El territorio en la Edad Media se entendía de manera muy diferente a la de ahora. Los mapas nacionales eran raros en la Europa medieval. Las lealtades, en lugar de nacionales, eran locales, regionales o no territoriales. Bajo el sistema feudal las fronteras se solapaban y múltiples autoridades existían dentro de cualquier región particular. La representación política se hacía más bien de manera literaria, con viajes y listas de lugares, en vez de por medio de mapas.[i] Los actores medievales reclamaban autoridad sobre un conjunto de lugares en vez de sobre espacios definidos geométricamente. Eran comunes las autoridades no territoriales. Los mapas medievales ilustraban estas ideas sobre la autoridad política. Los mappae mundi, por ejemplo, eran grandes mapas mundiales que representaban esquemáticamente los tres continentes del Viejo Mundo y contenían imágenes y textos que representaban y describían lugares y acontecimientos religiosos e históricos. Se le daba más importancia a las ciudades que al espacio entre ellas.[ii]

  La concepción del territorio se transforma en la Edad Moderna. Por ejemplo, en Francia, a lo largo del siglo XVI se utilizó la idea de las fronteras naturales para desacreditar las divisiones medievales del territorio francés. Los monarcas franceses, como Francisco I y Enrique II, querían una representación completa del reino en un mapa. Las representaciones que se realizarán a partir de este momento, asimilarán Francia con la antigua Galia, afirmando que la extensión de ésta representaba las fronteras naturales del reino. En 1525, Oronce Finé, que enseñaba matemáticas en el Royal Collége (el actual Collége de la France) fundado por Francisco I, publicó un mapa de Francia llamado Nova totius Galliae Descriptio, primer mapa de estas características publicado en Francia, del que se publicaron cinco ediciones entre 1525 y 1557. En 1560, Jean Jouliet publicó otro mapa que mejoraba el de Finé, Nouvelle Description des Gaules y que sirvió, directa o indirectamente, como modelo para mapas posteriores.[iii] En 1575, André Thevet utilizó imágenes derivadas de la Guerra de las Galias de César y del geógrafo Estrabón, quienes habían descrito la Galia como limitada por los Pirineos, el Rin, los Alpes y los mares.

  Así pues, durante el siglo XVI, los mapas de Francia se llamaron frecuentemente mapas de Galia e incluyeron zonas de Italia, Alemania y Holanda. Esta tendencia continuó en el siglo XVII. Richelieu encargó en 1627 a Nicolas Sanson que dibujara un mapa que representara la extensión de la antigua Galia hasta el Rin. Muchos mapas producidos a partir de 1630 equiparaban a Francia con la antigua Galia, en contraste con la Edad Media, que las consideraba dos ideas diferentes.[iv] La idea de las fronteras naturales de Francia fue diseminada por la literatura educativa y erudita a partir del siglo XVI, y, para la época de la Revolución Francesa, se había vuelto generalizadamente aceptada. Los grandes oradores de la Revolución, como Danton, se referían a las fronteras naturales para justificar la expansión del territorio francés, igual que sus predecesores reales. El establecimiento de la frontera francesa moderna fue un proceso que llevó entre tres y cinco siglos y que no se completó hasta 1789. Tras la Revolución Francesa se impondría finalmente un poder estatal uniforme sobre el territorio francés.[v]

  Además de los mapas individuales, también se recurrió a los atlas. El Théâtre François fue el primer atlas nacional francés, producido en 1594 por Maurice Bougereau. Este atlas era un símbolo de la unidad nacional bajo el liderazgo de Enrique IV. Contiene mapas de diferentes zonas del país realizados en años anteriores y mapas ya producidos por Ortelius y Mercator. Se convirtió en el modelo de los siguientes atlas nacionales:

Uno puede ver en los siguientes atlas nacionales el progreso de la nación francesa por medio del reforzamiento de sus fronteras y del progreso de su estructura administrativa.[vi]

  Los atlas fueron instrumentos que inculcaron la reorganización administrativa en la mentalidad pública, en las burocracias gubernamentales, en los parlamentos y en otras entidades públicas. Existía un fuerte interés en mapear el pasado, en parte porque tenía una relevancia directa en los intentos borbónicos de justificar el expansionismo francés y en parte por un interés en la historia francesa que reflejaba un aumento de la conciencia nacional entre la elite. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, los atlas se relacionaron cada vez más con el territorio político y jugaron un papel importante en la construcción del Estado, ayudando a crear una conciencia y una visión nacional.[vii]

  Establecer la identidad territorio-nación-Estado requería el establecimiento de una frontera lineal. El establecimiento de esta frontera lineal tenía como prerrequisito técnico la elaboración de mapas precisos.[viii] Como destaca Jordan Branch:

 

La revolución cartográfica de principios de la Edad Moderna fue fundamental para la construcción de Estados modernos basada en la exclusividad territorial.[ix]

  Esta revolución cartográfica se inició en la producción privada de mapas. A partir del siglo XV se empezaron a utilizar técnicas de cartografía usando una cuadrícula de coordenadas de latitud y longitud, basándose en la obra Geografía, de Ptolomeo. Al mismo tiempo se produjo una explosión cuantitativa en la producción de mapas debido a la utilización de la imprenta. Los mapas ptolemaicos, al contrario que los medievales, representaban el mundo como una superficie homogénea en la que los puntos se localizan en términos geométricos. Estos mapas utilizaban una escala espacial uniforme que correlacionaba geométricamente la superficie de la tierra con el mapa.[x] La traducción al latín de la Geografía de Ptolomeo a principios del siglo XV contribuyó a lo que se ha llamado la “geometrización” del espacio, la visión de que la tierra podía describirse y medirse en términos precisos y matemáticos. A finales del siglo XV las ideas de Ptolomeo y sus seguidores estaban desplazando al concepto aristotélico de describir la tierra fundamentalmente en términos de su utilidad para los hombres y al enfoque cristiano de los mappae mundi de delimitar las fronteras morales del espacio. Las nuevas ideas del espacio se empezaron a utilizar para resolver disputas jurisdiccionales. La resolución de estos conflictos ayudó a cimentar la idea de que la soberanía, antes entendida como relaciones contractuales entre señores y vasallos, también podía representar poder sobre espacios particulares cuyas fronteras necesitaban medirse y cartografiarse.[xi] Sin la producción y el uso extensivo del mapeado ptolemaico lo más probable es que estuvieran ausentes tres características claves de la autoridad política moderna: la homogeneidad del territorio como un espacio medido geométricamente, el carácter puramente lineal de las fronteras políticas y la eliminación de las autoridades no territoriales. El dominio resultante de una autoridad territorial con fronteras definidas es una característica única de la estatalidad moderna.

  Se considera generalmente el reinado de Luis XIV como el del inicio de la cartografía científica. Según Colbert, los mapas tradicionales no eran adecuados para las reformas económicas y navales que se pretendían realizar. No cubrían todas las provincias y tenían diferentes grados de precisión. Se necesitaban mapas de todo el reino con escalas más grandes para hacerse una idea precisa de los ingresos y recursos del reino. Para ello se recurrió a la triangulación geodésica y a los cálculos de longitud. En las labores de mapeado y cartografiado tuvo una gran importancia el trabajo de Jean-Dominique Cassini en la Academia, sociedad científica fundada por Colbert. La Academia intentó completar un preciso y detallado mapa de Francia con estándares uniformes. El primer paso fue medir el arco del meridiano de París para determinar el tamaño de un grado de latitud. Extendiendo este meridiano, la triangulación se convirtió en la base de los mapas topográficos de un país entero, lo que permitió alcanzar una gran precisión. Cuatro generaciones de la familia Cassini continuaron el trabajo del fundador durante más de cien años, hasta la Revolución Francesa. El mapa de Cassini, según Jung, “representó la conquista del espacio por medio de la medida”.[xii]

  El mapa de Cassini socavó el principio dinástico, objetivando la autoridad política, sugiriendo que se localizaba en un Estado impersonal y que no descendía de un linaje real.[xiii] Además, el uso de la triangulación permitió al Estado llevar a cabo muchos programas de políticas públicas como construcción de canales y carreteras. La triangulación unificó el país en una serie de triángulos que iban de cima a cima dividiendo Francia según una malla arbitraria que descartaba las jurisdicciones tradicionales. El mapeado y la representación instrumental del Estado durante los siglos XVII y XVIII hicieron posible la reforma de la división administrativa.

  La mentalidad geométrica promovida por la triangulación llevó a Robert de Hesseln a proponer en 1780 que Francia fuera dividida en nueve regiones en forma de cuadrado; cada región estaría dividida en nueve subunidades, y cada una de éstas en otras nueve subunidades en forma también de cuadrados. Con la Revolución Francesa, el espacio homogéneo del mapa se convirtió en la base de la autoridad política. La Revolución reemplazó los criterios jurisdiccionales-territoriales al redibujar radicalmente las fronteras dentro y fuera de Francia. En 1789, el abad Sieyès propuso dividir el territorio de Francia en divisiones administrativas rectangulares siguiendo el modelo de Hesseln. Estas divisiones, adoptadas en 1790, acabaron tomando formas irregulares debido a las complicaciones prácticas de la modificación tan drástica de los patrones espaciales tradicionales, pero sirvieron para desmantelar las peculiaridades territoriales del Antiguo Régimen y para dar forma al Estado.[xiv]

  El uso de los mapas como una de las formas con las que el Estado buscó representarse de manera inequívoca llevó a la institucionalización de la cartografía. La cartografía se empezó a institucionalizar, como muy tarde, en la segunda mitad del siglo XVI, reflejando el creciente interés del Estado en los mapas. Una de las formas de institucionalización fue la creación, por parte de las monarquías, de oficios cartográficos para la producción de mapas de uso estatal.[xv] El proceso de institucionalización se intensificó en el siglo XVII. El papel de la Academia en el desarrollo de la cartografía francesa es innegable. La Academia, admirada e imitada como un modelo de institución científica al servicio de un Estado absolutista, no sólo desarrolló métodos cartográficos sino que también cultivó la mentalidad científica. Los mapas fueron utilizados para resolver problemas prácticos al servicio del Estado facilitando la realización de obras públicas.[xvi]

  Otro importante factor en la institucionalización de la cartografía fue la estandarización de la educación cartográfica. Luis XV fundó dos colegios científicos (Ecole des Ponts et Chaussées en 1747 y el Ecole du Génie de Méziéres en 1748), cuyos esfuerzos educativos promovieron las innovaciones técnicas. Gracias al uso del método científico, los mapas franceses eran muy admirados a mediados del siglo XVIII. Pero lo interesante del enfoque científico de los cartógrafos de esta época, como Nicolas Sanson, Guillaume Delisle y otros, es que pusieron el énfasis en la identidad nacional y en la territorialidad.

  En resumen, las mejoras técnicas de la cartografía y la producción de mapas se dieron, en principio, por iniciativa privada, debido a que había un mercado para estos objetos impresos. Sin embargo, muy pronto los actores políticos utilizaron estos objetos como un medio de expresar las estructuras políticas de manera territorial. A finales del siglo XV los mapas eran, fundamentalmente, el trabajo de unos pocos practicantes habilidosos, eran escasos y caros. A mediados del siglo XVI, la cartografía gubernamental empezó a seguir los pasos de la privada, reflejando el creciente interés de los gobernantes en el tema.[xvii] A finales del XVII, la producción de mapas, siempre en aumento, había sido asumida por oficios gubernamentales especializados o, al menos, por individuos y agencias cuyos intereses eran los mismos que los del Estado. Los avances tecnológicos significaban que los mapas estaban más ampliamente distribuidos, más accesibles y transformados fácilmente en objetos cotidianos.[xviii]

  Conforme la gente fue visualizando el mundo en términos de los nuevos mapas, las ideas sobre la autoridad política que no estaban o no podían representarse en ellos perdieron su base normativa y fueron eliminados como fundaciones aceptables de autoridad política. Este cambio favoreció la centralización y la burocratización que llevó al moderno estado soberano territorialmente uniforme.[xix]

[i] In-Chul Jung, “Development of Cartography and State-building in France from the Sixteenth to the Eighteenth Century”, Journal of the Korean Geographical Society, 41, 5 (2006): 550.

[ii] Jordan Branch, “Mapping the Sovereign State: Technology, Authority, and Systemic Change”, International Organization, 65 (Invierno 2011): 9-10.

[iii] Jung, “Development of Cartography and State-building”, pp. 550-551.

[iv] Jung, “Development of Cartography and State-building”, pp. 551-552.

[v] Malcom Anderson, Frontiers. Territory and State Formation in the Modern World (Cambridge: Polity Press, 1966), pp. 21-23.

[vi] “One can see in the following national atlases the progress of the French nation through the strengthening of its borders and the progress of administrative structure”. Jung, “Development of Cartography and State-building”, p. 554.

[vii] Anderson, Frontiers, pp. 19-20.

[viii] “The early modern cartographic revolution was fundamental to the construction of modern states built on territorial exclusivity”. Branch, “Mapping the Sovereign State”, p. 7.

[ix] Branch, “Mapping the Sovereign State”, p. 12.

[x] Branch, “Mapping the Sovereign State”, pp. 12-15.

[xi] Richard L. Kagan y Benjamin Schmidt, “Maps and the Early Modern State: Official Cartography”, en The History of Cartography. Volumen 3. Cartography in the European Renaissance, ed. David Woodward (Chicago y Londres: University of Chicago Press, 2007), p. 663.

[xii] “The Cassini map represented the conquest of space through measurement”. Jung, “Development of Cartography and State-building”, p. 552.

[xiii] Jung, “Development of Cartography and State-building”, p. 556.

[xiv] Jung, “Development of Cartography and State-building”, pp. 552-553.

[xv] Kagan y Schmidt, “Maps and the Early Modern State”, p. 666.

[xvi] Jung, “Development of Cartography and State-building”, p. 556.

[xvii] Branch, “Mapping the Sovereign State”, p. 13.

[xviii] Kagan y Schmidt, “Maps and the Early Modern State”, p. 679.

[xix] Branch, “Mapping the Sovereign State”, p. 15.