FORD Y NETFLIX: DOS EJEMPLOS EMPRESARIALES PARA LOS SERVICIOS MÉDICOS
– Ignacio Almará –
Ford Motor Company.
A principios del siglo XX los coches eran un bien de lujo solo asequible para aquellos que habían amasado grandes fortunas. La producción de un único automóvil no solo requería una gran cantidad de materiales y de tiempo, sino que además su elaboración artesanal exigía un alto nivel de conocimiento sobre mecánica que pocos operarios podían tener.
Sin embargo, en esas fechas, un grupo de hombres liderado por Henry Ford se preguntó: ¿Cómo podríamos hacer del coche un bien al que pueda acceder todo el mundo? Lo que se les ocurrió fue una forma de suministrar un número elevadísimo de automóviles a un precio bajo. Pudieron hacerlo gracias a la innovación en técnicas industriales y reduciendo al mínimo posible los costes de producción.
En lugar de hacer un coche de cada vez, al cual asistían los diversos equipos mecánicos, se les ocurrió copiar las cadenas de montaje ya existentes en otras industrias y hacerlas a gran escala. El modelo de Ford se basaba en que el coche iba pasando por distintas estaciones fijas, donde se le ponían las piezas y modificaciones pertinentes. Esto permitía la estandarización de las piezas y posibilitaba que los operarios realizaran un mismo trabajo manejando siempre las mismas piezas. Gracias a este sistema, los tiempos de producción se acortaron. Cuando antes se tardaban 12 horas en montar un chasis, ahora solo se requerían 100 minutos, ya que no había que ir haciendo un trabajo completo y diverso. Además, a largo plazo se producía un aumento de la productividad, ya que la realización de la misma tarea y con las mismas piezas hacía que cada uno de los operarios se convirtiera en un experto en la realización de ese trabajo determinado, llevándolo a cabo con rapidez y precisión. Cabe añadir que no hacían falta equipos de mecánicos expertos en automóviles, ya que cada tarea, al estar simplificada y ser repetitiva, podía ser desempeñada por cualquiera.
La clave para reducir los precios fue una combinación de estrategia industrial basada en la producción en línea y la reducción de costes de producción, como en el caso de la madera con que se empaquetaban los motores, que era reutilizada para producir el fondo del coche. Esto hizo que se incrementase la cantidad de output por minuto y que se redujeran los costes unitarios, pudiendo así ofrecer el bien a un precio muy bajo.
El Ford T fue el primer coche producido de esta forma y se convirtió en el coche de las masas. Su bajo precio y su sencilla utilización lo convirtieron en un coche asequible y de fácil manejo, que podía usarse no solo como coche personal, sino como otro bien de producción en las empresas que así lo requirieran.
El objetivo de Henry Ford fue democratizar el automóvil y lo consiguió gracias a una elaborada estrategia industrial, a la perspicacia a la hora de darse cuenta, tanto él como su equipo, de cómo podrían reducir los costes de producción, sabiendo qué materiales utilizar y la elaboración de sistemas de pago fraccionado a largo plazo, lo que conllevaba que más gente pudiera permitirse la compra del vehículo.
Netflix.
A finales de los años 90 del siglo XX el consumo de cine se basaba en la asistencia a las salas, la compra de VHS y DVD o el alquiler de cintas en tiendas como Blockbuster, donde el alquiler de una cinta por 3 días rondaba los 5$.
Sin embargo, a Reed Hastings y Marc Randolph se les ocurrió una forma de abaratar el negocio del cine. A través de un sistema de suscripción online y pagando 20$, enviarían a domicilio los DVD. A través del pago de los 20$ no se alquilaba una única cinta, sino que se podían alquilar tantas como el cliente quisiera. Además, se accedía a un servicio de asesoramiento de películas que podrían ser de interés basándose en los gustos del consumidor. Con solo alquilar 5 películas en un mes, se conseguía un mejor precio por película que en el tradicional Blockbuster.
Sin embargo, la gran revolución del cine vino con el streaming. El streaming es un proceso por el cual se puede retransmitir contenido a través de Internet. El usuario puede ver el contenido multimedia al mismo tiempo que lo descarga, en contraposición a la descarga de archivos, en la que se descargan paquetes de datos que conforman el contenido multimedia y que no se puede visualizar hasta que la descarga se complete. Para el streaming se utilizan bufers, que son espacios de memoria temporales en los cuales se almacena la información.
Con la distribución masiva en streaming de contenido multimedia y el modelo de suscripción online, Netflix se hizo rápidamente con el mercado. La mayor parte de los costes de la compañía la constituyen los royalties que debe pagar a otras empresas que le suministran el contenido. Sin embargo, con cada nueva suscripción, los costes por venta se reducen.
Lo que ocurre con Netflix y el cine es comparable a lo que ocurrió con Ford y el automóvil: Netflix ha supuesto la democratización del cine, ya que, con un pago de 7,99 Euros mensuales, el cliente puede acceder a todo el contenido que desee.
Empresas como Ford y Netflix, al igual que otras como Inditex, Ikea, Spotify, etc., han conseguido reducir los precios de sus respectivos productos hasta hacer que, prácticamente, todo el mundo pueda adquirir coches, cine, ropa, muebles o música.
La función empresarial.
Toda esta revolución se basa en sistemas de producción y distribución masivos y sistematizados. Sin embargo, este fantástico resultado ha tenido lugar a través de un proceso de descubrimiento y mediación: es decir, ha sido posible gracias a la función empresarial.
En estos ejemplos se puede ver perfectamente cómo algunas personas han intentado anticipar las necesidades del resto, y han intentado ofrecer aquello que satisfacía esas necesidades. Para ello han tenido que hacer un ejercicio de comprensión de las valoraciones y necesidades del resto. A través de la comprensión de las intenciones y valoraciones (lo que Mises denominaba “timología”) han previsto con éxito las futuras necesidades de los consumidores y han coordinado el uso de los distintos factores productivos con el fin de ofrecer la solución más apetecible. Para ello no solo han debido prestar atención al producto en sí, sino que han tenido que tomar en cuenta el desarrollo del entorno. El ejemplo más claro es el de Netflix, que aprovechó el tirón de Internet para poder desarrollar su modelo de negocio. Así, no solo había que comprender la industria de la venta de cine, sino también cómo podría verse afectada por la utilización de Internet. Además, todas estas empresas han llevado a cabo el desarrollo de nuevos sistemas industriales como la producción en línea, lo cual no consiste sino en descubrir una forma más eficiente de poder llevar a cabo la producción de un bien.
El resultado del ejercicio de la función empresarial ha sido el de bajar el precio de los bienes y generalizar su compra. Pero, para que esto haya sido posible, ha tenido que existir en estas industrias un libre flujo de información, ya que hasta el más mínimo dato puede servir para que el empresario se disponga a ofrecer un nuevo producto o mejorar el que ya tiene, ya sea en calidad o bajando el precio. La función empresarial necesita libertad total para hacer que la comprensión de las necesidades se pueda realizar de la mejor manera posible y para que, correspondientemente, el proceso de producción que conllevará la satisfacción de las necesidades de los consumidores se lleve a cabo de la mejor forma. Como ha señalado Huerta de Soto, la función empresarial es de primordial importancia para la sociedad:
La función empresarial es, sin duda alguna, la función social por excelencia, dado que hace posible la vida en sociedad al ajustar y coordinar el comportamiento individual de sus miembros.[i]
El caso de la medicina.
La opinión general estipula que los servicios médicos tienen que ser de carácter público, dado que su alto precio en un mercado libre los harían inalcanzables para muchos.
Sin embargo, en los anteriores ejemplos hemos comprobado como la función empresarial y la tendencia a la venta en masa han conseguido que los precios de los bienes hayan ido bajando y que la calidad haya ido subiendo.
¿Por qué no pasa esto en la medicina?
Como hemos visto, todo lo que se necesita es gente que coordine la producción, que tenga ideas y ejecute nuevas formas de llevar a cabo la producción. Sin embargo, esto es difícilmente posible en el panorama médico occidental actual. Uno de los requisitos necesarios es que haya libre flujo de información. Sin embargo, en la medicina hay numerosas trabas que impiden que la información fluya libremente entre los empresarios, los proveedores y los consumidores: leyes sobre certificados obligatorios, intromisión en la actividad que altera y elimina precios, prohibiciones sobre publicidad médica y farmacológica, etc., son algunas de las trabas puestas a la industria médica.
Los innumerables permisos de sanidad necesarios para, por ejemplo, abrir un solo quirófano, hacen que sea muy difícil la mejora de la calidad y la bajada de los precios en la medicina, ya que dificultan mucho la función empresarial, al estar impedida la coordinación entre las valoraciones de médicos, enfermeros, fabricantes de material, farmacéuticos y consumidores.
Sin embargo, el proceso de democratización de bienes y servicios que hemos visto en los casos de Ford y Netflix está ocurriendo con la medicina en países como la India o Singapur. En el caso de la India cabe destacar el esfuerzo de Narayana Health.
Narayana Health ha conseguido llevar atención médica barata con equipo de primer nivel a la India a través de la adopción de sistemas de economía de escala. Al tener costes fijos, la adopción de sistemas industriales hace que el número y eficacia de la atención aumente, reduciendo los costes unitarios y haciendo posible la adopción de precios bajos.[ii]
Esto se consigue a través de la superespecialización. Los cirujanos, por ejemplo, solo se dedican a realizar el mismo tipo de operaciones una y otra vez, alcanzando un mayor grado de maestría y, por tanto, reduciendo el tiempo de intervención y mejorando la calidad. También se ha mejorado la integración de los servicios intermedios.
Este modelo de asistencia que adopta estructuras industriales se ha forjado gracias a la función empresarial del Dr. Shetty y su equipo, quienes han conseguido coordinar las necesidades de todos los que integran la industria médica con el fin de satisfacer las necesidades de los clientes de la mejor manera posible. Además, se han generado sistemas de pago a crédito o fraccionados para las intervenciones y nuevos sistemas de seguros de pólizas bajas.
Para que todo esto haya sido posible, ha tenido que dejarse plenamente libre la función empresarial, eliminando las prohibiciones en materia de salud en muchos campos. Como resultado, en la India nos encontramos con hospitales que se encuentran al nivel de los occidentales y son asequibles para todo el mundo.
Cabe decir que la adopción de procesos industriales en este sector aún no está plenamente desarrollada y que son muchísimas las variables que podrían experimentarse en el futuro con el fin de mejorar la calidad y velocidad de atención, desde clínicas monográficas hasta sistemas de información mejorados y atención automatizada.
Como hemos visto, todas las industrias son susceptibles de mejorar en calidad y precios, solo se ha de evitar poner trabas a la función empresarial.
[i] Jesús Huerta De Soto, Socialismo, cálculo económico y función empresarial (Madrid: Unión Editorial, 1992, p. 67).
[ii] Aunque el proceso de establecimiento de precios ocurre al revés, ya que primero se toma en consideración el precio anticipado y el volumen de ventas y posteriormente se establecen los costes asumibles.