MINDHUNTER: LA TIMOLOGÍA COMO ARMA SECRETA PARA LA CAPTURA DE ASESINOS EN SERIE

 

Por Óscar R. Carreiro

 

 

  Recientemente, Netflix ha estrenado una nueva serie titulada Mindhunter, creada por Joe Penhall y en la que David Fincher participa como productor y director de cuatro episodios. Esta serie narra las actividades, a finales de los años setenta, de dos agentes del F.B.I., Holden Ford y Bill Tench, quienes forman parte de una unidad especial llamada Behavioral Science Unit encargada de la labor pionera de la realización de perfiles psicológicos de criminales violentos, especialmente asesinos en serie y violadores. Partiendo de la idea de que para poder atrapar a estos criminales es necesario conocer sus características personales y sus motivaciones, Holden y Tench, ayudados por la profesora de psicología Wendy Carr, se embarcarán en una serie de entrevistas con los más peligrosos asesinos en serie encarcelados en el sistema penitenciario estadounidense. A lo largo de los distintos episodios de esta excelente serie podemos ver como los tres protagonistas van sistematizando la información que obtienen de estas entrevistas, cómo la emplean para la realización de perfiles que ayudan a la policía a resolver casos en curso y, también, los efectos negativos que tiene sobre su vida personal el contacto continuo con psicópatas y actos de violencia extrema.

  Tanto los acontecimientos como los personajes de Mindhunter están basados en la realidad. De hecho, la serie está inspirada en un libro titulado Mindhunter. Inside the FBI’s Elite Serial Crime Unit escrito por John E. Douglas y Mark Olshaker. John E. Douglas es un antiguo agente del F.B.I. y la persona en la que se basa el personaje de Holden Ford. Además, Douglas ha servido de inspiración para otros famosos personajes de la pequeña y la gran pantalla como el Jack Crawford de El silencio de los corderos, el Will Graham de Hannibal y los Jason Gideon y David Rossi de Mentes criminales. Del mismo modo, el personaje de Bill Tench está basado en Robert K. Ressler, el agente del F.B.I. que acuñó el término “asesino en serie” y que, al igual que Douglas, también ha escrito varios libros sobre su experiencia como creador de perfiles psicológicos, como, por ejemplo, Whoever Fights Monsters: My Twenty Years Tracking Serial Killers for the FBI.

  El trabajo de Douglas y Ressler en el Behavioral Science Unit del F.B.I. consistía en examinar escenas de crímenes y crear perfiles psicológicos de los criminales en los que describían sus hábitos e intentaban predecir sus acciones. La base para la realización de perfiles psicológicos es el entendimiento de la mente criminal. Para obtener información con la que mejor desarrollar su trabajo, Douglas y Ressler entrevistaron a psicópatas y sociópatas tales como Edmund Kemper, Ted Bundy, John Wayne Gacy, Charles Manson, Jerry Brudos, Monte Rissell y David Berkowitz, entre otros. Así, como explica Ressler

Al final llegué a un punto en el que ansiaba hablar […] con los propios asesinos. […] Queríamos aprender más sobre qué factores en su entorno, infancia y contexto les habían conducido a desear cometer tales crímenes. Y también queríamos conocer más detalles sobre dichos crímenes.

  El análisis de estos agentes del F.B.I. se basaba en dos fuentes principales: la información obtenida de esas entrevistas que, una vez sistematizada permitía discernir y documentar patrones en el origen y el comportamiento de los asesinos en serie, y los informes de las escenas de crímenes, con los que realizaban inferencias sobre las características psicológicas reveladas por el comportamiento reflejado en las pruebas materiales. O, por decirlo de otra manera, para intentar atrapar a un asesino en serie intentaban entender al hombre e intentaban entender su obra. Douglas lo explica de la siguiente manera

 

Parte de mi evaluación de alguien como Ed Kemper viene de encontrarme con él e interactuar con él de manera personal. El resto viene de estudiar y entender su trabajo.

  Según Ressler, el objetivo de este método era “buscar maneras de comprenderlos, de forma que pudiéramos movernos más deprisa en la captura del siguiente asesino en serie”.

  Aunque Douglas y Ressler no lo sabían, lo que estaban haciendo era aplicar a la investigación policial el método de estudio denominado “timología” por Ludwig von Mises y que se basa en el verstehen o “entendimiento”. Como explica Mises en Teoría e Historia, la experiencia timológica es lo que conocemos sobre los juicios de valor, las acciones determinadas por éstos y las respuestas que estas acciones tienen en otra gente. Esta experiencia viene de la capacidad de introspección y se adquiere observando a otros hombres e interactuando con ellos o leyendo y escuchando sobre ellos. De esta manera, nos podemos formar una opinión de su futura conducta. La experiencia timológica, de la misma forma, nos ayuda a comprender las acciones de los hombres en el pasado. La base de la experiencia timológica se encuentra en el uso de lo que la epistemología alemana llamó el Verstehen (“comprensión”).

 

La comprensión establece el hecho de que un individuo o grupo de individuos se embarcaron en una acción concreta que emanaba de unos concretos juicios de valor y elecciones, apuntando a objetivos concretos y que han aplicado unos medios concretos para la obtención de esos fines, medios sugeridos por unas concretas doctrinas tecnológicas, terapéuticas y praxeológicas. Además, intenta apreciar los efectos y la intensidad de los efectos provocados por las acciones; intenta asignar a cada acción su relevancia, es decir, su influencia sobre el curso de los acontecimientos. (Mises, Human Action)

  Según Mises, la timología es el método que siempre aplican los historiadores y otra gente a la hora de comentar los sucesos humanos del pasado y anticipar los acontecimientos futuros.

  La esencia del verstehen es la capacidad para ponerse en la piel de otra persona. Esta cualidad es destacada por Douglas, quien explica que uno de los factores esenciales de su trabajo es ponerse en el lugar del asesino en serie y en el de la víctima.

 

Para ser un buen creador de perfiles tienes que ser capaz de evaluar un amplio abanico de datos y pruebas. Pero también tienes que ser capaz de ponerte en el lugar tanto del agresor como de la víctima. Tienes que ser capaz de recrear la escena del crimen en tu cabeza. Necesitas saber tanto como puedas sobre la víctima de modo que puedas imaginar cómo puede haber reaccionado. Tienes que ser capaz de ponerte en su lugar.

  Y añade

Tengo que ponerme en la posición del agresor, pensar como piensa, planear con él, entender y sentir la gratificación en este momento de su vida en el que sus fantasías reprimidas se vuelven realidad y por fin tiene el control, siendo totalmente capaz de manipular y dominar a otro ser humano. Tengo que caminar en los zapatos del asesino.

  Ressler también menciona la necesidad de ponerse en la piel del asesino.

 

Quería conocer qué hacía actuar a esta gente, entender mejor la mente del asesino. Pronto, mi curiosidad se sistematizó y las entrevistas se pusieron bajo el paraguas del Bureau […] Utilizando un protocolo de 57 páginas, entrevistamos a 36 asesinos encarcelados, concentrándonos en sus historias, sus motivos y fantasías, sus acciones específicas. Finalmente, fuimos capaces de discernir patrones importantes en sus vidas y aprender algo sobre el desarrollo de su motivación para asesinar.

  Sin embargo, que estos agentes fueran capaces de penetrar en la mente de los asesinos en serie para entender sus motivaciones no significa que empatizaran con ellos ni que acabaran justificando sus atroces acciones. En ese sentido, creo que ambos habrían suscrito las siguientes palabras de Mises.

 

El entendimiento no debe ser confundido con la aprobación, ni siquiera condicional o circunstancial. El historiador, el etnólogo, y el psicólogo a veces registran acciones que consideran repulsivas y repugnantes; las entienden únicamente como acciones, es decir, establecen los motivos subyacentes y los métodos tecnológicos y praxeológicos aplicados para su ejecución. Entender un caso individual no significa justificarlo o excusarlo. (Mises, Human Action).

  Gracias al bagaje de información y a la experiencia adquirida, Douglas y Ressler pudieron ayudar en numerosas investigaciones que conducirían a la detención de peligrosos asesinos en serie. Sus perfiles ayudaron a poner entre rejas, entre otros, a Wayne Williams, estrangulador de niños, condenado por dos asesinatos y sospechosos de otras 22 muertes; David Carpenter, apodado “El asesino del sendero”, que mató a al menos a 10 excursionistas en parques naturales de California; Robert Hansen, “El panadero carnicero”, que secuestró, violó y soltó en los bosques de Alaska a 17 mujeres, al menos, para cazarlas como animales; Richard Chase, “El vampiro de Sacramento”, llamado así porque se bebía la sangre de sus víctimas, además de realizar actos de necrofilia y canibalismo con los cadáveres; John Joubert, “El ladrón de niños de Nebraska”, condenado por tres asesinatos; y Dennis Rader, “El asesino BTK”, cuyo apodo derivaba de las letras en inglés de su código de conducta “Bind, Torture, Kill” (atar, torturar, matar) y responsable de, al menos, ocho asesinatos.

  El trabajo de Douglass y Ressler contribuyó al encarcelamiento de estos asesinos despiadados. El arma secreta que emplearon fue la timología.