POR QUÉ LA SANIDAD DEBE SER PÚBLICA
– Ignacio Almará –
Al menos, eso es de lo que nos quiere convencer el premio Nobel de economía Kenneth Arrow en su famoso artículo de 1963 “Uncertainty and the Welfare Economics of Medical Care”,[i] donde argumenta que el “fallo de mercado” conocido como asimetría de información hace que en el campo de la medicina la intervención estatal sea necesaria.[ii]
La desigualdad de información, como la llama Arrow, afecta especialmente al campo médico, debido a que los conocimientos sobre las condiciones patológicas del cuerpo humano del médico son muy superiores a los conocimientos de los que disfruta el paciente. Esto lleva a que existan diversos problemas que, en última instancia, llevarán a la ineficiencia, entendida esta como el hecho de que no se producirá una distribución de los recursos ideal.
La incertidumbre sobre el producto a comprar, dado que no hay regulación que asegure la calidad del producto, hará que muchos intercambios no se produzcan, llevando al estado de ineficiencia. Por otra parte, los métodos como el aseguramiento, que son una forma de aplacar la incertidumbre del futuro, conllevan un peligro moral, ya que la conducta de aquel que ha comprado el seguro cambia al saberse asegurado y pasa a ser más temerario.
El problema de la ineficiencia viene dado pues por lo que ahora conocemos como asimetría de la información, esto es que, en un intercambio, una de las partes tenga más información sobre el producto a intercambiar que la otra. Como el mismo Arrow reconoce, esto se da en cualquier industria, pero luego arguye que en el campo de la medicina la asimetría es mucho más acusada y que se corren muchos peligros si no se regula esta industria, ya que el fraude y la ineficiencia camparán a sus anchas.
Como conclusión nos explica que permitir el libre mercado en la industria médica es intolerable y que debe regularse de múltiples maneras a fin de solventar esta asimetría y la ineficiencia resultante.
A pesar de que en el artículo se intuyen las buenas intenciones de Arrow, tiene algunos errores de base que vale la pena analizar con el fin de dilucidar si la conclusión a la que llega es correcta o no.
El primero de ellos es el método. Arrow se basa en el modelo de mercado de competencia perfecta, que nos describe una situación ideal en la que hay unas ciertas condiciones, como, por ejemplo, que ninguno de los intervinientes es capaz de establecer el precio y son todos precio-aceptantes, que todos los intervinientes gozan de información perfecta (esto es, que todos tienen toda la información sobre todos los productos y las utilidades de los demás), que no habría costes de transacción y que todos venden productos homogéneos a un mismo precio.
Es decir, un modelo en el que no hay competencia en absoluto.
El problema principal no es el modelo en sí, sino el uso que Arrow le da, ya que lo utiliza como un referente para el mundo real.
Utilizar referentes ideales utópicos para luego compararlos con la realidad y criticar esta última por no llegar al ideal es lo que se conoce como falacia del Nirvana. En este caso, la situación descrita de competencia perfecta es totalmente ideal e inasequible ya que no está ni tan siquiera hablando de seres humanos.
El hecho de que los individuos gocen de información perfecta sobre los productos y las utilidades de los otros se distancia de lo que normalmente entendemos por ser humano, ya que gran parte de la información que maneja un ser humano es subjetiva, no articulable y privativa. Esto hace que apenas podamos intuir cuáles son las valoraciones y utilidades de los demás.
En el modelo de competencia perfecta se nos describe una situación de conocimiento total que niega completamente la incertidumbre. No obstante, resulta imposible conocer las utilidades de los demás de forma total. Esto es fácil de observar si pensamos que muchas veces uno no sabe lo que prefiere hasta que tiene que elegir. Es decir, si ni el propio sujeto actuante sabría articular de antemano lo que prefiere, ¿cómo entonces podría hacerlo con los demás? Mucha de la información que procesamos sobre las utilidades es puramente subjetiva y no seríamos capaces de describirla. Como mucho, la única forma que habría de tener un conocimiento perfecto sobre las utilidades de los demás sería suponiendo que cada una de las personas que intervienen en el modelo son la misma persona o que, por otra parte, ninguno es un ser humano, sino que sería una máquina programada con anterioridad.
Otro fallo referente a la información es que en el modelo se niega la capacidad interpretativa.
Tomemos como ejemplo la caricatura sobre el conocimiento perfecto que nos da Mises en La Acción Humana, en la que, para que cada hombre pudiera conocer de forma perfecta toda la información sobre el mercado, debería ser tocado por un ángel que le transmitiera todo ese conocimiento. Incluso en este caso, cada individuo interpretaría de forma distinta la información otorgada por su ángel en cuestión, ya que la información sobre la que va a interpretar esa nueva información ya es única y privativa. Ninguno de los hombres intervinientes hará una interpretación similar de la misma información.
Para darnos cuenta de esto no necesitamos el ejemplo de Mises, ya que esta situación ocurre de forma continuada en la vida humana. Por ejemplo, donde unos vieron una pared de piedra blanca, Miguel Ángel vio el David; donde unos ven una grosera serie de agresiones, otros disfrutan de un hermoso combate de boxeo. A pesar de que la información parezca ser la misma, la interpretación de cada uno lleva a que se genere una información totalmente única y privativa.
Esto nos lleva a pensar que el modelo de competencia perfecta ni siquiera es un modelo que estudie la economía, ya que, como sabemos, la economía es una ciencia social que estudia la relación entre los hombres y los recursos de los que dispone. Si eliminamos el concepto de ser humano, aunque mantengamos un lenguaje que utilice el mismo léxico (como mercado, precios o información) no estaremos hablando realmente del ser humano, no estaremos estudiando economía, sino haciendo algo completamente distinto.[iii]
Por otra parte, la asimetría de información, lejos de ser un fallo de mercado, es un requisito indispensable para que exista este último. Como nos explica Thomas DiLorenzo en “A Note on The Canard of Asimmetry of Information”,[iv] la asimetría de información es otra forma de llamar a la división de trabajo, según hacía Mises, o la división de información, según hacía Hayek. Esta división de la información se produce debido a que cada uno desarrolla actividades distintas en el mundo, ya que los hombres no gozan todos de las mismas habilidades o de los mismos gustos, sino que tienden a dedicarse a cosas distintas los unos de los otros. De la misma forma, los recursos no se reparten igual por toda la faz de la Tierra, lo que lleva a que, juntando estos factores, se llegue a una situación de información dispar. Cada uno va recogiendo y generando nueva información que necesariamente ha de ser distinta a la del resto, por disposición innata y por distintas vivencias. Y es esta información dispar la que lleva en última instancia a que haya cooperación social a través, como no puede ser de otra forma dada esta información dispar, de la división del trabajo. Cada uno aporta a los demás aquello que sabe hacer y se llega así a un estado de trabajo especializado que finalmente otorga a todos los frutos del trabajo de los demás. La institución por excelencia que recoge este fenómeno de armonía y colaboración es el mercado, donde cada uno sirve a los demás con aquello que sabe hacer y recoge de los demás aquello que necesita y no sabe hacer.
Si miramos un intercambio de forma individual vemos que la información que maneja cada una de las partes es necesariamente desigual. Cada uno sabe más sobre el producto que produce y vende que el otro. Además, si esto no fuera así, ni siquiera se produciría intercambio, ya que la base del intercambio es que cada uno valore en más aquello que tiene el otro y viceversa. Si los dos valoraran de la misma forma sus productos, es decir si la información fuera la misma, no se produciría intercambio.
La asimetría de información no solo es necesaria en el mercado, es el fundamento mismo del mercado.
Por último hay que hacer notar además que el propio mercado, de forma espontánea ya ha generado sistemas de protección ante el fraude. Esto se manifiesta en la existencia de garantías o condiciones de devolución, que sirven a los compradores como salvaguarda ante fraudes. Otra forma de atenuar los fraudes es a través de la compra a aquellos vendedores que gozan de buen nombre. Suele ocurrir que aquellos vendedores honestos desplazan a los deshonestos a través de ir adquiriendo una mayor cuota de mercado debido a que mucha más gente confía en ellos. Aquellos que ya defraudaron quedan estigmatizados e irán perdiendo clientes. Es una forma orgánica de eliminar el fraude de la economía. En la actualidad cabe destacar el uso de los foros o plataformas especialmente dedicadas a compartir experiencias de compra como por ejemplo puede ser TripAdvisor, o las secciones de comentarios de empresas como Amazon o Airbnb.
Conclusiones
La asimetría de información es un requisito indispensable para que exista cooperación social y es de hecho una condición inherente a la actividad humana. Por tanto, no es una condición que sirva como pretexto para realizar una intervención estatal. El mercado de forma natural aporta soluciones contra el fraude, que es lo que muchos pueden llegar a temer debido a la noción de asimetría de información.[v]
Si esta asimetría representara una excusa para intervenir la medicina, entonces también debería intervenirse cualquier otro sector, desde la producción de alimentos hasta el calzado o la cosmética. También, por supuesto, las universidades como Stanford o Harvard donde el mismo Arrow impartía clases, ya que la asimetría de la información es especialmente visible en las facultades, donde el cliente tiene mucha menos información sobre el producto que va a obtener que el profesor que imparte las clases.
Por otra parte, la solución de defender la intervención suponiendo que reduce la asimetría de información, está bastante sesgada. Como nos explica DiLorenzo, el Estado es una fuente de asimetría de la información, pero, en este caso, destructiva. Mientras que esta asimetría es fuente de armonía y riqueza en el mercado, para el Estado supone una defensa para poder realizar cualquier operación y tomar la decisión que quieran sin contar con el beneplácito de los votantes, los cuales son ignorantes a la gran mayoría de actividades llevadas a cabo por el gobierno. Se puede apreciar con claridad este fenómeno en las declaraciones de guerra. Ningún ciudadano conoce la actividad gubernamental exterior anterior a que se declare una guerra, las llamadas entre gobernantes, las reuniones secretas o las misiones encubiertas. Lo único que conocen es la razón dada por el portavoz en el momento, y que muchos conciudadanos tendrán que servir en el frente. Un ejemplo de esto fue la Guerra de Irak de 2003, que empezó como una guerra contra un Estado con armas de destrucción masiva y acabó siendo una ocupación por intereses del complejo militar-industrial.
El gobierno, que es fuente misma de asimetría destructiva e incapaz de realizar el cálculo económico, no puede ser el que resuelva los problemas derivados de la asimetría, si es que existen tales problemas de fallos de mercado.
En lo referente a sanidad y asimetría de información contamos con el ejemplo de la Clínica Mayo de Rochester, la cual fue fundada por un médico sin título que luchó contra las tendencias de los pujantes homeópatas de finales del s. XIX y contra muchas otras calamidades y que, finalmente, ha resultado ser la clínica de referencia a nivel mundial, siendo además, al menos en su origen, una entidad que no cobraba por asistir a aquellos que no podían costearse los cuidados. Y todo esto lo hizo sin ningún tipo de ayuda estatal en su génesis.[vi]
Es por esto que la única solución para mejorar la calidad sanitaria, así como la de cualquier otra industria, es dar vía libre al mercado, el cual buscará siempre servir a las necesidades de los individuos a través de soluciones espontáneas en base a la prueba y error.[vii]
[i] Kenneth Arrow, “Uncertainty and the Welfare Economics of Medical Care”, The American Economic Review, 53, 5 (Diciembre, 1963): 941-973.
[ii] Para una explicación sobre la teoría de la asimetría de información según Ackerlof véase Glenn Fox “Asymmetric Information and Market Failure: A Market Process Perspective”. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=yaJxggstlYA
[iii] Para un análisis más profundo sobre el abandono del ser humano en los estudios económicos y cómo esto lleva a la perversión total de la economía véase Oscar R. Carreiro y Daniel R. Carreiro, “Paradigmas y Herejías: Kühn y Belloc”, Actas del I Congreso de Economía y Libertad: la Gran recesión y sus salidas (2013): 680-697. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4767237
[iv] Thomas DiLorenzo, “A Note on The Canard of Asimmetry of Information”, The Quarterly Journal of Austrian Economics, 14, 2 (Verano 2011): 249-255. Disponible en https://mises.org/system/tdf/qjae14_2_6.pdf?file=1&type=document
[v] D. W. Mackenzie, “Markets and the information problema”. Disponible en https://mises.org/library/markets-and-information-problem
[vi] Michel Accad, “The Mayo Clinic and the Free Market”. Disponible en https://mises.org/library/mayo-clinic-and-free-market
[vii] Para una exposición breve del problema véase, “Healthcare and the Free Market” de Peter G. Klein, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=8lOC2itCc6g