altamente demandados y cuya escasez próxima es evidente, ante lo cual se apresurarán a comprar para poder proveerse en el futuro, o intercambiarlo en el mercado negro. Y, por otra parte, un curioso fenómeno de acumulación de stock industrial. Es decir, de escasez en algunos bienes con un exceso exagerado en otros.

  Los gerentes pronto empezarán a ver cómo la escasez de inputs es la tónica general de las industrias socialistas. Sin embargo, el mandato de mantener una determinada producción es coactivo, el riesgo de ser castigado por no cumplir con las órdenes de continuar con el nivel productivo es grave y real. Por otra parte, el coste de acumulación de inventario es nulo para el gerente, el cual puede hacer uso debido a que no existe una presupuestación rigurosa. El resultado, lógicamente, será una acumulación de inventario en algunos sectores mientras que en otros habrá una escasez generalizada.

  Existe otro punto en contra del método de prueba y error. Para que el método de prueba y error pueda llevarse a cabo debe existir un patrón de referencia con respecto al cual yo pueda ir ajustando mis medidas, a fin de que se acerquen paulatinamente a esa referencia. Si esa referencia es eliminada, como ocurre en el sistema socialista, el organismo de control se quedará sin saber qué medidas tomar en cada momento, al no haber un modelo con el que comparar las medidas.

  Cabe destacar otro punto negativo del método de prueba y error, y es que supone una estática mientras se realiza la prueba y se corrige el error. Sin embargo, mientras los dirigentes emplean tiempo para llegar a la corrección del error de forma teórica, los ciudadanos seguirán operando durante ese mismo tiempo, proponiendo un nuevo esquema que también presentará nuevos desajustes, siendo por tanto los resultados del análisis de los errores primeros inútiles para hallar coordinación alguna dado el nuevo panorama del “mercado”.

  Por último, el mayor problema planteado por el método de prueba y error es quién llevará a cabo ese método. En un sistema de mercado real, dinámico, el método se lleva a cabo por los agentes que, diariamente, actúan basándose en la información subjetiva que perciben y emplean para llegar a sus fines. Usando los precios como fuente de información sobre valoraciones, emprenden cursos de acción que pueden o no ser corregidos de forma constante. En este caso, los agentes individuales están llevando a cabo el sistema de prueba y error, que no es más que emplear la innata capacidad empresarial de cada actor. Sin embargo, el sistema de prueba y error planteado desde la perspectiva socialista conlleva la idea de que son los propios dirigentes los que llevan a cabo este método, pero, ¿cómo van a efectuarlo si aún no son capaces de hacerse con la información necesaria para realizar los ajustes precisos? Y no por una incapacidad práctica sino por la propia naturaleza de la información a conocer, la cual al ser subjetiva, práctica, no articulable y estar dispersa en millones de mentes no puede de ninguna forma llegar a ser conocida por nadie, excepto por Dios.

  Únicamente en un sistema de mercado puede tener sentido usar el método de prueba y error. Donde, además, serán necesarios los precios con el fin de poder realizar el necesario cálculo de costes y beneficios con los que ir conociendo los resultados de las acciones empresariales.

  Como conclusión podemos decir que todos los intentos de llevar a cabo un método que permita instaurar un sistema socialista intentando salvar el problema de la información ha caído siempre en el mismo problema de orientarse hacia la vertiente más computacional y refiriéndose tan solo al problema original de forma tangencial o parcial. El núcleo del problema, a saber, que es imposible que el órgano de gobierno se haga con la información necesaria para coordinar el mercado debido a la naturaleza misma de la información con la que se lleva a cabo el desarrollo del mismo, sigue sin solventarse, y es más, no se solventará jamás. La única manera de poder coordinar a los agentes económicos con el fin de satisfacer el mayor número de necesidades de la mejor manera posible es dejando plena libertad a los actores económicos, sin que haya el menor atisbo de intervención por parte de los gobernantes.

Bibliografía

 

Huerta de Soto, J., Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial, Unión Editorial, Madrid, 2010.

Von Mises, L., La Acción Humana, Unión Editorial, Madrid, 2011.

[i] Este artículo es un resumen del apartado del método de prueba y error recogido en el capítulo V de la citada obra del autor con algunas consideraciones adicionales sobre cómo la única forma de llevar a cabo un método de prueba y error realmente eficiente en términos económicos es a través del cálculo económico, siendo este el que usan los actores día a día en la economía real.