LA TRADICIÓN LIBRECAMBISTA EN GALICIA A TRAVÉS DE LA PRENSA AGRARIA
– Miriam González Francisco –
Eran tiempos extraños, tiempos de decadencia y hartazgo, y también de “Desastres”, cuando el siglo XX llegó al noroeste de la Península Ibérica. Galicia se resintió con la crisis agraria finisecular y un espíritu de renovación y cambio se fraguó a través de la publicación de polémicos artículos periodísticos en las revistas agrarias “La Crónica del Trabajo” (1901) y la que podría considerarse su sucesora “Prácticas Modernas” (1903). Los cambios que aterrizaron con el nuevo siglo irían acompañados de un movimiento intelectual que se podría definir como la variante gallega de la corriente Regeneracionista.
La importancia del discurso económico que ambas publicaciones irán configurando tendrá su resonancia en la articulación de la teoría del nacionalismo gallego; los nacionalistas, desde Peña Novo a Risco, asumirán que el librecambismo es “ya no sólo una medida necesaria para Galicia, sino, yendo más lejos, como una prueba de la superioridad de la agricultura gallega sobre el resto del Estado”.[i]
Dos ávidas plumas serán el azote de la Restauración y del proteccionismo. Valeriano Villanueva y Bartolomé Calderón, fueron las figuras principales de sendas revistas y al lado de José Darío Fernández Crespo, entre otros, formarán la denominada generación “entre dous séculos”.[ii]
Este variado grupo de autores, aun careciendo de una formación económica en términos académicos, comenzará a elaborar una serie de recetas para superar el vergonzoso atraso de Galicia.
La lucha contra el proteccionismo, el centralismo, el caciquismo, y la apuesta por el librecambismo serán el estandarte de toda su prosa. Con un estilo directo y sin grandes artificios tratarán de llegar al mayor número de lectores posible, pues ellos pretendían que su revista “resulte buena, práctica y económica a fin de ponerla al alcance de todas las inteligencias y de todas las fortunas”.[iii]
La principal preocupación de estos intelectuales fue la agricultura y la ganadería por considerarlas base de toda la vida económica; su relación con el campo se debe a su posición de propietarios medios y entienden que “en España es la pequeña propiedad rural la que trabaja, que progresa y soporta casi la totalidad de las cargas del Estado; por el contrario es la grande la que se encuentra a la altura de la explotación agrícola de Marruecos y a la cual se sacrifican los intereses económicos de la nación”.[iv] En su análisis parten de la dicotomía entre las regiones del tercio Norte peninsular y el centro y sur del estado español: los latifundios, para ellos totalmente improductivos, contra los pequeños propietarios, de los cuales fueron férreos defensores. Aconsejaban liberar a la pequeña explotación familiar de las extracciones coactivas de renta para aumentar su propio potencial:
[…] no pensemos en cambiar la economía rural, dejémosla como va y ayudemos todos al buenísimo aldeano a sacar de la tierra un rendimiento mayor, instruyéndole prácticamente en los adelantos agrícolas que á este país son más fácilmente aplicables.[v]
Su visión podría compararse a la línea seguida por James Scott en su Elogio del Anarquismo cuando aseguraba que “una sociedad en la que predominen los pequeños propietarios y los pequeños comerciantes se acerca más a la igualdad y a la propiedad popular de los medios de producción que cualquier otro sistema económico concebido o por concebir”.[vi]
Su crítica más feroz pondrá el foco en el centralismo estatal. Bartolomé Calderón llega al regionalismo a través de la crítica del arancel y mantendrá una actitud recelosa ante el Estado[vii]:
Todo lo que en España existe de bueno es la obra particular del ciudadano; por el contrario, todo lo que depende más o menos directamente del Estado, como la Instrucción pública en todas sus formas, el Ejército, la Marina y los arsenales, la recaudación de impuestos y la administración de justicia, etc., presentan la más detestable organización y son el foco de los mayores abusos. El gobierno no hizo, no hace, ni hará nunca nada en provecho de nuestra desdichada ganadería; si desgraciadamente interviniera sería para introducir algún nuevo error, crear algún nuevo vicio y empeorarlos todavía si fuera posible.[viii]
La lógica contra el centralismo estatal se fundamentaba en que el control político del Estado se encontraba en manos de una oligarquía que se nutría gracias a los precios artificiales de los cereales y un sistema fiscal totalmente injusto que constituía un gran lastre para la economía gallega.
La gran apuesta económica de este movimiento serán el liberalismo y el librecambismo. Afirmaban que era precisa una especialización de los diversos territorios del Estado y la supresión de los aranceles. En el caso de Galicia, podría así abandonarse el cultivo del cereal, que era un cultivo obligado ya que el coste del mismo en el mercado interior era muy alto debido al arancel que protegía a los trigueros castellanos (los precios en el mercado internacional de la época era asombrosamente bajos), para especializarse en la ganadería; esa lógica les llevaba a entender que era preciso especializarse en los productos en los que se fuera más competitivo y, de esta manera, solo sobrevivirían las explotaciones que estuviesen más capacitadas:
La competencia comercial, la lucha por la vida, harán dar a la agricultura de cada región el carácter especial que le conviene según su naturaleza y relaciones: nosotros transformaremos nuestra economía rural en el sentido de la producción animal de la cual cambiaremos una parte contra cereales, vinos, etc. En los mercados de Castilla, en el mercado inglés y otros (…) Nuestra prosperidad la obtendremos cuando dispongamos de un régimen político análogo al de los pueblos del Norte (Dinamarca, Inglaterra, Holanda, etcétera) que tienen una construcción análoga a la nuestra, o no la obtendremos nunca.[ix]
La separación y limitación del Estado es una constante en sus escritos, consideraban que el papel jugado por la organización estatal era ineficaz y preferían delegar sus funciones en la acción de la sociedad civil.[x]
La historia política de España de los últimos años ha demostrado, sin excepción alguna, que la intervención directa del gobierno ha sido siempre funestas a todas las industrias que ha tocado.[xi]
A pesar de su demostrada amplitud de visión y de su influencia tanto en el movimiento agrario como en el nacionalismo gallego durante los años treinta, en la actual lucha por la hegemonía del discurso estas recomendaciones parecen haber caído en desgracia y no tienen una gran resonancia ni mediática ni política. Cuando Vicente Risco afirmaba en su Teoría do Nacionalismo Galego que “Galiza é librecambista” continuaba la senda marcada por “Prácticas Modernas”:
El comercio libre de toda traba adecuada, es la única forma que se presta al mejor aprovechamiento de las riquezas naturales de cada país, al bienestar humano y a la desaparición de las contiendas internacionales. El libre cabio es la fórmula económica, internacional, indispensable al progreso humanitario del mundo.[xii]
[i] FERNÁNDEZ PRIETO, Lourenzo; CABO VILLAVERDE, Miguel: “Agrarismo y regeneracionismo en la Galicia de comienzos del siglo XX. El discurso del regionalismo agrícola” en: Agricultura y Sociedad, nº86, Mayo-Agosto, 1998, p.155.
[ii] DURÁN, José A.: Agrarismo y movilización en el país gallego (1875-1912), Siglo XXI, Madrid, 1977, p.119.
[iii] CALDERÓN, B.: “Nuestro objeto”, P.M. nº1, enero de 1903, B. Calderón.
[iv] “La protección de la rutina”,P.M., nº63 B. Calderón.
[v] VILLANANUEVA, V.: “El cultivo del trigo en esta región” P.M. nº18.
[vi] SCOTT, James: Elogio del Anarquismo, Planeta, Barcelona, 2013, p. 139
[vii] CABO VILLAVERDE, Miguel: “Pensamento económico e agrarismo na primeira metade do século XX” en: Documentos de Traballo e Historia, nº3, 1997.
[viii] “La mejora de la ganadería y las corridas de toros” (sin firma, pero con toda seguridade autoría de B. Calderón) C.T. nº18.
[ix] CALDERÓN, B: “Nuestro progreso agrícola depende de nuestra independencia económica” P.M: nº116.
[x] FERNÁNDEZ PRIETO, Lourenzo; CABO VILLAVERDE, Miguel: op.cit. p. 147.
[xi] CALDERÓN, B: “La cuestión pecuaria en el Norte de España”, P.M. nº29.
[xii] CALDERÓN, B: “El arancel y el fomento agrícola” P.M. nº57