El historiador católico Hillarie Belloc desarrolló un concepto de herejía que puede ser muy útil a la hora de analizar la evolución histórica del pensamiento económico. Según él una herejía es “la dislocación de una estructura completa y auto-sostenida mediante la introducción de la negación de una de sus partes esenciales”(i). Al negar sólo una o varias partes, es decir, al no negar completamente el sistema, parece que se están empleando los mismos términos en el mismo sentido, sin dejar ver que se han transformado las características del sistema original y, por tanto, también se transforma la manera en que el nuevo sistema comprende el mundo.

  Debe quedar claro, sin embargo, que el concepto de herejía elaborado por Belloc no prejuzga la verdad o falsedad del sistema de ideas que la herejía ataca:

“Debemos destacar que, en cuanto al valor de la herejía como ámbito de estudio histórico, resulta indiferente que el esquema completo atacado sea verdadero o falso. Lo que nos ocupa aquí es…que la herejía origina una nueva vida propia y afecta vitalmente a la sociedad que ataca” (ii)

  Este concepto complementa y mejora la idea de Kuhn sobre la evolución científica y los cambios de paradigma. Porque podemos observar cómo los principales paradigmas económicos de la actualidad se originaron como herejías del paradigma causal-realista, eliminando aspectos esenciales del mismo y modificando, de esta manera, la visión que ofrecían sobre los fenómenos económicos. Además también podemos comprobar cómo estas herejías económicas se desarrollaron bajo la profunda influencia de ideas características de herejías religiosas.

  Según el paradigma causal-realista, el análisis de los fenómenos económicos consistiría en el estudio sistemático e interdependiente de los fenómenos del valor y de los precios cuyo origen se encuentra en la interacción de valoraciones y elecciones humanas individuales. En este paradigma el concepto de teleología representa un papel fundamental. El hombre que actúa buscando la consecución de unos determinados objetivos es el centro del análisis económico.

  No es extraño, pues, que este paradigma fuese desarrollado (siguiendo la influencia de la filosofía aristotélica) por los pensadores escolásticos de la Edad Media y por la segunda escolástica de la Escuela de Salamanca, ya que tanto el concepto de teleología como el de libre albedrío representan elementos fundamentales de la ortodoxia católica. Además, tal y como afirma Peter King (iii), el conjunto de ideas y asunciones filosóficas de los pensadores escolásticos se adecuaba perfectamente al uso de experimentos mentales, que son especialmente relevantes en la investigación de verdades a priori tales como las que se encuentran en las matemáticas o la geometría pero de los que se encontraban ausentes las nociones de confirmación experimental, proyección estadística, repetibilidad, etc…

  Por lo tanto los pensadores escolásticos estaban mejor preparados para afrontar el estudio de los fenómenos económicos que para el análisis de los fenómenos que estudian las ciencias naturales. De esta manera, Rothbard afirma que los teóricos escolásticos desarrollaron un gran número de aportaciones relevantes a la teoría económica y “puede considerárseles incluso ‘proto-austriacos’, en cuanto exponentes de una sofisticada teoría subjetiva del valor y del precio” (iv). Estas aportaciones serían desarrolladas por pensadores italianos y franceses de los siglos XVII y XVIII como Galiani, Condillac o Turgot.

  La primera de las grandes herejías económicas que se crearían en oposición al paradigma causal-realista sería la representada por la escuela clásica, especialmente en la obra de sus dos principales representantes: Adam Smith y David Ricardo. Estos economistas abandonarían la tradición subjetivista desarrollada hasta entonces y la sustituirían por una teoría del valor basado en el trabajo, preparando de esta manera el camino para la aparición de la teoría marxista del valor y de la plusvalía. Emil Kauder sugiere que el énfasis de Adam Smith en el trabajo como fuente del valor tendría su origen en su religión calvinista, ya que ésta herejía en particular enaltece el trabajo como la más fundamental de las virtudes (v).

  El caso de Walras representaría otro ejemplo de herejía, según la definición de Hillaire Belloc. Walras mantiene un gran número de los elementos propios del análisis económico tal y como se habían desarrollado hasta entonces en el paradigma causal-realista. El lenguaje que emplea sigue refiriéndose al mercado, a los precios, a la oferta y a la demanda. Sin embargo también elimina aspectos esenciales de aquel paradigma y, al hacerlo, crea una visión radicalmente distinta del universo económico cuyas consecuencias se dejarán sentir en la ciencia económica hasta nuestros días. El principal aspecto que desaparece es el ser humano. Mientras que en el paradigma causal-realista el hombre es el objeto principal de estudio y son sus acciones las que originan los fenómenos económicos, para Walras la economía estudiará cantidades susceptibles de tratamiento matemático. Al desarrollar el método matemático que debe utilizarse introduce hipótesis ideales, como el mercado perfecto, que eliminan aspectos tales como la ignorancia, el cambio o el error. Esta nueva visión de los fenómenos económicos será adoptada, en gran medida, por la economía neoclásica. Esta es la tesis principal de Frank Machovec, quien afirma que la adopción del modelo de conocimiento perfecto por la economía neoclásica transformó la manera en la que los economistas concebían el mercado. Éste dejó de ser un proceso en el que los empresarios obtenían beneficios descubriendo qué producir y cómo producirlo para convertirse en una computadora que suministraba las magnitudes de equilibrio según información ya dada. Esta nueva estructura conceptual llevó a una disposición favorable al intervencionismo gubernamental en áreas clave de la economía (vi).

  En el desarrollo de su programa de investigación Walras fue influido por la obra de Ettiene Vacherot, que elaboró una metafísica según la cual toda reflexión filosófica debe apoyarse en una clara distinción entre lo real y lo ideal (vii). Vacherot consideraba que lo existente es lo real y, por lo tanto, imperfecto y finito mientras que lo ideal es perfecto e infinito pero también lo inexistente. Lo ideal se derivaba por medio de una extrapolación de lo imperfecto. Esta distinción entre lo real y lo ideal está influida por la doctrina gnóstica del dualismo. La metafísica de Vacherot fue adoptada por Walras, introduciéndose de esta manera en su obra elementos del pensamiento gnóstico que afectarían al posterior desarrollo de la ciencia económica.

  En lo que respecta al otro gran paradigma económico de la actualidad, es decir el keynesiano, Joseph Salerno (viii) sostiene que la Teoría General de Keynes tiene una orientación marcadamente milenarista, y está influida por un concepto teleológico de la historia en dónde el ser humano camina guiado por fuerzas misteriosas hacia un estado final caracterizado por la eliminación de la escasez y la consecución de la superabundancia. Sus prescripciones de política económica estarían encaminadas a la aceleración de ese proceso histórico a través de la eliminación de los obstáculos que se oponen al mismo, es decir, la economía capitalista y su tendencia a la avaricia, la usura y la especulación. En este sentido Keynes compartiría ideas propias de la herejía gnóstica, al convertirse en un profeta cuya intuición especial le revela el verdadero curso de la historia, e ideas de tipo milenarista al prever un estado final en el que alcanzaríamos una especie de paraíso en la tierra, libre de las constricciones económicas y morales que padecemos en la actualidad. Además de desplazar al ser humano actuante del centro del análisis económico, Keynes elimina del mismo una condición inerradicable de la acción humana como es la escasez. Para conseguir todo esto, pretende utilizar el poder omnipotente del Estado como instrumento de acción política para la transformación de las condiciones de la humanidad.

(i)Belloc, Hilaire, Las Grandes Herejías, Traducción de Denes Martos, (Edición Electrónica, 2008) p. 3

(ii) Belloc, Hilaire, Las Grandes Herejías, Traducción de Denes Martos, (Edición Electrónica, 2008) p. 5

(iii) Peter King, “Mediaeval Thought-Experiments: The Metamethodology of Mediaeval Scienceen Horowitz y Massey (eds.) Thought Experiments in Science and Philosophy, (Maryland: Rowman and Littlefield Publishers, 1991) pp. 43-64

(iv) Murray Rothbard, Historia del Pensamiento Económico, vol. 1, (Madrid: Unión Editorial, 1999) p. 26

(v) Emil Kauder, A History of Marginal Utility Theory, (Princeton, N.J: Princeton University Press, 1965) p.5

(vi)Frank Machovec, Perfect Competition and the Transformation of Economics, (London: Routledge, 1995) p.302

(vii) Koppl, Roger (1995), «The Walras Paradox”, Eastern Economic Journal, vol. 21, no. 1, 43-55.

(viii) Joseph Salerno, (1992) “The Development of Keynes´s Economics: from Marshall to Millenialism”, The Review of Austrian Economics, 1992, vol. 6, no. 1, 3-64