Gremlins (Joe Dante, 1984) es un clásico navideño del cine fantástico, una película de referencia en la cultura popular, que creó personajes reconocibles por todos y que ofrece una saludable ración de imaginación, humor y aventuras para toda la familia. Todo esto ya resulta meritorio por sí mismo.
Pero aún hay más. Porque esta película tiene una posible interpretación que es muy relevante para aquellos que están interesados en la economía, en la sociedad y en el destino de la civilización occidental en general. Yo sostengo que Gremlins se puede entender como una alegoría económica sobre los efectos sociales de las políticas keynesianas en Occidente. Esta película se puede leer como una advertencia, de raíces filosóficas austro-libertarias, contra los peligros de la intervención del gobierno en la economía y contra los efectos disolventes del Estado de Bienestar en la sociedad. Presentemos los argumentos necesarios para apoyar esta arriesgada afirmación.
La historia de Gremlins comienza cuando el padre del protagonista, un inventor de artilugios extravagantes, encuentra en una tienda de Chinatown un extraño ser al que llaman mogwai. Antes de comprarlo le advierten de que hay tres reglas que debe cumplir escrupulosamente para cuidarlo: hay que apartarlo de la luz brillante, no puede tocar el agua y no debe ser alimentado después de las doce de la noche. El padre se lo da a su hijo Billy como regalo de Navidad. Gizmo, que es como llaman al bicho, es una simpática y afable criatura que despierta un gran cariño entre los miembros de la familia. Pero, poco a poco, van incumpliendo las reglas para cuidarlo. Así, en un momento de descuido, vierten agua sobre el cuerpo de Gizmo. Como resultado cinco bolas de pelo saltan de su cuerpo y se van desarrollando hasta que se convierten en cinco nuevos mogwais. Billy tiene que cuidar ahora de esas nuevas criaturas que, al contrario que Gizmo, son antipáticas y ladinas. Rompen el despertador de Billy y le engañan para que les dé de comer después de medianoche. Como consecuencia se convierten en unos monstruos repelentes que van a llevar el caos y la destrucción al pueblo de Billy y contra los que se ven obligados a enfrentarse para sobrevivir.
La cuestión de las tres reglas es muy importante en esta película. Gremlins es un cuento de hadas y, por lo tanto, presenta unas condiciones extrañas que los personajes no deben vulnerar. Como explicaba Chesterton en Ortodoxia:
En los cuentos de hadas, la felicidad incomprensible depende de una incomprensible condición. Se abre una caja y todos los demonios vuelan libertados. Se olvida una palabra y las ciudades perecen. Se enciende una lámpara y el amor huye. Se recoge una flor y una vida termina […] Tal parece haber sido la alegría del hombre en el cielo y en la tierra; la felicidad dependía de abstenerse de hacer algo que en cualquier momento podría hacerse y que con frecuencia no era evidente la razón por la cual no debía ser hecho
Las limitaciones de Gremlins tienen que ver con la responsabilidad e implican que las acciones que emprendemos tienen consecuencias que pueden ser muy negativas. Entendidas de manera económica las limitaciones a que se refieren las reglas de la película tienen que ver con la escasez: no es posible crear riqueza de la nada, para crear riqueza hay que trabajar y producir. Por el contrario, la irresponsabilidad y el consumo desbocado llevan a la destrucción de la civilización.
El pueblo donde viven los personajes está pasando por una crisis económica. Muchos de sus habitantes perdieron sus puestos de trabajo y están pasando por momentos difíciles. Por otro lado el padre de Billy es un inventor que fabrica cacharros absurdos que no funcionan y que nadie quiere. Es un mal empresario que no responde a las necesidades de los consumidores y, como consecuencia, no obtiene beneficios. Por culpa de su irresponsable comportamiento es Billy el que tiene que trabajar para mantener a toda la familia. Pero, cuando el padre se entera de que los mogwais se multiplican con el agua, cree haber encontrado por fin el gran negocio gracias al cual se podrán hacer ricos. Según él, todos los niños en América querrían tener un mogwai de mascota. Desde luego parece un negocio redondo: no es necesario haber acumulado capital previamente para iniciar el proceso de producción, solo hay que mojar a Gizmo y mágicamente se multiplica la riqueza.
Vive Dios que esta es la mejor metáfora de la teoría económica keynesiana que se puede ver en una película. Según Keynes el ahorro era una lacra para la creación de riqueza. El crecimiento dependía de la demanda y no de la producción de bienes. Las recesiones eran consecuencia de una demanda insuficiente. El incremento de la demanda multiplicaría la riqueza de la sociedad. Keynes creía, en pocas palabras, que era posible crear algo de la nada. Sin embargo los intentos de crear riqueza de la nada, incrementando el consumo solo pueden llevar a la pobreza. Un incremento artificial de la demanda, que no esté apoyado sobre el ahorro (sobre el capital acumulado previamente y empleado en procesos de producción) solo puede llevar a la disminución de la riqueza creada hasta el momento.
Las consecuencias que se derivan en la película de la multiplicación de los Gremlins son las mismas consecuencias que se derivan en la realidad del multiplicador keynesiano: destrucción y miseria. Los Gremlins arrasan el pueblo destruyendo todo lo que se encuentran a su paso como una horda de hoolligans borrachos. El caos y la destrucción de la ciudad representan el consumo y el despilfarro del capital acumulado. La película nos regala otra magnífica metáfora de la teoría keynesiana, con su predilección por las obras públicas, cuando dos de los monstruos atacan a uno de los lugareños montados en una excavadora.
Pero además, la película se puede ver como una ilustración de los efectos disolventes que tienen las ideas consumistas del keynesianismo sobre la sociedad. Los cinco bichos degenerados que salen del cuerpo de Gizmo no tienen, al contrario que él, capacidad para restringir sus deseos y disciplinar sus hábitos. Cuando Billy les da de comer después de la medianoche, incumpliendo las reglas, Gizmo se niega a participar. Esta comida gratis, que premia el comportamiento irresponsable, es la que causa su transformación en criaturas monstruosas cuya principal característica es su irrefrenable deseo de consumir. Después de que el líder de los Gremlins se tire a una piscina, creando así un ejercito de monstruos, podemos ver a toda la horda en un bar, en una de las escenas más hilarantes, cometiendo todos los excesos imaginables. Arrasan el local, comen como cerdos y beben como cosacos. También juegan al póker y se matan entre ellos. Alguno fuma varios cigarrillos a la vez, otro bebe cerveza directamente del grifo mientras se le va hinchando la barriga. Después se eso se van todos juntos al cine a ver una película.
Pero si son los juerguistas Gremlins los que llevan la destrucción, por el contrario los personajes que recuperan el orden son todos ellos ejemplo de responsabilidad, diligencia y ahorro. En primer lugar Billy que, como ya dijimos, trabaja duramente para sostener a toda su familia. En segundo lugar la protagonista femenina, que trabaja durante el día en un banco y es camarera por la noche. Y en tercer lugar la madre de Billy, que es ama de casa y, como tal, símbolo del orden, del ahorro y del trabajo más duro. Si no hubiese otra razón más para amar esta película para mi sería suficiente la escena en la que la madre se enfrenta ella sola contra cuatro Gremlims y los va despachando uno por uno en un combate inesperado y épico. Homenaje merecido al ama de casa que no se prodiga mucho en el cine.
Nuestros héroes van pasando por diversas peripecias y problemas. Para acabar con los monstruos de una vez aprovechan que están todos reunidos en el cine. Y no puede ser casualidad que la película que están viendo los Gremlins antes de reventar por los aires, sea Blancanieves y los siete enanitos, concretamente la escena en la que cantan «silbando a trabajar». ¿No es este un símbolo de que es el valor capitalista del trabajo duro el que acaba con las nefastas consecuencias de la mentalidad ociosa del keynesianismo?
Por si no quedara clara la moraleja, al final de la película, y cuando todos los Gremlins han sido eliminados, el antiguo dueño de Gizmo aparece para reclamarlo. Este personaje es chino, pertenece por lo tanto a una de esas razas malditas a las que les gusta trabajar de las que habla Lafargue, y reacciona con gran disgusto cuando ve que la familia de Billy acostumbró a Gizmo a ver la televisión.
Gremlins es una película muy divertida que sirve de ilustración para todas las ideas que expone siempre el profesor Bastos sobre los valores del capitalismo: solo a través de la responsabilidad, la disciplina, el ahorro y el trabajo duro es posible mantener la civilización e incrementar de manera sostenible nuestro nivel de vida.