Privatización es una medida, no una meta. Privatización como medida sirve para someter a una empresa bajo el control del público. Como tal, son los clientes que, por comprar o abstenerse de comprar, determinan que empresas permanecen en el mercado y cuáles necesitan cerrar. La privatización establece la soberanía del consumidor. Por el mecanismo de ganancias y pérdidas, los jueces de las empresas, en una economía de mercado, son los propios consumidores. En cuanto a de jure los dueños de las empresas en una economía de mercado son los propietarios, económicamente, los consumidores son de hecho los verdaderos dueños de las empresas.
La privatización sirve para poner la empresa bajo el mecanismo de ganancias y pérdidas y así bajo el control de los consumidores. El lucro es la llave de la acumulación de capital y así de la prosperidad. Lo que es necesario en la lucha contra la pobreza es la acumulación de capital y la utilización del capital en favor de las masas -todo lo que el capitalismo empresarial entrega.
El lucro empresarial es el motor del progreso económico y, a la vez, el resultado del avance económico. Solo una economía que prospera genera ganancias. La pobreza de los países atrasados es la consecuencia de la falta de empresas privadas y de emprendedores. Es por el interés de todos por lo que los factores de producción deben estar bajo el control de quien conoce la mejor manera de utilizar esos factores de producción: capital, trabajo y tecnología. La competencia en el mercado libre sirve para escoger cuáles son los mejores cuidadores del stock de capital de una nación.
El capitalismo es un sistema económico donde el emprendedor guía la empresa según lo que ordenan las ganancias y las pérdidas. La cantidad de los beneficios es determinada por los consumidores. Las exigencias de las ganancias y las pérdidas obligan al capitalista a emplear su capital en favor de los consumidores. En última instancia son las decisiones de los consumidores las que determinan que empresario va a sufrir pérdidas y cual va a disfrutar de los beneficios. Ganancias y pérdidas son herramientas de la soberanía del consumidor. La economía de mercado funciona como mecanismo de selección permanente en favor de la asignación de los recursos donde hay el mayor grado de productividad y de bienestar.
Para las empresas privadas, la cantidad de los beneficios depende del grado en el cuál una empresa opera de forma eficiente y de que su producto sea útil al satisfacer los gustos del público. Las pérdidas para un negocio son el resultado de la ausencia de compradores y, como tal, es una señal de que la empresa debe cambiar la dirección de si trabajo. Las pérdidas fuerzan a los dueños a hacer cambios. Si no, la empresa acabará desapareciendo del mercado. Es la marca notable del capitalismo que, bajo este sistema, solo las empresas que mejor sirven los clientes se pueden haga ricas. La competencia capitalista es eliminatoria. Los malos jugadores necesitan salir del torneo y ceder lugar para los mejores jugadores.
El capitalismo puro hace ricos a aquellos empresarios que emplean el capital de la mejor manera posible para satisfacer al público. La riqueza de un capitalista es el resultado de logros extraordinarios. Las ganancias, por otra parte, son el resultado de una previsión extraordinaria y del uso de capital para el beneficio del público. A fin de acumular riqueza, el empresario exitoso debe reinvertir su capital. El capitalista debe ahorrar para alcanzar más riqueza. Transformar una empresa de pequeño tamaño en un gran negocio requiere la acumulación de capital y, como tal, el ahorro y reinvestimento de los beneficios.
Para tener éxito, la privatización precisa ser vista como un paso dentro de un conjunto de medidas para establecer una economía de libre mercado. Para funcionar bien, se necesita acompañar las privatizaciones de la apertura de los mercados -incluso comercio internacional libre-, con desburocratización y con la flexibilización del mercado de trabajo, además de establecer y mantener un sistema monetario estable que, a su vez, prohíba una carga fiscal elevada.
Como enfatiza Ludwig von Mises en sus “Seis Lecciones” y en su texto sobre “Las Ganancias y las Pérdidas”, el capitalismo no se distingue de la soberanía del consumidor. En la economía de mercado, el “rey” del sistema es el cliente. A fin de cuentas son los consumidores los que deciden que empresas van a crecer y cuáles necesitan salir del mercado. Con el voto de comprar o no comprar, el proceso de mercado es, a su vez, un proceso de selección de que empresarios reciben el permiso de permanecer y cuidar de la estructura de capital. El éxito empresarial es la consecuencia de la elección de los consumidores. El mercado opera como mecanismo de selección con un claro criterio: los que mejor sirven a cliente ganan.
Ganancias y pérdidas son el resultado de ideas. El capital por sí solo es una cosa muerta. La tesis marxista de que el capital “genera” ganancias es falsa. Los beneficios son el resulto de buenas ideas y de su realización empresarial. En este sentido las ganancias son, como Mises explica, un producto de la mente, es un fenómeno espiritual e intelectual. Las ganancias surgen como resultado de la capacidad del emprendedor de anticipar el futuro estado del mercado.
En la economía de mercado hay un plebiscito permanente referente a estas ideas de los emprendedores. Las empresas privadas necesitan responder a los deseos de los consumidores por tanto son estos los que indican sus preferencias a través de sus actos adquisitivos. La elección democrática en la política es sistemáticamente peor que la decisión en el mercado. Mientras la mayoría de las decisiones adquisitivas permiten la corrección y la sustitución inmediatamente o en un corto espacio de tiempo, las decisiones políticas tienen consecuencias a largo plazo que generalmente van más allá del control y del horizonte intelectual del electorado.
Una condición importante para que el sistema de mercado funcione adecuadamente es el acceso abierto a los mercados por las nuevas empresas y por los nuevos emprendedores. Las interferencias del gobierno a través de reglamentaciones excesivas y de otras barreras dificultan la eficiencia del mercado.
Los mercados no son perfectos -e igualmente ni los empresarios ni los consumidores. La producción capitalista no puede cumplir todos los deseos o necesidades de cada persona. Ningún sistema puede. El sistema de mercado no elimina la escasez para todos, sin embargo el sistema de mercado es el orden económico que mejor trabaja con la presencia universal de la escasez.
La controversia sobre privatización y estatalización es un ejemplo de la actitud anticapitalista que aún existe en Brasil. Parece que no es la estatalización la que necesita de justificación, pero sí la privatización. Aún así, entre los factores que entorpecen el progreso económico de Brasil, la mentalidad anticapitalista es el peor. Casi todos los otros obstáculos (reglamentación, tributación, leyes laborales) que inhiben el progreso económico del país son el resultado de la mentalidad anticapitalista. Superar la mentalidad anticapitalista es el gran desafío para Brasil y cuando suceda, el camino para la prosperidad estará abierto. La discusión sobre privatización es la prueba actual en este debate.
El problema fundamental de la mentalidad anticapitalista referente a las privatizaciones es que esta actitud se posiciona éticamente mientras el asunto es de naturaleza práctica. Privatizar o estatizar son medidas alternativas, no objetivos.
La meta es la prosperidad. Cuando se analiza el tema en este sentido, la respuesta es clara. El voto a favor de la privatización sale del insight de que la propiedad privada en los medios de producción -y así la privatización- garantiza, mejor que cualquier forma de socialismo o estatalización, el progreso económico y la prosperidad para todos.