LAS MATEMÁTICAS AL SERVICIO DE LA DEPREDACIÓN
– Óscar R. Carreiro –
Las matemáticas han sido, históricamente, una de las herramientas utilizadas por los Estados para facilitar su proceso de depredación. Los Estados han utilizado las matemáticas tanto para recabar información sobre los recursos como para justificar su propia existencia.
En cuanto a los fines prácticos, tienen una larga historia. Se puede decir que los inicios históricos del uso depredador de las matemáticas se encuentran en el Antiguo Egipto, donde los faraones lograron recopilar datos relativos a la población y riqueza del país. De acuerdo con Heródoto, los faraones utilizaron la geometría para medir la superficie de las tierras de cultivo y establecer así los tributos.[i]
El ejemplo más claro del uso de las matemáticas por parte del Estado se encuentra en el desarrollo de la estadística.
En la época Moderna, el desarrollo de la estadística estará inevitablemente ligado con el Estado y la política. Podemos señalar cinco puntos de esta relación: 1) la realización de censos por parte de las monarquías para conocer la población y riqueza de un país, actividad ligada a la idea de soberanía y a la organización administrativa; 2) el mercantilismo, que promovió la intensificación del tipo anterior de investigación. Colbert, por ejemplo, multiplicaría las encuestas sobre artículos manufacturados, el comercio, la población, etc.; 3) la aritmética política, configurada en Inglaterra y que, a los propósitos mercantilistas, añade la fábula de conocer científicamente las leyes que gobiernan el desarrollo de la sociedad; 4) la Staatekunde, práctica alemana que buscaba la descripción cuantitativa del Estado; 5) el cálculo de probabilidades, que se utilizará, en primer lugar en Francia, para el estudio de fenómenos cuyas causas son demasiado complejas para conocerlos totalmente y hacer posible su análisis.
Las motivaciones para recolectar y estimar datos cuantitativos, como los de los censos o las investigaciones sobre la industria o el comercio, estaban relacionadas con la actividad recaudatoria del Estado, las transacciones del comercio exterior o la búsqueda de conocimiento sobre la población. Es decir, conocimiento útil para la actividad extractiva y de control del Estado.[ii] La introducción del pensamiento cuantitativo para abordar cuestiones económicas y sociales coincide con el desarrollo de los Estados nacionales. Los intereses económicos del monarca centran la atención de un nuevo grupo de pensadores mercantilistas que buscan el aumento de la riqueza del rey como fundamento de su poder y justifican la intervención del Estado en la economía para regular su funcionamiento.[iii]
La fundamentación del uso de la estadística tiene su origen en la concepción baconiana de la ciencia: sólo se deben utilizar conceptos derivados de la experiencia que son los que permiten descubrir la estructura interna tanto de los fenómenos naturales como de los sociales.[iv] Se creía que, de la misma manera que se pueden establecer leyes de la naturaleza que se cumplen con regularidad, se pueden determinar leyes sociales, las cuales se describen como regularidades útiles para la administración pública.[v]
Como una evolución de las investigaciones mercantilistas, y en línea con la concepción baconiana de la ciencia, aparecerá en el siglo XVII la “aritmética política”.[vi] Dicho término fue acuñado por Sir William Petty (1623-1687), físico, músico, médico, matemático y uno de los primeros econometras. La intención de Petty, expuesta en su obra Political Arithmetic (1690), era documentar todos los componentes naturales, sociales y políticos de un Estado para tener una base sólida sobre la que tomar decisiones y así evitar controversias políticas. Petty definía la aritmética política como el “arte de razonar con números sobre cosas relacionadas con el gobierno”.[vii] Proponía obtener datos e interpretar la realidad de manera cuantitativa, como medio de asegurar su objetividad y certidumbre. En Petty es evidente una gran influencia de Hobbes. Dicha influencia lo convertía en un defensor férreo de la soberanía del Estado, mostrando un gran interés por las cuestiones relacionadas con éste, como las que tenían que ver con la financiación pública. No es sorprendente, por tanto, que fuera favorable a los impuestos y que afirmara que eran beneficiosos para la sociedad, no sólo como medio de defensa de la propiedad a través del Estado, sino, también, porque servían para estimular la industria y el comercio.[viii] Apoyaba que el Estado adoptara medidas que fomentaran el crecimiento de la población porque consideraba a ésta como una fuente de riqueza para el Estado. Por cuestiones de interés político, insistía en la necesidad de recoger datos sobre la población, su educación o sus enfermedades. El análisis de estos datos serviría para cuantificar el potencial económico de los territorios y para fijar los impuestos.[ix]
Petty estuvo influido por John Graunt (1620-1674), que publicó, en 1662, Natural and Political Observations in the London Bills of Mortality, lo que le vale ser considerado el padre de la demografía. Graunt calculó frecuencias relativas, es decir, promedios, en relación con la población y la mortalidad, y detectó ciertas estabilidades. Este enfoque permanecería como la principal idea de la estadística: buscar “promedios” con el objetivo de detectar “leyes estables”, también llamadas “leyes estadísticas”.[x]
La práctica alemana de la Staatekunde, al igual que la aritmética política, estaba relacionada con el arte de gobierno.[xi] La Staatekunde era una disciplina narrativa y administrativa que buscaba describir el país y la sociedad para deducir la fuerza de un Estado y para facilitar así el gobierno de un país. Su razón de ser era la descripción del país para el beneficio del gobierno estatal.[xii] Además de para propósitos prácticos, como determinar la población y la riqueza para tener información precisa a la hora de extraer recursos, la estadística fue utilizada para dar cuerpo a la entidad abstracta del Estado y para crear una imagen del espacio natural. Las investigaciones estadísticas estaban basadas en la idea de la nación como un objeto que podía ser conocido, medido, comparado y gobernado.[xiii]
En la primera mitad del siglo XIX, la Staatekunde evolucionó en la dirección de la aritmética política. Sin dejar de ser una práctica administrativa se entendió cada vez más como una ciencia que deducía patrones sobre la sociedad a partir de observaciones cuantificables. Al integrar el cálculo de probabilidad se dio la posibilidad de realizar afirmaciones universales a partir de un número limitado de observaciones. En este sentido era sobre todo estadística social. El predominio de las estadísticas oficiales durante el siglo XIX determinó en gran medida la posición académica de la estadística. Se enseñaba en las Facultades de Derecho y muchos de sus practicantes eran juristas. Durante el siglo XIX, la Staatekunde, determinaba cómo se producía el “verdadero” conocimiento y cómo se percibía la realidad. Esto influyó mucho en la metodología estadística. En la versión estadística de la Staatekunde, sólo por medio de mediciones o descripciones exhaustivas se podía obtener un “conocimiento verdadero” o una representación fehaciente de la realidad. Más tarde, por medio de la aceptación e integración de la aritmética política y de la teoría de la probabilidad se aceptaron los estudios muestrales como método de obtener conocimiento fiable, con la idea implícita de que incluso observaciones parciales podían producir conocimiento objetivo. En el siglo XX, se desarrolló la parte exclusivamente matemática de la estadística, y ya no se relacionaba únicamente con los fenómenos sociales y políticos sino que se aplicaba en las ciencias naturales.[xiv]
En Francia, los matemáticos Siméon Denis Poisson (1781-1840) y Pierre Simon Laplace (1749-1827) combinaron las ideas de Graunt y Petty con las ideas fundamentales del cálculo de probabilidades, usando métodos matemáticos mucho más sofisticados, como los teoremas límite y la ley de los números generales, para detectar “leyes estables” y eliminar la variabilidad. Así, la aritmética política se convirtió en un cálculo matemático basado en el concepto de probabilidad.[xv]
Sir John Sinclair, en 1798, se apropió para esta disciplina del término “estadística”, que, como hemos visto, en Alemania se utilizaba para referirse a la investigación de un territorio para conocer la fortaleza de un Estado. Sinclair añadió a esto la investigación “en los estados de un país, con el propósito de determinar el quantum de felicidad disfrutado por sus habitantes, y los medios de su futura mejora”.[xvi] La transferencia en el significado y en la aplicación de la estadística está relacionada con el optimismo dentro de las ciencias naturales y su extensión a las ciencias sociales. Como dice Alain Desrosières:
Al mismo tiempo que el poder del estado, se estaba desarrollando la noción optimista de que un racionalismo basado tanto en las matemáticas como en las observaciones empíricas podía hacer posible una objetividad- y, por tanto, una claridad- que eran asunto tanto de descripciones como de decisiones.[xvii]
Se creía que por medio de la descripción cuantitativa se descubrirían las leyes subyacentes. La idea de la matematización del mundo, la posibilidad de obtener un conocimiento objetivo, inequívoco, y con un grado absoluto de certeza se volvió la meta tanto de las ciencias naturales como de las ciencias humanas y sociales. El éxito de la física durante los siglos XVII y XVIII había alimentado la creencia de que los secretos de la naturaleza podían ser descifrados completamente. La estabilidad observada en muchos fenómenos demográficos alimentó la creencia de que también se podrían establecer “leyes de la naturaleza” para el comportamiento humano.[xviii]
Adolphe Quetelet (1796-1874), en su obra Sûr l’homme et le développement de ses facultés ou Essai de physique social, aplicó la nueva ciencia a los fenómenos sociales, definiendo al «hombre promedio» e inaugurando la sociología, que él llamó “física social”. Quetelet se consideraba el Newton de la sociología y creía haber encontrado la fórmula para calcular la sociedad.[xix] Quetelet revivió el pensamiento básico de que los métodos estadísticos deberían producir leyes significativas como el medio para alcanzar un mayor grado de objetividad. La física social buscaba desvelar las leyes naturales que gobernaban el desarrollo de la sociedad.[xx] La idea de Graunt de buscar promedios alcanzó un nuevo clímax en la “física social” de Quetelet, centrándose en torno al “hombre promedio”. Cualquier desviación del promedio humano se definía como un error o perturbación y se explicaba a través de la “ley del error”, la medida de la probabilidad normal.
Quetelet contribuyó enormemente al éxito de la estadística. En 1829, su colección de datos sociales empíricos llevó a la elaboración del primer censo nacional en Bélgica y Holanda. Como presidente de la Comisión Estadística Central Belga hizo mucho para inspirar la creación de las oficinas estadísticas en toda Europa y trabajó para promover métodos y terminología uniformes en la recolección y presentación de los datos. Bajo su liderazgo se llevó a cabo el primero de una larga serie de congresos internacionales de estadística en Bruselas en 1853. La “física social” de Quetelet, con su aproximación a la metodología de las ciencias naturales, contribuyó a mejorar la reputación de la estadística.[xxi] Gracias a ello se produjo su institucionalización generalizada. En Francia se crea en 1834 una oficina general de Estadística asignada al ministerio de Comercio. En Bélgica en 1830. En Holanda en 1842. La primera oficina general en Inglaterra en 1832. En Alemania, la primera se crea en Berlín en 1805 pero cada Estado alemán fue creando oficinas en diferentes años.[xxii]
A lo largo del siglo XIX, las estadísticas oficiales se utilizaron como un instrumento para informar a los políticos y para guiar el desarrollo de políticas y de tareas gubernamentales generales. El uso de las estadísticas tenía un propósito político cuando no partidista.[xxiii] La utilización de la estadística tenía además la ventaja de proporcionar justificaciones sobre la toma de decisiones políticas basadas en datos supuestamente objetivos y científicos. En Francia, la estadística floreció especialmente durante el régimen napoleónico, que promovió vigorosamente la recolección de información con propósitos administrativos.[xxiv]
En resumen, la estadística partió de distintas fuentes, pero todas tenían un nexo común, el de servir como herramienta a los Estados. Bien fuera la aritmética política de Petty, la Staatekunde alemana o el cálculo de probabilidades aplicado a las ciencias sociales, se esperaba de la estadística que facilitara la toma de decisiones políticas.
La utilidad de la estadística en el aumento del poder estatal fue múltiple. Por una parte servía para motivos prácticos concretos, especialmente información a la que recurrir a la hora de recaudar impuestos. Por otra parte, servía para reforzar la ilusión de que el Estado podía recurrir a un conocimiento científico inapelable a la hora de tomar decisiones, conocimiento asentado en la utilización de la ciencia y del estudio de regularidades aplicado a los seres humanos. Un caso especial de esta ilusión fue el desarrollo de la falacia de que el Estado, por medio de un conocimiento especial, podía regular la vida económica de una manera calculable y predecible, solventando la incertidumbre. La estadística contribuyó, también, a la homogeneización de la sociedad (lo que facilitaba su control), ya que cualquier individuo debía quedar representado en el “hombre promedio”, considerándose las desviaciones como aberraciones de la norma. Además, servía para ayudar a corporeizar el Estado creando la idea de que tenía una existencia inequívoca y representable a través de la estadística. Así, según dice Silvana Patriarca:
La razón de que pensemos en las sociedades modernas […] como agregados de grandes números, es […] el resultado del ascenso de la estadística a un status hegemónico como modo de representación.[xxv]
[i] Heródoto, Historia, trad. Manuel Balasch (Madrid: Cátedra, 2004), p. 244.
[ii] José Luis Navarro, María Leticia Meseguer Santamaría, José Mondéjar Jiménez, Manuel Vargas Vargas, “Los inicios de la aritmética política en la Inglaterra del siglo XVII”, en Historia de la probabilidad y estadística, ed. José María Riobóo Almanzor y Irene Riobóo Lestón, (Santiago de Compostela: A.H.E.P.E., 2011), p. 4.
[iii] Navarro et al., “Los inicios de la aritmética política”, p. 2.
[iv] Navarro et al., “Los inicios de la aritmética política”, p. 7.
[v] Navarro et al., “Los inicios de la aritmética política”, p. 8.
[vi] Para la “aritmética política” ver Alain Desrosières, The Politics of Large Numbers. A History of Statistical Reasoning (Cambridge y Londres: Harvard University Press, 1998), pp. 23-25.
[vii] Karen François y Nele Bracke, “Teaching Statistics in a Critical Way: Historical, Philosophical and Political Aspects of Statistics”, ICOTS-7 (2006): 4.
[viii] Navarro et al., “Los inicios de la aritmética política”, p. 5.
[ix] Navarro et al., “Los inicios de la aritmética política”, p. 6.
[x] “History of Statistics“ [recuperado el 07-04-2014], pp. 1-2, disponible en http://encyclopedia.stochastikom.com
[xi] Ver Desrosières, The Politics of Large Numbers, pp. 19-23.
[xii] François y Bracke, “Teaching Statistics in a Critical Way”, p. 4.
[xiii] Silvana Patriarca, Numbers and Nationhood. Writing Statistics in Nineteenth-Century Italy (Cambridge: Cambridge University Press, 1996), p. 7.
[xiv] François y Bracke, “Teaching Statistics in a Critical Way”, pp. 1-3.
[xv] “History of Statistics”, p. 2.
[xvi] Citado en “History of Statistics”, p. 3.
[xvii] “At the same time as the power of the state, the optimistic notion was developing that a rationalism based both on mathematics and on empirical observations could make possible an objectivity -and therefore a clarity- that were both a matter of descriptions and decisions”. Desrosières, The Politics of Large Numbers, p. 29.
[xviii] Navarro et al., “Los inicios de la aritmética política”, pp. 2-3.
[xix] “History of Statistics”, p. 4.
[xx] François y Bracke, “Teaching Statistics in a Critical Way”, p. 3.
[xxi] “History of Statistics”, p. 4.
[xxii] Juan Ignacio Casal Lino, “Estadística: información para organización y conocimiento de los estados”, en Historia de la probabilidad y estadística, ed. Jose María Riobóo Almanzor y Irene Riobóo Lestón (Santiago de Compostela: A.H.E.P.E., 2011), p. 112. Ver también Patriarca Numbers and Nationhood, p. 1.
[xxiii] François y Bracke, “Teaching Statistics in a Critical Way”, p. 4.
[xxiv] Patriarca, Numbers and Nationhood, p. 2.
[xxv] “The reason why we think about modern societies […] as aggregates of large numbers, is […] the result of a very rise of statistics to a hegemonic status as a mode of representation”. Patriarca, Numbers and Nationhood, p. 2.