LA FILOSOFÍA POLÍTICA DE LOS ZOMBIS: HOBBES VS LOCKE
Hablar de la filosofía política de los zombis podría parecer una idea incongruente, sobre todo si tenemos en cuenta que su principal característica consiste en ser cadáveres ambulantes que carecen por completo de cualquier atisbo de pensamiento sistemático.
Pero antes de saltar a conclusiones apresuradas tengamos un poco de prudencia. Existen determinados elementos que aproximan el comportamiento conocido de los zombis al de los actores principales de la filosofía y la política.
En primer lugar, los restos de su sistema de comunicación se reducen a un conjunto deslavazado de gruñidos incoherentes e imposibles de descifrar: esto los equipara a la mayoría de los filósofos conocidos.
Por otro lado se alimentan de víctimas desprotegidas sobre las que se abalanzan en paroxismo antropófago: la conducta natural de los políticos.
Finalmente, se mueven como una horda que responde de manera ofuscada a los estímulos de su entorno: lo que algunos politólogos identifican como el comportamiento natural de los votantes.
Sin embargo no es esto a lo que nos referimos sino, más bien, a cuál es la filosofía política que se desprende de algunas de las distintas caracterizaciones del apocalipsis zombi en el cine y la televisión. En dos de ellas en particular podemos comprobar la influencia de algunas ideas de grandes pensadores de la política como Hobbes y Locke.
Así, por ejemplo, está bastante claro que la principal influencia filosófica en The Walking Dead es hobbesiana. En su Leviatán, Thomas Hobbes afirmaba que, en el estado de naturaleza, los hombres se encontraban en una situación de guerra de todos contra todos. Movido exclusivamente por motivaciones egoístas, cada hombre era enemigo de todos los demás y tenía que defenderse de ellos en una situación de constante inseguridad y miedo continuo a una muerte violenta.
El desarrollo de actividades productivas y del comercio, el arte, la industria o la ciencia era imposible en esas condiciones. En esas circunstancias la vida de los individuos era “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”.
Para escapar de esa situación y conseguir la paz, según Hobbes, era necesario que los hombres llegasen a un contrato social a través del cual renunciaban a parte de su libertad para crear una institución política común (un Estado) encargada de protegerlos y cuyo poder era absoluto.
En The Walking Dead, vemos que el Estado se desmorona, por la aparición y proliferación de los zombis, y, como resultado, los hombres vuelven al estado de naturaleza hobbesiano. Aunque los zombis son un peligro constante, sin embargo, la principal amenaza para la supervivencia de los personajes de la serie la representan otros grupos de hombres, con los que se encuentran en una situación de guerra continua.
Con la desaparición de las autoridades gubernamentales el hombre se convierte en un lobo para el hombre y se dejan de respetar los derechos y las propiedades de los demás. Uno de los personajes, Rick, reconoce esto de manera explícita cuando en uno de los capítulos le preguntan si es lícito saquear productos de una tienda y responde que “no creo que esas reglas se sigan aplicando”. Es decir que la legitimidad de los derechos de propiedad dependía exclusivamente de la existencia del Estado.
Casi nunca se ven relaciones entre distintos grupos de gente que no se basen en la violencia y en el saqueo. Los personajes de la serie parecen completamente incapaces de desarrollar órdenes espontáneos o relaciones pacíficas y voluntarias basadas en el comercio.
Además, todos aquellos grupos pequeños que son capaces de organizarse temporalmente de manera efectiva necesitan siempre una figura de autoridad que está relacionada de una manera u otra con el Estado: Rick es un sheriff, es decir, un representante del antiguo monopolio estatal de la violencia física; el líder autoritario y carismático de Woodbury es conocido como el Gobernador; Deanna Monroe, la líder de la Zona Segura de Alexandria es una antigua congresista que reparte tareas entre la gente como lo haría un órgano de planificación central socialista, etc…
Es decir, que la idea fundamental que se desprende de The Walking Dead es que el principal peligro al que se enfrenta la humanidad es la desaparición del Estado, que nos protege de nosotros mismos y de la guerra de todos contra todos a la que nos veríamos abocados en su ausencia.
Pero si, en The Walking Dead aparecen numerosas ideas estatistas, sin embargo Ash Williams, el protagonista de la trilogía cinematográfica de Sam Raimi (Posesión Infernal, Terroríficamente Muertos y El Ejército de las Tinieblas) y de la serie de televisión Ash vs Evil Dead, presenta algunas características que lo hacen un serio candidato a héroe libertario.
La historia de Ash comienza cuando acude a una cabaña perdida en medio de los bosques a pasar un fin de semana con sus amigos (una de esas incomprensibles costumbres de los adolescentes americanos en las películas de terror). Para desgracia de los adolescentes, la cabaña pertenecía a un arqueólogo que había descubierto un antiguo libro maldito, el Necronomicón, capaz de convocar a fuerzas malignas que poseen los cuerpos de sus amigos y los convierten en una mezcla extraña de zombis y demonios. Ash es el único que sobrevive y, a lo largo de las películas y de la serie, tendrá que enfrentarse a las fuerzas del mal combinando una resistencia formidable con su torpeza bravucona y modales de energúmeno.
Aunque parezca extraño el tema de esta epopeya tiene que ver con la propiedad y la libertad, y presenta ideas de clara influencia lockeana.
Como es bien conocido, Locke basaba su teoría de los derechos naturales de propiedad en el derecho de cada individuo a la posesión de su propio cuerpo. Sobre el derecho de auto-propiedad se derivaba después el derecho a la propiedad privada de otros recursos: mediante el trabajo y el primer uso de recursos naturales que no tienen dueño los individuos pueden adquirir la propiedad legítima de los mismos. Para muchos autores libertarios la fundamentación filosófica de la economía de mercado descansa sobre estos dos principios.
Pues bien, la historia de Ash comienza con una invasión ilegítima de derechos de propiedad: los adolescentes que entran sin permiso en la casa del arqueólogo y liberan, accidentalmente, a las fuerzas del mal. El ataque que reciben es, a su vez, una agresión a sus derechos de propiedad puesto que los demonios anulan sus voluntades y poseen sus cuerpos.
Todas las peripecias de Ash se basan en sus intentos de mantener su autonomía y en la defensa de la propiedad privada de su cuerpo (tanto contra los zombis/demonios como contra los hombres que lo esclavizan en una de las películas). Y, para defender sus derechos de propiedad está dispuesto a utilizar todo tipo de armas, incluyendo una motosierra y una escopeta Remington de dos cañones del calibre doce.
Todo esto podría parecer una interpretación muy forzada y poco plausible de no ser porque el propio protagonista resume de manera magistral la filosofía de Locke sobre la auto-propiedad. Así, tras enfrentarse a un demonio y volarle la cabeza, Ash explica en El Ejército de las Tinieblas, que:
“El cuerpo de un hombre es sólo de su propiedad. Nadie debe quitarle ese derecho.”
Por esa defensa heroica del derecho de propiedad y su disposición a usar las armas para asegurar su cumplimiento legítimo la filosofía política de Ash es un contrapeso necesario a la filosofía desesperada y estatista de los zombis de The Walking Dead.