Estamos avanzando en la dirección equivocada. Una expansión de la influencia del Estado no tiene cabida en un mundo globalizado. Sin embargo, las ideas nacionalistas y socialistas han sobrevivido en casi todos los Estados. Debemos decir adiós a las ideas nacionalistas y socialistas en la medida de lo posible y transferir más responsabilidades a los ciudadanos. No necesitamos más Estado, sino significativamente mucho menos. Debemos fortalecer la voluntad de participar en la solidaridad privada y fortalecer a las familias como fundamento de la sociedad.
S.A.S. Príncipe Soberano Hans-Adam II de Liechtenstein, en una entrevista para la edición de la Handelszeitung, 2 de enero de 2007.
En una era de crecientes superestados y creciente centralización, o en otras palabras: en un momento de intensificación de los conflictos entre las agendas nacionalistas y socialistas siempre omnipresentes, no es difícil perder la pista – o, de hecho, ni siquiera darse cuenta – de los pocos lugares en este mundo donde la libertad individual prevalece sobre los conceptos mencionados anteriormente.
Liechtenstein es uno de esos lugares, y a pesar de que su territorio sólo abarca un pedazo de tierra de aproximadamente 60 kilómetros cuadrados de terreno montañoso en el centro de Europa, sus ideas radicales sobre los límites de los aparatos del Estado están creciendo de forma cada vez más patente para el resto del mundo. Pero, ¿cómo y por qué pivota Liechtenstein lejos de las tendencias de estatismo que atormentan al resto del mundo en distintos grados? Con el fin de obtener una respuesta, es importante primero hacerse a la idea de los sistemas políticos subyacentes que proporcionan los fundamentos para el florecimiento de la libertad en este principado.
Aparte de la vecina Suiza, Liechtenstein es el único Estado en el que la democracia directa está completamente desarrollada y, a fin de cuentas, sólo se requeriría una acción de la mitad de sus 35.000 ciudadanos para aprobar o abolir cualquier ley, reglamento, o incluso constitución. También existe un elemento de democracia indirecta a través de oligarcas democráticamente electos pertenecientes a partidos políticos (como es, por desgracia, moneda común en todas las democracias occidentales), que comparten más o menos el mismo poder de decisión que la Casa del Príncipe de financiación privada, pero estas últimas piezas del entorno político en Liechtenstein (el parlamento y la monarquía) pueden ser sustituidas mediante un acto de democracia directa; las iniciativas populares requieren 1.000 firmas (el 5% del electorado) o, alternativamente, la aprobación de tres municipios para llevar a cabo una votación popular, si se trata de leyes. Si la iniciativa propone cambiar la Constitución, se requieren 1.500 firmas o, alternativamente, la aprobación de cuatro municipios.
Naturalmente, un anarquista podría afirmar que un monarca de una familia que ha reinado durante siglos no puede estar a favor de la abolición del Estado. En respuesta, me gustaría señalar que no es el Estado ni el contribuyente el que paga a los Príncipes de Liechtenstein por sus funciones como Jefes de Estado. El costo total de nuestra monarquía, a diferencia de casi todas las otras monarquías, está cubierto por fondos privados del Príncipe o de la Casa del Príncipe.
S.A.S. Príncipe Soberano Hans-Adam II de Liechtenstein, El Estado en el Tercer Milenio, Introducción (Página 3).
Además, hay 11 municipios autónomos en Liechtenstein y cada uno de ellos también cuenta con sistemas individuales de democracia directa regional. Estos sistemas están constitucionalmente protegidos por el Estado de Liechtenstein y, a partir de la reforma constitucional de 2003, incluyen el derecho de voto a favor de la secesión (hablaré más sobre esto más adelante). Esto significa, efectivamente, que si aproximadamente 183 de los 366 ciudadanos del municipios de Planken se reunieran mañana por la mañana para decidir que Planken se escindiese de Liechtenstein con el fin de unirse a otro país, o incluso para formar una entidad soberana o anárquica, su derecho estaría constitucionalmente garantizado.
El Estado debe tratar a sus ciudadanos como una empresa trata a sus clientes. Para que esto funcione, el Estado también necesita competencia. Por ello, apoyamos el derecho de la autodeterminación en el ámbito municipal, con el fin de acabar con el monopolio del Estado sobre su territorio.
S.A.S. Príncipe Soberano Hans-Adam II de Liechtenstein.
A primera vista, nada de esto parece tener mucho que ver con el liberalismo; después de todo, la posibilidad de un ataque por parte del 51% es algo muy malo (pregúntenselo a la comunidad Bitcoin) y hay algunas comparaciones muy exactas que podrían trazarse entre la democracia y la violación en grupo, pero en el contexto de una comunidad muy unida como Liechtenstein, se crea una sensación de seguridad frente a la naturaleza expansiva del poder público, como una relación de negocios casi privada con el Estado donde la competencia existe hasta un grado satisfactorio, a pesar de que los “clientes” son en este caso grupos de entre 366 y 5.811 personas (la población de los municipios de menor y mayor población).
Pero, ¿quién es el responsable de dar con este modelo de Estado? ¿Es Liechtenstein un país de sabios que por algún tipo de iluminación divina han sido capaces de proteger sus libertades mientras que nosotros perdemos cada vez más las nuestras? Apenas es así, y de hecho un vistazo rápido a la rica historia del Principado muestra un aumento del nacionalismo y el socialismo equivalente al experimentado por el resto de países de nuestro entorno en los siglos XIX y XX.
Sin embargo, sí hay algo bastante singular en Liechtenstein, y es la increíble sabiduría de sus monarcas, que procede de su capacidad de reflejar desinteresadamente la historia y aprender de ella. Esto queda muy claro en el libro del Príncipe Hans-Adam II, El Estado en el Tercer Milenio (que se puede pedir a Amazon o directamente a la Editorial), que es, en palabras de Hans-Adam, “un manual político, reunido durante siglos por mis antepasados y por mí mismo durante décadas”. Este libro es una lectura muy interesante tanto para minarquistas como para anarcocapitalistas, pues, aunque el Príncipe rechaza la “anarquía” como tal (o al menos su concepción de la misma), su reconocimiento del Estado como “una amenaza real para la vida y la libertad de las personas” le lleva a reivindicar una sorprendentemente redefinición libertaria del Estado.
Me gustaría exponer en este libro las razones por las cuales el Estado tradicional como empresa monopolística no es solamente una empresa ineficiente, con una mala relación calidad-precio, sino aún más importante, se convierte en un peligro tanto mayor para la humanidad cuanto más longevo.
S.A.S. Príncipe Soberano Hans-Adam II de Liechtenstein, El Estado en el Tercer Milenio, Introducción (Página 2)
Voy a tratar de exponer la visión de Hans-Adam para el Estado del futuro de un modo conciso que atraerá especialmente a los lectores de Rothbard u otros libertarios modernos. Para ello, imaginemos que hay una revolución anarcocapitalista en América; el IRS [Hacienda Norteamericana] está cerrado, y lo mismo ocurre la NSA [Agencia Nacional de Seguridad], CIA [Agencia Nacional de Inteligencia] DEA [Agencia Nacional Antidrogas], y cualquier otra institución gubernamental que fundamenta su existencia en el uso de la fuerza y la violación del NAP [Principio de no-agresión]. Todos los demás sectores del Gobierno carecen ahora de financiación, ya que no existen impuestos.
La cuestión que Hans-Adam II parece preguntarnos en esta situación es la siguiente: ¿Desaparecerán todas estas instituciones ahora quebradas, o serán algunas de ellas capaces de sobrevivir como parte de una gran empresa privada de servicios múltiples que se adhiera a una Constitución que también sea aceptada por los clientes de la empresa (esto, en esencia, es lo que él denomina “Estado” a lo largo de todo El Estado en el Tercer Milenio)? En otras palabras, ¿Se hará pedazos la Constitución de los Estados Unidos y será olvidada, o es posible que sobreviva como un contrato voluntario? Yo personalmente no tengo una respuesta, pero la opinión de Hans-Adam es que una vez que tenemos claro que los Estados ya no pueden hacer cumplir sus reglas a través de la coacción, esta solución de gobernanza voluntaria es en principio preferible; después de todo, los seres humanos son animales de costumbres y ya han experimentado más de 3 mil años de formas de gobierno – dicho esto, él incluso reconoce que “los avances presentados en este libro les parecerán a algunos demasiado grandes; para otros, serán demasiado pequeños. Sin embargo, quizá en el cuarto milenio, la humanidad esté en condiciones de hacerse la pregunta: ‘¿Por qué necesitamos un gobierno en absoluto?’”.
Demos forma a un país en el que, en la medida de lo posible, sean los propios individuos, no el Estado, quienes tomen las decisiones de cada individuo y decidan sobre sus necesidades.
S.A.S. Príncipe Luis de Liechtenstein; 16 de agosto de 2005.
Pero si el príncipe está tan interesado en los derechos individuales, ¿por qué los individuos en Liechtenstein no son libres para escindirse del país? ¿Qué les impediría tomarse la molestia de persuadir a la mitad de su municipio para acabar con el gobierno obligatorio? En la investigación adicional al hilo de la reforma constitucional de 2003 se obtiene información fascinante al respecto, y parece que Hans-Adam II en un principio solicitó el derecho a la libre determinación no sólo a nivel municipal, sino también a nivel individual, lo que habría permitido a los ciudadanos no sólo escindirse a sí mismos del país, sino también a la totalidad de su propiedad privada, de modo que el concepto de “ciudadanos soberanos” fuese una posibilidad legal. En El estado en el Tercer Milenio, el príncipe Hans-Adam II enuncia: “Nosotros en la Casa Real estamos convencidos de que la Monarquía de Liechtenstein es una asociación entre el pueblo y la Casa del Príncipe, una asociación que debe ser voluntaria y debe estar basada en el respeto mutuo. Puesto que en la Casa Real estamos convencidos de que la Monarquía puede suponer una contribución positiva para el país y su pueblo, si la mayoría de las personas así lo desean, y si se reúnen ciertas condiciones como la autonomía de nuestra familia según establece la ley de nuestra Casa, asumiremos con mucho gusto la jefatura del Estado”.
Sin embargo, también hay que recordar que la Casa Real tiene el poder de vetar cualquier proyecto de ley propuesto por el Parlamento, y que lo contrario también es cierto. En este caso, el Parlamento amenazó con vetar la enmienda constitucional propuesta por Su Alteza Serenísima argumentando que se abusaría de forma errática de esta nueva posibilidad legal y traería el caos, de modo que la proposición fue restringida a la secesión solamente a nivel municipal, tal y como existe hoy. Todo esto se explica con más detalle en las páginas 283-284 de “La Libertad y la Prosperidad en Liechtenstein: un análisis Hoppeano”, de Andrew Young de la revista Journal of Libertarian Studies, Volumen 22, un gran estudio que recuerda los argumentos de Hans-Hermann Hoppe en favor de la monarquía frente a la democracia, lo que nos proporciona nuestro primer vínculo entre Liechtenstein y la economía austriaca.
Y esta no es la única conexión. Imaginad mi sorpresa cuando me enteré de que muchos miembros de la Casa Real están realmente involucrados en un think-tank de economía, la ECAEF [Centro Europeo de la Fundación para la Economía Austriaca]. Su creencia en la economía de libre mercado es tal que, efectivamente, han sentido la necesidad de apoyar personalmente la causa de la economía austriaca, una escuela económica que no cuenta con ningún otro representante entre los jefes de Estado.
Hay desigualdad en todas las formas sociales, y siempre la habrá […] La redistribución [forzosa] no puede ser la solución, [pues] debilita la economía.
S.A.S. Príncipe Michael Von Liechtenstein, presidente del ECAEF durante una entrevista en enero de 2013.
El Príncipe Michael también citó a Ludwig von Mises en esta ocasión, diciendo: “Las riquezas de los ricos no son la causa de la pobreza de uno”.
La fundación se financia, obviamente, de forma completamente privada, al igual que la Casa Real. Entre otras actividades, el ECAEF organiza una conferencia anual y un certamen de ensayo (El tema de este año [2014]: “Confiar a los políticos nuestro dinero es como dejar a un gato a cargo de un tarro de nata”). También lleva a cabo una serie de comunicados de prensa, incluyendo los artículos que a veces aparecen en los periódicos de Liechtenstein, y tiene algunos vínculos con el equivalente europeo de Estudiantes por la Libertad.
Las élites políticas y sus burocracias siempre han tratado de restringir las libertades civiles […] Después de todo, el conocimiento de las circunstancias de la persona abre posibilidades para el abuso, y por lo tanto la posibilidad de restringir la libertad individual a través de más controles gubernamentales. Un círculo vicioso, un círculo vicioso sin fin.
S.A.S. Príncipe Michael Von Liechtenstein, presidente del ECAEF, en El creciente Estado de Vigilancia (en alusión a la NSA y otras agencias de espionaje) para la cuadragésimo primera edición de Finanz und Wirtschaft [Finanzas y Economía] (28 de mayo 2014).
Invito a los lectores de este artículo a sacar sus propias conclusiones sobre Liechtenstein, su familia soberana y si ésta ejemplifica o no los valores libertarios que nos son tan caros, pero personalmente yo no necesito más convencimiento. No puedo recordar cuántas veces me han mandado a vivir a Somalia desde que adopté la etiqueta de “anarquista”, y, sinceramente, ya no me molesta demasiado desmontar la falacia “Somalia = anarquía libertaria”, no se trata de un gran desafío, pero este argumento viene a menudo acompañado de la cuestión acerca de la existencia (y supuesta viabilidad) de un país libertario. Siento que, gracias a Liechtenstein, ahora estamos en condiciones de demostrar que la libertad funciona.