LO QUE LA ANTIGUA INDIA PUEDE ENSEÑAR A LA FRANCIA DE MACRON

 

 

    -Ignacio Almará –   

 

  La salud pública es la disciplina que se encarga del bienestar de las poblaciones. Por lo general, se entiende que este servicio a la comunidad debe ser ofrecido por el Estado ya que su alcance más allá del individuo lo hace competencia del órgano que administra las comunidades. Esta filosofía que ampara con agrado la intervención gubernamental se da, por ejemplo, en aspectos como el alcantarillado o la vacunación.

  En este artículo nos centraremos en este último aspecto, la vacunación.

  En el siglo XX las campañas de vacunación fueron muy abundantes y, en gran parte, fueron financiadas con fondos públicos y promovidas por los gobiernos. En los últimos años, las crisis de salud por enfermedades infecciosas como el ébola o la gripe A han disparado de nuevo la preocupación de la gente por este problema. Es una opinión generalizada la de que es el Estado el que debe encargarse de la vacunación, no solo del establecimiento de los calendarios vacunales (que dicen de qué y cuándo hay que vacunarse) sino que las vacunas deben ser financiadas a través de fondos públicos obtenidos a través de impuestos, y está comenzando a ser común la defensa de la obligatoriedad de las vacunas.

  Muestra de esto último es la iniciativa del gobierno francés para el año 2018, el cual propone hacer obligatoria la vacunación de 11 enfermedades ante la preocupación por los aumentos en el número de infectados.[i]

  El intervencionismo en esta disciplina no es extraño. Desde hace mucho tiempo los gobiernos vienen financiando la investigación y las campañas de vacunación. Esto, sumado a la omnipresente intervención de los políticos en materia sanitaria, hace que la adopción de medidas por parte de los gobiernos en este campo no solo se entienda como lo normal sino también como lo deseable. Para justificar esta intervención se suele defender que la vacunación debe ser materia del ministerio porque trasciende al individuo, que debe ser gratuita y que se puede llegar a concebir como obligatoria.

  Resulta, de hecho, inconcebible otro abordaje del problema, ya que no se conocen, al menos por parte del público general, alternativas a la salud pública controlada por el Estado.

  Sin embargo, en este artículo intentaremos ofrecer otra perspectiva del problema.

  La inmunización a través de la historia.

  Clásicamente se entiende que la vacunación comienza con el Dr. Edward Jenner, quien se dio cuenta de que las ordeñadoras de vacas no enfermaban con el virus de la viruela humana. Ante esto se dispuso a realizar un experimento sobre un niño en el año 1796. En el experimento, raspó las costras de viruela bovina de la lechera Sarah Nelmes e inoculó el contenido purulento de las mismas en los brazos del niño de nueve años James Phipps. Tras esto, el niño sufrió un breve episodio de fiebre e inquietud y posteriormente se recuperó, quedando inmunizado ante la viruela.[ii]

  Este doctor, discípulo de John Hunter,[iii] fue uno de los primeros en promover la vacunación, y gran parte del tiempo lo hizo de forma privada, repitiendo la misma operación que había realizado sobre James Phipps en los vecinos de su localidad. Poco después, la comunidad médica se enteró del grandioso descubrimiento y Jenner comenzó a ascender en la jerarquía de las sociedades científicas de la Inglaterra del momento, recibiendo, posteriormente, subvenciones públicas con el fin de continuar sus investigaciones.[iv]

  Sin embargo, antes de que Edward Jenner presentara su celebérrimo trabajo, existían otras formas de prevenir la enfermedad por el virus de la viruela.

  La India ha sido desde tiempos inmemoriales cuna de descubrimientos y avances médicos. El conocimiento médico tradicional, conocido como ayurveda por los indios, lleva miles de años evolucionando y, aunque ahora no disfruta del estatus y rigor científico que tiene la medicina occidental, fueron muchas las innovaciones que los médicos occidentales importaron de la India. Entre ellas cabe destacar la extracción de cálculos renales, la extracción de cuerpos extraños, las cesáreas o la famosa rinoplastia india, intervención de reconstrucción nasal a través de un colgajo vascularizado cuya práctica, aunque está documentada en Italia en el siglo XVII, no se generalizó en Europa hasta el siglo XIX.

  El conocimiento médico indio, además, tenía un carácter preventivo, es decir, buscaba prevenir la enfermedad y mantener la salud, y por ello se centraba fuertemente en los hábitos dietéticos. Sin embargo, en la medicina terapéutica, la que entendemos como más común en occidente, el ayurveda estructuraba su conocimiento en una forma exactamente igual a la actual medicina occidental. El ayurveda se dividía en ocho ramas, las cuales, según el médico legendario Cháraka, eran: principios generales de medicina, patología, diagnóstico, fisiología y anatomía, pronóstico, terapéutica, farmacología y medios para asegurar el éxito en el tratamiento.[v]

  Aunque el ayurveda, no disponía de todos los conocimientos necesarios, como anatomía de órganos craneales o de fisiología de la ventilación pulmonar, los médicos indios, también llamados vaidyas, tenían un gran conocimiento del cuerpo humano. Es tal el nivel de conocimiento al que llegan que se tienen registros de que en el año 1000 d.C. se empezaron a realizar variolizaciones. Éstas son un arcaico sistema de inmunización basados en entrar en contacto con las costras o postillas de aquellos que han estado previamente infectados. Lo que se hacía en la India era triturar estas postillas previamente extraídas de un infectado o rascarlas directamente para sacarle el pus, y el producto de estas dos operaciones inocularlo dentro de una herida realizada a un no infectado. El fin era inmunizar al no infectado para que no tuviera que padecer la enfermedad posteriormente.

  Las descripciones registradas indican que la gente de los pueblos hacía colas para “comprar la enfermedad”, la cual era ofrecida por los vaidyas. Una vez realizada la intervención, se sufría la infección durante un pequeño período, y antes de una semana se estaba perfectamente.

  En la China del siglo XVI hay descritas situaciones similares, en las cuales los individuos que pretendían inmunizarse trituraban las costras secas y las esnifaban a través de distintos métodos.

  Sin embargo, el documento más fiable que tenemos sobre la variolización se lo debemos a la mujer del embajador inglés en Constantinopla, Lady Mary Wortley Montagu.

  Esta aristócrata inglesa del siglo XVIII cuenta en una carta a una amiga cómo en uno de sus paseos por Constantinopla observó una variolización. Lady Mary probó ella misma el método. Contactó con una anciana que le trajo un “frasco con la mejor viruela” y tras realizarle un corte en una vena le introdujo una cantidad ínfima del pus contenido en el frasco. Tras esta experiencia decidió variolizar a su hijo con la supervisión del médico de la embajada. Cuando volvió a Inglaterra extendió el sistema y la variolización se volvió muy común.

  Edward Jenner tenía 13 años cuando Lady Mary murió. Para cuando Edward Jenner descubrió la vacuna, la cual ya había sido vislumbrada por otros médicos, la variolización traída por Lady Mary era una práctica muy extendida por Inglaterra. Los propios datos demostraban que era un método efectivo. La tasa de mortalidad en una epidemia de viruela es del 30%, con la variolización era del 2%. La vacuna mejoró aún más los resultados y redujo la tasa de complicaciones.[vi]

   Como hemos visto, en el ejemplo de la India, el proceso de inmunización de la comunidad no se produjo por un mandato coactivo por parte del gobierno sino que se produjo a través de un sistema espontáneo en el que la gente, con el fin de no infectarse y no infectar a sus seres queridos y a los demás, acudía de forma voluntaria a hacerse con la inmunización. Es lógico pensar que ante una situación como la aparición de un brote de viruela, la gente esté preocupada por su salud y quiera inmunizarse. En el ejemplo de Lady Mary Montagu vemos una situación exactamente igual, en la cual acude a variolizar a su hijo de forma plenamente voluntaria. Cabe subrayar que en ambos casos se pagaba por la variolización como se hace por cualquier otro servicio que se presta en la sociedad, de la misma forma que se paga por la ropa, la comida o por cualquier otra necesidad por básica y urgente que sea.

 

   Conclusiones.

  A pesar de que solemos pensar en la salud pública y comunitaria como una competencia del órgano de gobierno, hemos visto ejemplos que demuestran que existen incentivos suficientes para que se produzca un proceso de inmunización comunitaria voluntaria y que este proceso es posible gracias a la gente que oferta el servicio deseado. Además, se puede administrar de forma totalmente privada, a través del pago de un precio establecido por el mercado, como ocurre con la comida, la ropa, la higiene personal o cualquier otra necesidad básica. Los ejemplos empleados, aunque alejados en el tiempo, nos dicen que el individuo debe poseer siempre plenas libertades sobre sí mismo y su propiedad, y que ni siquiera la vacunación por la fuerza o su financiación pública están justificadas. Es más, este proceso observado sería, presumiblemente, mucho más fácil y barato a día de hoy, gracias a los sistemas de producción en masa y de conservación de sustancias.

  Por ello, podemos concluir que el papel del gobierno en este aspecto es innecesario o en el mejor de los casos redundante.

 

[i] “Francia establece la vacunación obligatoria para 11 enfermedades”, El País (9 de Julio de 2017), disponible en https://elpais.com/elpais/2017/07/06/mamas_papas/1499332165_960207.html

[ii] Para un estudio detallado de la obra de Jenner y la vacuna véase Stefan Riedel, “Edward Jenner and the history of smallpox and vaccination”, Proceedings (Baylor University. Medical Center) 18, 1 (Enero 2005): 21–25. Disponible en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1200696/

[iii] John Hunter (1728 – 1793) fue un importante médico y cirujano inglés. Esclareció el funcionamiento del sistema linfático, el desarrollo óseo y dental, el desarrollo del embrión, estudió las heridas de bala y fue un gran anatomista. Es una de las figuras más ilustres de la historia de la medicina.

[iv] A partir de ahí, la historia de la vacunación está bastante ligada a la acción estatal. Tradicionalmente se señala a Xavier Balmis como uno de los grandes promotores mundiales de la vacunación sistemática. Poco después del descubrimiento de Jenner, partió desde A Coruña una expedición financiada por el rey Carlos IV de España con el fin de llevar la vacuna de la viruela por todas las colonias del reino. La expedición se proponía ir desde A Coruña hasta Filipinas pasando por Canarias y el Nuevo Mundo, con el fin de proteger a todos los habitantes de los territorios españoles. Sin embargo, los métodos empleados por Balmis contrastaban con el supuesto humanismo que lideraba la expedición. Para la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna se reclutaron a 22 niños, de los cuales murieron 2 antes de llegar al Caribe, que servían para un único fin, transmitirse el virus de la viruela vacuna de unos a otros para mantener activo el pus y poder írselo inoculando de unos a otros. Sin embargo, esto presentaba un problema logístico, una vez pasado el período de inmunización, los niños dejaban de ser útiles para el fin de la expedición, por lo que debían ser dejados en los próximos puertos. Aunque se sabe que en México Balmis intentó garantizar su educación y residencia, poco se sabe del futuro de los niños que fueron quedándose en los puertos. En el viaje hasta Filipinas, se sabe del sufrimiento que tuvieron que pasar los niños-vacuna, los cuales debían convivir con las ratas y soportar las violentas sacudidas del barco y su carga. Aunque el fin de la expedición podía ser moralmente encomiable, los medios empleados fueron bastante discutibles. Para un repaso detallado del viaje de Balmis véase Luis Miguel Ariza, “La odisea del doctor Balmis” (24 de Enero de 2010), disponible en https://elpais.com/diario/2010/01/24/eps/1264318009_850215.html

[v] Ver Charles Leslie, Asian Medical Systems: a Comparative Study (Berkeley: University of California Press, 1977). Para un breve repaso histórico sobre la vacunación en la India véase Chandrakant Lahariya, “A brief history of vaccines & vaccination in India”, Indian Journal of Medical Research, 139, 4 (Abril 2014): 491–511. Disponible en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4078488/

[vi] Para una historia general de la vacuna y la actualidad de la misma véase el documental Amor, miedo y vacunas, disponible en http://www.rtve.es/alacarta/videos/documentos-tv/documentos-tv-amor-miedo-vacunas/3640379/