PATOLOGÍAS MACROECONÓMICAS – CÓMO LOS GOBIERNOS PROVOCAN INFLACIÓN, DESEMPLEO Y CRISIS ECONÓMICAS
– Antony Mueller –
No son raras las personas que aún creen que el capitalismo es inherentemente inestable, y que sólo el Estado puede «estabilizar» el sistema y corregir sus fluctuaciones. Sin embargo, la realidad es que la principal causa de las crisis y depresiones no es el mercado funcionando libremente, sino, al contrario, el intervencionismo de los gobiernos y de sus bancos centrales.
Esa tesis de la inestabilidad del capitalismo puro sirve a los intereses de los políticos porque así se hace más fácil para ellos el justificar su poder.
Nadie menos que Milton Friedman demostró, ya en 1963, que la actuación errada del Banco Central americano fue la principal causa de la profundidad de la Gran Depresión de los años 1930. Mientras Milton Friedman y Anna Schwartz mostraron en su monografía sobre la historia monetaria de Estados Unidos que fue el Banco Central americano quien causó la depresión y dificultó la recuperación, Murray Rothbard detalló en su libro La Gran Depresión Americana, de forma mucho más completa y perspicaz, cómo el intervencionismo del gobierno americano fue crucial en causar, profundizar y prolongar la depresión que comenzó en 1929.
En conjunto con la tesis de «incertidumbre del régimen», formulada por Robert Higgs el año 1997, y con varios otros estudios más recientes, existe hoy un arsenal imbatible para acabar de un golpe por todas con el mito de que la Gran Depresión tuvo sus raíces en la inestabilidad del capitalismo. Al contrario de la leyenda de que depresiones y crisis son una característica intrínseca al capitalismo, los verdaderos motivos de que la Gran Depresión fuese un fenómeno prolongado, intenso y doloroso están en las medidas erradas implantadas por el Banco Central americano en conjunto con el intervencionismo desquiciado del gobierno, algo que comenzó ya bajo la presidencia de Hoover (1929-1933) y que asumió una forma aún más descabellada bajo su sucesor, Roosevelt (1933-1945).
Los integrantes del gobierno de Roosevelt formaban un pandemonio de excéntricos y chiflados, algunos de entre ellos espías soviéticos. Confundiendo completamente causa con consecuencia, las políticas económicas de este gobierno se basaron enteramente en la presunción de que los precios bajos eran la causa de la continuidad de la depresión, de modo que la solución – efectivamente implantada – sería que el gobierno creara varias políticas que elevaran artificialmente los salarios y que aumentaran artificialmente los precios, particularmente en la agricultura. Por la «Ley de Ajuste Agrícola», millones de cerdos fueron sacrificados y descartados – y los agricultores fueron obligados a desistir de la producción -, mientras millones de personas pasaban hambre y se aglomeraban en filas para conseguir sopas suministradas por instituciones de caridad.
Siempre ávido por seguir las locuras en el exterior, el gobierno brasileño imitó la política americana en el área del cultivo de café, comprando y acto seguido quemando 80 millones de sacos de café.
Las estadísticas monetarias de Friedman y Schwartz sobre la Grande Depresión, juntamente con los detallados relatos suministrados por Rothbard, Higgs y varios otros autores posteriores, demuestran claramente que la historia según la cual el capitalismo quebró y sólo se salvó por la intervención del gobierno no es más es que un mito útil para justificar las intervenciones gubernamentales hasta los días actuales.
[i] referencias
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