NUEVE RAZONES PARA EVADIR IMPUESTOS

    – Oriom Lisboa –  

  En este artículo presento varios motivos que justifican la evasión de impuestos, es decir, el rechazo a pagarlos. También analizaré las objeciones más comunes y, usando contra-argumentos lógicos, intentaré destruirlas completamente.

  1º ¡No pagar impuesto es robo!

  R: ¿Robo de quién? Aquello que usted conquistó con su trabajo es suyo y de nadie más. La propiedad de sus cosas es suya por derecho – fue usted el que se esforzó para conseguirla. ¿Y ahora alguien le dice que el fruto de su esfuerzo no es suyo y, por lo tanto, usted está robando? ¡Eso es una disculpa que un bandido da para justificar su acto! Quién está robando es el gobierno, que le quita lo que es suyo por derecho. No hay una sola disculpa plausible para cobrar impuestos, que son una clara violación de los Derechos Naturales. Los gobiernos son colectivistas por naturaleza, siempre intentando justificar todos sus actos – ya que, en definitiva, si no hubiera una buena disculpa, ¿quién pagaría impuestos por nada?

  2º ¡Pagar impuestos es un acto patriótico! La Ciudadanía/Honestidad se mide por sus impuestos pagados al día.

  R: Pagar impuestos es un acto antipatriótico, ya que financia todos los actos horribles del gobierno, imponiendo así el sufrimiento a otros ciudadanos inocentes. La Ciudadanía es ser una buena persona y actuar estrictamente dentro de sus Derechos Naturales; es limitar al máximo posible la depredación de la Clase de Bandidos (llamada Estado) a sus conciudadanos, ayudándolos a evadir impuestos y reglamentaciones. La honestidad se mide no por la obediencia al gobierno, sino justamente por lo opuesto: actuar en desobediencia civil y resistencia pacífica, y, está claro, en el respeto a los Derechos Naturales de sus conciudadanos.

  3º ¿Cómo vamos a financiar los servicios X, Y, Z?

  R: Existen dos formas de hacer algo: la forma correcta y la equivocada. La forma correcta es a través del contrato – voluntaria y lúcidamente. La forma equivocada es a través de la imposición de un agente coercitivo – el gobierno. La forma correcta es más eficiente y la única correcta. La forma equivocada es ineficiente e intolerable (entra en conflicto, los fines no justifican los medios). La respuesta para esta pregunta está en el Ágora, está en el Mercado.

  Como las preferencias personales son subjetivas, sólo el individuo puede expresarlas, a través de aquello que escoge. Es imposible que cualquier gobierno sepa de hecho lo que sus súbditos desean, y, finalmente sólo puede tomar una decisión estandarizada, para una mayoría o una minoría. Sólo puede tomar una decisión cada vez, sólo habiendo espacio para una elección. Si decidieran, por ejemplo, que los coches producidos por una compañía estatal van a ser verdes, no habrá posibilidad de producir coches azules. Cada actitud es comandada desde arriba hacia abajo, y la variedad es una palabra que no existe en el diccionario gubernamental. Es imposible que el gobierno agrade a todos – luego, cualquier acción será siempre ineficiente. Y eso vale para cualquier monopolio instituido por ley.

  Pero, por un momento, imaginemos que agradara a todos – pues todos desearían exactamente la misma cosa – y que el dinero fuera usado con un 100% de eficiencia. En ese caso, ¿el gobierno sería bueno? ¡No! En última instancia, está financiado por impuestos y el dinero que usa para hacer el servicio fue conseguido de forma involuntaria. El beneficio de los servicios es anulado en parte por eso. Aunque a las personas les gustaran los hospitales del gobierno, por ejemplo, no necesariamente aprobarían los impuestos para su construcción y su mantenimiento. Así, comparando los hospitales particulares con los públicos, los particulares siempre agradarían más que los públicos, pues fueron construidos con dinero voluntario. No importa la riqueza en sí, sino nuestra felicidad. El gobierno no aumenta la felicidad, siempre la reduce. Alguien podría afirmar que pagó voluntariamente el gobierno y que le gustó el servicio. En este caso, las otras personas no-sádicas o no-masoquistas pagaron obligadas, y sufrieron igualmente – lo que no es justo. El sufrimiento del masoquista es siempre voluntario. Experimente, por ejemplo, pegarle a alguien cuando no quiere. ¿Habría placer en eso? No, pues sólo hay placer en actitudes voluntarias.

  Cuando el gobierno actúa, encarece los productos y servicios, que sufren competencia desleal. Lo que es compulsorio siempre disgusta. Junto con otros problemas intrínsecos, el socialismo (acción gubernamental) va a ser siempre inferior al mercado.

  4º ¿Y los pobres? ¡Necesitamos ayudarlos!

  R: Estoy de acuerdo, debemos ayudarlos. Recuerde lo que dije más arriba, sobre que existe la forma correcta y la equivocada de hacer las cosas. La ayuda debe ser siempre voluntaria. La ayuda gubernamental empeora la situación; agrava la pobreza. El Welfare State es la limosna que el pobre recibe para continuar eternamente esclavo.

  El único modo de vencer la pobreza es a través del trabajo insertado en el contexto de un mercado, pues solamente a través de un mercado es posible ser libre de hecho. La causa de la pobreza persistente (involuntaria) es únicamente la falta de libertad, económica y personal. «Libertad política» es un contrasentido ya que, en definitiva, la mera existencia de un gobierno es incompatible con la libertad.

  5º ¡Un gobierno mínimo es necesario y deseable!

  R: ¡Ninguna de las dos! Es obvio que una minarquía sería mucho mejor que un Welfare State, pero continúa siendo un gobierno. El gobierno tiene dos características inherentes: cobrar impuestos y arrogarse un monopolio. Si no cobrara impuestos sería como los traficantes que son financiados voluntariamente, pero que impiden por la violencia que otros compitan en su «área». Si cobrara impuestos (que son siempre involuntarios y perjudiciales), pero no practicara monopolio, los competidores rápidamente lo adelantarían. En los dos casos, el gobierno es siempre perjudicial y bandido, pues de lo contrario sería sólo una empresa como otra cualquiera. ¿Para qué debe existir gobierno si el mercado siempre lo hace mejor? Si el gobierno se lucra hoy día con las semi-estatales, es solamente al coste de una tasa más pequeña de inversión. El crecimiento económico saldrá perjudicado. Como siempre, no existen milagros.

  6º ¡Sin impuestos no habría gobiernos!

  R: Está en lo correcto. Pero la intención precisamente es que no haya gobiernos.

  7º ¡La anarquía no funcionaría!

  R: Entonces es preciso que alguien explique en qué sentido el estatismo «funciona». Las personas piensan que si no hay gobierno no hay leyes. Nada más falso. Las leyes verdaderas son descubiertas a través de la Razón. Robar no es un crimen porque está en la ley, es crimen porque viola los Derechos Naturales. Además de eso, todo gobierno es criminal per se. Negar la anarquía (y por tanto el mercado) es aceptar el gobierno, y eso es aceptar la esclavitud.

   8º Sin impuestos no hay gobierno ¡y sin gobierno hay Caos!

  R: Quién afirma eso no conoce la naturaleza humana ni el funcionamiento del mercado. De hecho, esa visión ‘anarquía = caos’ es uno de los mitos más difundidos y más sin sentido que existen. Las personas asocian la anarquía con revolución, e inmediatamente imaginan los horrores de la Revolución Francesa. Aquí podemos afirmar que ya vivimos parcialmente en la «anarquía», que la anarquía puede alcanzarse de forma pacífica y que una revolución no necesita ser tan violenta como la francesa.

  9º ¡Sin un gobierno, el mercado sería tomado por criminales!

  R: una visión simplista. Ya vivimos parcialmente en «anarquía», pues el gobierno no comanda todos los detalles de nuestra vida. El común de la gente que vive inmersa en el mercado es honesta, tal vez 90% del pueblo. ¿Cómo explicar entonces que el mercado actual no esté tomado por los criminales? Muchos de los ricos son honestos, pues no se enriquecieron a través de la fuerza o del fraude o a través de conexiones políticas (lo que es lo mismo, de todas maneras). Simplemente la mayor parte de la criminalidad y del sufrimiento humano es artificial, causados por la mera existencia de un gobierno. Esa afirmación también subestima la capacidad y la inteligencia de gran parte del pueblo.

  Caben entonces dos preguntas:

  Si el 90% del pueblo es honesto, obviamente la mayoría de los comerciantes también lo es. ¿Usted cree que, si el 90% de los funcionarios del gobierno, incluyendo los gobernantes, fuera honesto, el mundo estaría así?

  Y además: ¿cómo una organización que debe tener en torno al 15% de la población trabajando para ella, consigue juntar a tantos bandidos – prácticamente la peor parte de la población?

  Ahora bien, el poder es malo per se.

  Quién afirma que los criminales dominarían el mercado, está afirmando también que los gobernantes son mágicamente superiores al pueblo – y con eso entraría naturalmente en contradicción.

  Existe una cosa llamada «curva de laffer», que dice que si usted recorta impuestos y gastos del gobierno, la economía crece y la recaudación aumenta. Quién evade impuestos continúa pagando los impuestos indirectamente, pues muchas empresas pagan y el coste es inevitablemente pasado al consumidor final. Eso significa que una parte de los impuestos se paga y otra no. Eso también quiere decir que los evasores de impuestos hacen crecer la economía; aún más: hacen, en la realidad, que aumente la recaudación. Un productor que evade impuestos puede invertir más, contratar más, gastar más y ser más competitivo. Ser competitivo es tener precios más bajos que la media y una calidad más alta. Eso significa que ayuda a acabar con el desempleo, empleando más y mejor. Eso significa que un productor de alubias, por ejemplo, producirá mejores alubias y más baratas, ayudando así a que los pobres puedan comprar más y a erradicar el hambre. El desempleo y el hambre son creaciones artificiales del Estado.

  ¿Quién está equivocado entonces?

  La única cosa mala que pueden hacer es que, dependiendo de la manera en como actúen, es posible que sostengan un régimen odioso, tal como ocurrió con la URSS, que en gran medida se sostenía con dinero de la economía informal. Debemos, por lo tanto, actuar de forma más prudente, evitar los errores del pasado y actuar de manera consistente con el credo libertario. Pero, en definitiva, ¡esos hombres y mujeres que evaden impuestos son grandes héroes!

  • «Las opiniones expresadas en este artículo representan la visión personal del autor y no necesariamente las de la Asociación Xoán de Lugo. Ya que el Estado es una asociación criminal que tiene el máximo interés en el mantenimiento de su poder, desde el Xoán de Lugo recomendamos, por motivos de prudencia, el cumplimiento de las leyes y el pago de impuestos».