LA IZQUIERDA “ANTI-FASCISTA” TIENE MUCHO EN COMÚN CON LOS FASCISTAS ORIGINALES

    – Antony Mueller –   

  Las ideas anti-capitalistas son hoy propagadas de manera más colérica por integrantes de movimientos que se denominan a sí mismos progresistas y «anti-fascistas».

  Pero he ahí la gran ironía: aunque estos auto-proclamados anti-capitalistas (y declarados «enemigos de la derecha») se designen como «anti-fascistas», la realidad es que, más que cualquier otra ideología, el fascismo es exactamente lo que caracteriza sus ideas.

  En definitiva, ¿qué es el fascismo y cuál es el contenido de esta ideología?

  El «Manifiesto Fascista».

  El Manifiesto Fascista fue proclamado en 1919 por Alceste De Ambris y Filippo Tommaso Marinetti.

  En su panfleto, los autores defendían la implantación de un salario mínimo estipulado por el gobierno y de una jornada de trabajo de sólo ocho horas diarias (un valor pequeño en aquella época). Defendían también que los trabajadores tuvieran representantes en los altos escalones administrativos de las industrias y que los sindicatos tuvieran el mismo poder decisorio que los ejecutivos del sector industrial y los funcionarios públicos.

  Los autores del Manifiesto Fascista también exigían un impuesto de renta progresivo (alícuotas más altas para quienes ganaran más), seguro de invalidez respaldado por el estado, y otros tipos de beneficios sociales, además de la reducción de la edad de jubilación.

  Aún más: el Manifiesto exigía la confiscación de la propiedad de todas las instituciones religiosas, así como la estatalización de la industria de armas.

  Y la cosa no paraba ahí: los autores del Manifiesto Fascista también defendían la creación de un sistema corporativista de «Consejos Nacionales» (semejantes a los soviets), los cuales estarían formados por especialistas electos por sus respectivas organizaciones profesionales y tendrían poderes legislativos en sus respectivas áreas.

  Finalmente, De Ambris y Marinetti exigían un pesado impuesto progresivo sobre los beneficios y las ganancias de capital con la intención de expropiar una parte de toda la riqueza de los capitalistas.

  En 1922, el socialista Benito Mussolini ascendió al poder en Italia bajo el estandarte del fascismo, e inmediatamente puso en práctica gran parte de este programa fascista que había sido proclamado en el Manifiesto algunos años antes.

  Comparación con el Manifiesto Comunista.

  Una comparación con el Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Marx y Engels, y publicado en 1848, revela la relación siamesa entre fascismo y comunismo.

  El Manifiesto Comunista de hace 170 años presentaba 10 medidas necesarias para que un país se hiciera socialista. De entre ellas:

  -Impuesto de renta fuertemente progresivo.

  -Centralización del crédito en las manos del Estado, por medio de un banco nacional con capital del Estado usufructuando monopolio exclusivo.

  -Centralización en las manos del Estado de todos los medios de comunicación y transporte.

  -Unificación del trabajo agrícola e industrial con el objetivo de eliminar gradualmente el contraste entre ciudad y campo.

  -Educación gratuita para todos los niños en las escuelas públicas, eliminación del trabajo infantil en las fábricas en su forma actual, y unificación de la educación con la producción industrial.

  Todos estos artículos fueron implantados por los fascistas. Aún de acuerdo con el Decálogo Comunista, los artículos que faltaban para que el socialismo pleno fuera alcanzado bajo el fascismo eran:

  -Expropiación de la propiedad sobre la tierra y aplicación de toda la renta obtenida con la tierra en los gastos del Estado. (Artículo 1)

  -Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y rebeldes. (Artículo 4)

  -Trabajo obligatorio para todos. Creación de ejércitos industriales, en especial para la agricultura. (Artículo 8)

  Pero aún mejora. Tanto los comunistas como los fascistas sirvieron de inspiración a los nazis, que copiaron sus ideas en el programa oficial del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes, lanzado en 1920.

  Las exigencias del Partido Nazi.

  El propio Adolf Hitler en persona estaba presente cuando los 25 puntos del programa del Partido Nazi fueron anunciados el día 24 de febrero de 1920. El término nazismo ya lo decía todo: era la abreviación de NSDAP, que significa Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes).

  En 1925, la Asamblea General del NSDAP declaró que el programa lanzado en 1920 era «inmutable». Y, en 1941, Adolf Hitler determinó que todos los futuros líderes del Reich deberían jurar obediencia a los 25 puntos.

  El Programa del Partido Nazi incluía demandas como:

  -Socialización de empresas monopolistas.

  -Municipalización de las grandes superficies.

  -Expropiación de tierras para propósitos caritativos.

  -Prohibición de la especulación inmobiliaria.

  -Expansión de todo el sistema educativo estatal.

  -Un comprehensivo sistema de escuelas públicas gratuitas, con generosos estipendios y becas estudiantiles.

  -Defensa del medio ambiente en conjunto con la promoción de la salud y de la preparación física de la población.

  En particular, el programa del Partido Nazi exigía:

  -Abolición del «rentismo», es decir, la renta fácil no proveniente del trabajo (artículo 11).

  -Confiscación de los beneficios derivados de actividades de guerra (artículo 12).

  -Estatalización de todas las empresas monopolistas (artículo 13).

  -Distribución de los beneficios de las grandes empresas (artículo 14).

  -Generosa expansión de pensiones y jubilaciones (artículo 15).

  -Creación de una clase media saludable (artículo 16).

  -Reforma agraria adaptada a la necesidades nacionales; creación de una ley para la libre expropiación de tierras para propósitos caritativos. Abolición del consumo de la tierra y prohibición de toda especulación inmobiliaria (artículo 17)

  En el artículo 20, el programa del partido exigía que «el estado debe garantizar que todo nuestro sistema educativo nacional sea completamente expandido» por medio de un amplio sistema de subsidios para la educación.

  En el artículo 21, el programa estipulaba que «el estado tiene el deber de ayudar a elevar el nivel de la salud nacional suministrando centros de maternidad, prohibiendo el trabajo adolescente, aumentando la capacitación física por medio de la introducción obligatoria de juegos, olimpiadas y competiciones gimnásticas, y promoviendo al máximo posible la formación de asociaciones dedicadas a la educación física de los jóvenes».

  Los nazis defendían la creación de un «Ejército Popular» – en nada diferente a aquello que, más tarde, implantarían los socialistas en Asia y en el Este Europeo.

  No hay diferencia.

  Esa selección de demandas existentes en las plataformas de los socialistas, fascistas y nazis muestra el alto grado de similitud entre las líneas de pensamiento de esas tres ideologías.

  Aquello que los socialistas expresan en su slogan ‘a cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades’ es igual a la máxima nazi de que ‘el bien común viene antes que el bien privado’ (‘Gemeinnutz vor Eigennutz’) e igual al lema fascista de ‘todo dentro del estado, nada fuera del estado, nada contra el estado’.

  No es ninguna sorpresa que los gobiernos socialistas, fascistas y nacional-socialistas hayan actuado como regímenes represores que no generaron ni prosperidad ni paz, sino miseria, supresión de derechos humanos básicos y guerras.

  Los actuales movimientos socialistas, que se definen como progresistas y anti-fascistas, simplemente utilizan una falsa terminología para esconder su verdadera agenda. Al tiempo que se denominan «anti-fascistas» y declaran que el fascismo es su enemigo, ese movimiento «anti-fascista» es, esencialmente, fascista. Sus miembros no son oponentes del fascismo, sino sus más genuinos representantes.

  Conclusión.

  Al final, comunismo, socialismo, nazismo y fascismo son rótulos que se unen bajo el estandarte del anti-capitalismo y del anti-liberalismo. Están en contra del individuo, en contra de la propiedad privada, y en contra de la libertad empresarial.

  El movimiento progresista «anti-fascista» es, en sí mismo, un movimiento fascista. El enemigo de ese movimiento no es el fascismo, sino la libertad, la paz y la prosperidad.