Vida.

  Eugen von Böhm-Bawerk fue un economista austriaco, profesor universitario, ministro de finanzas y uno de los fundadores de la escuela austriaca de economía.

  Nació en Brno en 1852 en el seno de una familia aristocrática acomodada.[i] Estudió Derecho en la universidad de Viena y, aunque no fue alumno directo de Carl Menger, estuvo profundamente influido por la lectura de los Principios de economía política. Según Schumpeter, era “tan completamente un discípulo entusiasta de Menger que no es necesario buscar otras influencias”.[ii] Después de graduarse empezó a trabajar en el Ministerio de Finanzas en 1872, donde se le permitió completar su formación en economía y ciencias sociales estudiando en las universidades de Heidelberg, Leipzig y Jena. Finalizó su doctorado en 1875. En 1880 ocupó un puesto de profesor en Viena. Al año siguiente se trasladó a Innsbruck, donde dio clases en la universidad.

  En 1895 fue nombrado ministro de finanzas, cargo que ocuparía en otras dos ocasiones (de 1897 a 1898 y de 1900 a 1904). En ese puesto se caracterizó por la defensa de los presupuestos equilibrados, el bajo gasto público, los bajos impuestos y un sólido sistema monetario, alertando de los peligros del gasto público y el endeudamiento como el camino más seguro a la ruina económica. Promovió una reforma fiscal que redujo la carga impositiva, contribuyó a la eliminación del subsidio al azúcar y fue un firme defensor del patrón oro.

  En 1904 abandonó su puesto como ministro de finanzas y volvió a la enseñanza, impartiendo clases de economía en la universidad de Viena hasta su muerte en 1914, donde tuvo como alumnos, entre otros, a Joseph Schumpeter y Ludwig von Mises. En opinión de este último

Eugen von Böhm-Bawerk permanecerá inolvidable para todos aquellos que lo conocieron. Los estudiantes que tuvieron la fortuna de ser miembros de su seminario [en la universidad de Viena] nunca perderán lo que han ganado del contacto con esta gran mente. Para los políticos que han estado en contacto con este gran hombre de estado, su extrema honestidad, altruismo y dedicación al deber seguirán constituyendo un deslumbrante ejemplo.

 

  Y, según Schumpeter

No solo fue una de las más brillantes figuras en la vida científica de su época sino también un ejemplo de la especie más rara de hombre de estado, un gran ministro de finanzas […] Como científico escogió la más difícil tarea bajo las más difíciles circunstancias, sin importarle el aplauso o el éxito. Como servidor público se enfrentó a la más difícil e ingrata tarea de la política, la tarea de defender principios financieros sólidos.[iii]

 

  En cuanto a la relevancia de Böhm-Bawerk, Richard M. Ebeling tiene palabras igualmente elogiosas. 

Sus contribuciones a la teoría económica y a la política económica lo sitúan como uno de los más grandes economistas de todos los tiempos, así como un ejemplo de hombre con principios y de integridad inquebrantable que en la arena política luchó incansablemente por el libre mercado y el gobierno limitado.[iv]

  Obra.

  Metodológicamente, Böhm-Bawerk continuó los pasos de Carl Menger estableciendo los cimientos de la escuela austriaca de economía a través del uso del individualismo metodológico y del razonamiento lógico-deductivo. Su método favorito para entender las relaciones lógicas entre los actores y entre los fenómenos económicos era la creación de construcciones hipotéticas (abstracciones mentales) de las que intentaba aislar ciertas variables cualitativas.

  Dentro de sus mayores contribuciones a la ciencia económica se incluyen una explicación detallada de cómo la utilidad marginal determina los precios, una refutación de la teoría de la explotación marxista, una teoría de la preferencia temporal del interés y un análisis de la producción y de la estructura de capital en la que presta especial atención al elemento temporal.[v]

  En esta primera parte dedicada a la obra de Böhm-Bawerk nos centraremos en esta última contribución tal y como la expuso en su libro La teoría positiva del capital (publicada originalmente en 1889).

  En La teoría positiva, Böhm-Bawerk llama “capital” a los medios que sirven para la adquisición de bienes[vi] y se hace dos preguntas en relación a éste como medio de producción: 1) ¿cómo se origina?; y, 2) ¿cuál es la naturaleza de su trabajo productivo? Serán éstas las preguntas que intente responder por medio de su análisis.[vii]

  Siguiendo el análisis causal de Menger, Böhm-Bawerk afirma que toda la producción humana busca obtener bienes para el consumo y que éstos, para existir, dependen de condiciones físicas y están sujetos a leyes naturales. Para obtenerlos debemos conseguir una combinación de fuerzas activas que resulten en el objeto deseado. La forma en la que obtenemos control de las fuerzas naturales es por medio de la otra rama de nuestra capacidad productiva: nuestros propios poderes personales. Ponemos nuestro trabajo en todo tipo de sabias combinaciones con los procesos naturales. De este modo, las únicas fuerzas productivas que tenemos en la producción son la Tierra y el Trabajo.[viii] Böhm-Bawerk enfatiza esto para desmarcarse de aquellos análisis del capital que lo consideran como una fuerza productiva independiente.

  Para construir bienes para el consumo, el ser humano puede tomar dos caminos: puede combinar las fuerzas productivas entre sí, de forma que el bien deseado emerja como resultado de la combinación, o puede tomar un camino indirecto, y realizar primero un bien que no sirva de forma directa para el consumo y, con ayuda de este bien, producir el bien que realmente desea. Böhm-Bawerk utiliza el ejemplo de la construcción de un bote y una red para la pesca sistemática. Este tipo de bienes se corresponden con lo que Menger llamaba “bienes de órdenes más altos”, aquellos que no servían directamente para la satisfacción de una necesidad. Böhm-Bawerk llama “capitalista” a este último sistema de producción, porque su característica consiste en el uso de bienes de capital que, como vimos anteriormente, definió como un conjunto de productos que sirven como medios para la adquisición de bienes. Estos métodos capitalistas de producción tienen la ventaja de una mayor productividad técnica. Con el mismo gasto de poderes productivos primarios (Tierra y Trabajo) pueden producirse más o mejores bienes. La adopción de métodos capitalistas tiene la desventaja del sacrificio de tiempo. Los caminos indirectos de producción son fructíferos pero largos; proporcionan, o bien más bienes, o bien mejores bienes de consumo, pero en un periodo más largo de tiempo.[ix]

  Todos los bienes de consumo que produce el hombre existen a través de la cooperación del poder humano con las fuerzas naturales. Estas últimas son, en parte económicas, en parte libres (estas fuerzas libres serían aquellas que, según Menger, existen en cantidad superior a los requerimientos humanos). Por medio de estas fuerzas productivas primarias el ser humano puede producir los bienes de consumo que desea, bien inmediatamente, o bien por medio de productos intermedios llamados “capital”. El último método demanda un sacrificio de tiempo pero tiene la ventaja de una mayor cantidad de producto.[x] Cada pieza de capital es, en cierta medida, un almacén de fuerzas naturales útiles, cuyo trabajo ayuda a llevar a buen término el proceso de producción intermedio en el curso del cual la pieza de capital ha aparecido.

   El capital no da un impulso independiente; sólo transmite el impulso dado por las fuerzas productivas originales.[xi]

  Según Böhm-Bawerk, el capital es la causa de que la gente pueda no sólo completar con éxito los procesos en el curso de los cuales ha aparecido el capital actualmente existente sino también adoptar nuevos métodos de producción. El stock de capital arroja cada año una cierta cantidad de sus constituyentes que acaban de completar su estado transitorio y se han convertido en bienes acabados que están colocados a disposición del actual periodo económico para propósitos de consumo inmediato. De esta forma, cuanto mayor es el stock de capital, mayor la parte que toman las fuerzas productivas del pasado en la provisión de medios de consumo para el presente, y menos se utilizan en el presente las fuerzas actuales, y quedan libre de este modo para el servicio del futuro, es decir, para la inversión en procesos productivos. Por tanto, es necesario poseer tanto capital como para cubrir (mientras se cambia gradualmente en bienes de consumo) la demanda del presente y del futuro cercano para dejar las actuales fuerzas productivas libres para la inversión en productos intermedios del tipo requerido.[xii]

  Es decir, lo que Böhm-Bawerk está remarcando es que los medios de capital son medios para la obtención de fines, que son los bienes de consumo, y dado que para su producción se utilizaron fuerzas productivas primarias (Tierra y Trabajo), son, en realidad, como una  como una especie de almacenaje de estas fuerzas productivas que ayudarán en la tarea de producir bienes de consumo. Es por ello que dice que se encuentran en estado transitorio hasta que se transforman en bienes listos para el consumo.

  Necesitamos bienes de consumo antes de poder afrontar medios indirectos de producción, bien sea en la forma de stocks acabados de bienes ya listos para consumir, bien en la forma transitoria de productos intermedios. El capital es un producto intermedio de la Tierra y el Trabajo. Su origen, su existencia, su acción subsecuente no son sino etapas en la continua actividad de los verdaderos elementos productivos, que lo hacen todo de principio a fin en la formación de los bienes de consumo. La única distinción es que estos verdaderos elementos productivos (Tierra y Trabajo), en ocasiones, lo hacen todo de una vez y, en otras, lo hacen en varias etapas. En este último caso, la finalización de cada etapa está marcada por la aparición de un producto intermedio, y así es como se crea el capital. Para Böhm-Bawerk no es correcto elevar las etapas intermedias que toman la forma de capital en agentes independientes de producción al lado de la Tierra y el Trabajo.[xiii]

  En cuanto a la formación de capital, tiene lugar de la siguiente manera: el hombre ahorra bienes de consumo y, de esa forma, ahorra fuerzas productivas con las que puede producir el capital que será finalmente utilizado para aumentar la producción. Por ello, antes de que el capital pueda formarse, las fuerzas productivas necesarias para hacerlo deben ahorrarse limitando los momentos de disfrute (consumo).[xiv] El ejemplo que Böhm-Bawerk emplea es el de Robinson Crusoe. Si imaginamos que Crusoe se encuentra abandonado en su isla sin herramientas ni armas, la única forma que tiene de producir para su subsistencia es por medio de la combinación directa de su trabajo con la Tierra, por ejemplo recogiendo bayas salvajes. La cantidad de fuerzas productivas que Crusoe controla diariamente es equivalente a un día de trabajo y supongamos que consiste en diez horas de trabajo. Si con esas diez horas de trabajo sólo puede reunir una cantidad suficiente de bayas para mantenerse vivo entonces es imposible que pueda proceder a la formación de capital. Pero si imaginamos que con nueve horas de trabajo puede recoger una cantidad suficiente para garantizar su subsistencia, con la décima hora puede afrontar dos modos de conducta. Puede recoger bayas para consumir también, o puede abstenerse de ello y en su lugar utilizar dicha hora para la creación de un arco y unas flechas (por ejemplo). O pongámoslo de otra manera. Imaginemos que dedica las diez horas de trabajo a la recolección de bayas pero que cada día sólo consume el producto de nueve horas de trabajo. Al cabo de nueve días habrá ahorrado el suficiente número de bayas para cubrir el consumo de un día. Podría dedicar ese día a la holganza, con lo que al finalizar dicho día se encontraría en la misma situación, o puede dedicar ese día libre a la construcción del arco y las flechas. Es el ahorro lo que le permite afrontar la formación de capital. Ahora que dispone de capital, puede emplearlo para aumentar su producción utilizando el arco para cazar. Es el método indirecto de producción, pasando por la etapa intermedia de la creación del capital, el que le permite aumentar su producción. Pero si Crusoe dedica ese capital exclusivamente al aumento temporal de su producción para el consumo, tarde o temprano se gastará el capital (el arco y las flechas en este ejemplo). Para mantener el capital en existencia, reparándolo o sustituyéndolo, ha de dedicar al servicio del futuro al menos tanto de las fuerzas productivas del periodo actual como las que ha gastado de fuerzas productivas antiguas. Es decir, debe repetir el proceso que le permitió la primera creación de capital, debe volver a ahorrar para dedicar tiempo a la reparación del arco o a la construcción de uno nuevo. Para que sea posible un incremento del capital, mediante, por ejemplo, la construcción de una barca y una red para pescar, una mayor proporción de las fuerzas productivas actuales deben ser transferidas del consumo en el presente al servicio del futuro.[xv]

  Dice Böhm-Bawerk que, en una organización individualista de la sociedad, son los empresarios los que deciden cómo deben ser empleadas las fuerzas productivas, según avanzan anualmente, y, así, deciden la dirección que toma la producción en su conjunto. Pero Böhm-Bawerk enfatiza el hecho de que los empresarios no deciden a placer, sino siguiendo los impulsos que marcan los precios de los productos. Extienden la producción allí donde la demanda promete un precio provechoso y la recortan en aquella clase de bienes donde los precios caen. La extensión y la contracción de la oferta continúan hasta que la producción se adapta al deseo de bienes concretos. Por ello, en última instancia, son los consumidores los que dirigen la producción.[xvi]

  Böhm- Bawerk destaca la conexión entre el ahorro y la formación de capital. Si ningún individuo ahorra, no se puede acumular capital, porque el gran consumo fuerza a los productores, por medio del impulso de los precios, a emplear las fuerzas productivas de tal modo que el producto de la capacidad productiva es demandado y utilizado en la formación de bienes de consumo, no quedando disponible ninguna fuerza productiva para el incremento de capital. Pero si los individuos ahorran, la menor demanda compele a los empresarios a disponer de forma distinta de las fuerzas productivas; una menor cantidad de fuerzas son puestas al servicio del presente y, de este modo, se incrementa la suma de las fuerzas productivas que se encontrará en forma de productos intermedios, es decir, se incrementará el capital con vistas a un mayor consumo en el futuro.[xvii] La otra posibilidad sería que los individuos consumieran más de lo que ganan, lo que llevaría a la disminución del capital de la comunidad. Sin ahorro no se puede crear o incrementar el capital. El ahorro es tan indispensable como el trabajo a la hora de la formación del capital,[xviii] y, aunque no es un medio de producción, es uno de los motivos que deciden la dirección de la producción.[xix] Es por medio del ahorro que se puede alargar la estructura de producción y que se pueden dedicar más recursos a la creación de bienes intermedios que se encuentran más lejos de su transformación en bienes de consumo, de forma que se amplíe la estructura de producción y se amplíe también la productividad de dicha estructura.

[1] Para la biografía de Böhm-Bawerk ver “Eugen von Böhm-Bawerk”, disponible en http://biography.yourdictionary.com/eugen-von-bohm-bawerk; Richard M. Ebeling, “Böhm-Bawerk: Austrian Economist Who Said «No» to Big Government” (06-09-2014), disponible en https://mises.org/library/b%C3%B6hm-bawerk-austrian-economist-who-said-no-big-government; y Roger W. Garrison, “Biography of Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914)” (01-08-2007), disponible en https://mises.org/library/biography-eugen-von-b%C3%B6hm-bawerk-1851-1914

[ii] Joseph Schumpeter, History of Economic Analysis (Nueva York: Oxford University Press, 1954), p. 846.

[iii] Joseph A. Schumpeter, Ten Great Economists. From Marx to Keynes (Londres: Routledge, 2003), p. 145.

[iv] Ebeling, “Böhm-Bawerk: Austrian Economist Who Said «No» to Big Government”.

[v] Mattheus von Guttenberg, “The Life and Works of Böhm-Bawerk” (06-02-2012), disponible en https://mises.org/library/life-and-works-b%C3%B6hm-bawerk

[vi] Eugen von Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital (Nueva York: G.E. Stechert & Co., 1930), p. 38.

[vii] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 72.

[viii] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, pp. 78-79.

[ix] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 82.

[x] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 91.

[xi] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 93.

[xii] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 94.

[xiii] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 97.

[xiv] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, pp. 102-103.

[1] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 104.

[1] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 114.

[1] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 116.

[1] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 119.

[1] Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, p. 123.

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