DHARMA, MONARQUÍA Y ORDEN NATURAL (I)

 

    – Daniel R. Carreiro –   

 

  Hans-Hermann Hoppe ha desarrollado una radical reconstrucción teórica sobre la evolución histórica del gobierno que invierte la valoración tradicional que se suele ofrecer sobre el proceso de transición de un orden social aristocrático hacia sistemas monárquicos (primero absolutistas y luego constitucionales) para llegar finalmente a las democracias modernas.

  Así, según Hoppe, aunque hemos aprendido en la escuela a considerar este desarrollo como algo positivo es, sin embargo, un proceso de decadencia que nos aleja del orden natural (i).

  Para Hoppe un orden natural, entendido como un sistema social en el que existe el respeto a los derechos de propiedad y un sistema de resolución de conflictos del que están ausentes tanto el monopolio legal como la capacidad para crear legislación era el sistema al que se aproximaba, si bien con numerosas imperfecciones, el orden social de la Europa medieval y su sustitución por sistemas políticos monárquicos, primero, y democráticos, después, tuvo nefastas consecuencias económicas y sociales derivadas del enorme incremento del poder del Estado.

  Hoppe reconoce la influencia que tiene en su análisis la obra de Ludwig von Mises y Murray Rothbard. De los principales trabajos teóricos de estos autores obtiene los principales teoremas de economía política y de filosofía que utiliza para su reconstrucción histórica.

  Sin embargo también reconoce que ambos autores tenían un punto débil en su interpretación de la historia y tendían a ver la transición desde la monarquía a la democracia como un progreso (ii).

  Como esta transición se produjo originariamente en los países occidentales, en nuestra opinión este punto débil identificado por Hoppe también hace que ambos autores tiendan a apoyar la perspectiva histórica de la tesis del despotismo oriental, es decir tienden a considerar que los sistemas políticos de las civilizaciones orientales estaban caracterizados de forma omnipresente por la opresión y la tiranía de unos gobernantes cuyo poder era absoluto (iii).

  Sin embargo, podemos utilizar el marco teórico y la reconstrucción sociológica de la historia desarrollados por Hoppe para demostrar que el orden social de la India antigua presentaba elementos que lo aproximan a su definición de orden natural.

  El primero de esos elementos es la ausencia de un monopolio de creación de la ley, y el sometimiento de todo principio legal a un orden superior que venía representado por la idea del Dharma, lo que suponía una estricta limitación del poder político en la India antigua.

  El Dharma

  Para el hinduismo existían cuatro principios u objetivos fundamentales en la existencia del hombre: kama, artha, dharma y moksa. Cada uno de ellos era importante en sí mismo y todo ser humano debía atender al satisfactorio cumplimiento de los cuatro para llevar una vida adecuada (iv). Si bien, al mismo tiempo, existía una gradación jerárquica de los mismos, de tal manera que el primero de esos objetivos era el menos importante mientras que el último era el más esencial.

  Kama se refería al disfrute de los placeres del cuerpo; artha se relacionaba con la adquisición de riquezas y recursos materiales; el dharma se ocupaba del cumplimiento de las obligaciones morales y religiosas; el moksha, finalmente, consistía en la liberación de las cadenas de la existencia material y del ciclo interminable de transmigración y reencarnación del alma individual para reintegrarse en la totalidad de la realidad última, que es el Brahman o alma universal.

  En lo referente a la organización social el principio más importante es el del dharma (v), que es un término, en principio, intraducible y que abarca una gran cantidad de manifestaciones y obligaciones diversas.

  Dentro de este conjunto de obligaciones existían algunas que eran generales para todos y otras que variaban según las condiciones sociales en que se encontrase un individuo en particular.

  De esta manera había cuatro etapas diferentes (ashramas) en la vida de un individuo que iban desde su etapa de juventud como estudiante hasta su vejez y retiro del mundo. Cada una de estas etapas imponía diferentes obligaciones a un individuo.

  Pero además de las etapas de la vida había también cuatro grandes clases sociales (varnas) que también imponían diferentes obligaciones a sus miembros. El sistema de las etapas y de las clases se llamaba varnashramadharma, y según la posición de un individuo dentro de sus posibles combinaciones se obtenía su swadharma o dharma personal, que reflejaba las obligaciones morales, religiosas y sociales que atañían a ese individuo en particular.

  De esta manera el rey, al igual que el resto de la gente, estaba sometido a todo un conjunto de obligaciones particulares que constituían el rajadharma, o dharma del rey.

  Las fuentes reconocidas del dharma eran tres: las sruti (es decir, el conocimiento revelado a través de los Vedas), las smrti (es decir, el conocimiento derivado de la tradición) y la sadacara (los usos y costumbres) (vi).

  La vinculación del derecho con estas tres fuentes principales suponía una estricta limitación del poder político, a la vez que permitía una gran flexibilidad y capacidad de adaptación del derecho tradicional de la India.

  Al vincular el dharma con los Vedas y, por lo tanto, con una verdad revelada cuyos principios son eternos e inmutables se elimina la posibilidad de legitimar cualquier tipo de legislación creada por el rey que vaya contra esos mismos principios, a la vez que se sitúa al monarca en una posición subordinada a la de la ley, cuyo carácter es el de verdadero soberano (vii).

  Es por esto que, aunque al rey se le acabó reconociendo su legitimidad para emitir decretos, según la opinión más generalizada éstos no podían ir en contra de las otras fuentes del dharma, por lo que el rey no gozaba de capacidad legislativa propiamente dicha (viii). Esto limitaba de una manera extraordinaria sus áreas de actuación y su influencia. Tal y como dice M. Rama Jois:

  Aunque se aconsejaba a la gente que obedeciese al rey, con el objetivo de mantener una sociedad ordenada, el rey no era libre de hacer lo que quería. Prácticamente no tenía poder para crear leyes, o su poder en este ámbito era muy limitado. Estaba obligado a actuar de acuerdo con el Dharma.(ix)

  La función de exposición e interpretación de los principios del dharma pertenecía a los brahmanes, es decir a la clase sacerdotal, y se manifiesta, fundamentalmente, a través de los dharmasutras y los dharmasastras (diferentes tratados sobre la ley de los cuáles los pertenecientes al primer tipo son los más antiguos).

  Los autores de estos tratados exponen las obligaciones generales que la sociedad debe sancionar para poder desarrollarse en la dirección adecuada de acuerdo con la ley natural que representa el dharma (x).

  Pero debe tenerse muy en cuenta que estos tratados no eran códigos legislativos comparables a los de la legislación estatal moderna. Su propósito no consistía en ofrecer normas legales uniformes para todos sino en proporcionar pautas interpretativas sobre el dharma, que luego podían ser o no relevantes para resolver problemas particulares (xi).

  Los tratados sobre el dharma no estaban pensados para legislar en el día a día. Aunque trataban sobre verdades eternas e inmutables, sus autores eran conscientes de la existencia de cambios históricos en las ideas y en la moral. Por lo tanto, para explicar estos cambios, recurrieron a la idea de los yugas, es decir a las sucesivas Edades en las que transcurre el tiempo histórico de los hombres y que suponen una progresiva degeneración de sus capacidades morales e intelectuales y, por lo tanto, un debilitamiento de su capacidad para reconocer y seguir la ley moral eterna (xii).

  De la misma manera las divergencias entre los diferentes tratados se atribuían al debilitamiento de la inteligencia humana y se resolvían afirmando que tales divergencias eran solo aparentes y que existía una unanimidad subyacente en los mismos.

  La función de descubrir esa unanimidad fue adoptada por los comentaristas de los tratados. Según Robert Lingat el hecho de considerar el conjunto de tratados sobre el dharma como una única ley otorgaba a los comentaristas una gran flexibilidad y abrió la posibilidad de encontrar en toda la galaxia de textos múltiples soluciones a los diversos problemas (xiii).

  Así, el trabajo de modificar las leyes y de adaptarlas a los cambios sociales y culturales fue, fundamentalmente, realizado por los comentaristas de estos tratados. Y, para hacer esto, se apoyaron en la enorme variedad de usos y costumbres existentes en la India.

 

 

(i)Hans-Hermann Hoppe, A Short history of Man. Progress and Decline (Auburn, Alabama: Mises Institute, 2015) p. 106

(ii)Hans-Hermann Hoppe, Democracy: The God that Failed (New Brunswick, New Jersey: Transaction Publishers, 2001) p. xxiii

(iii)Así, Mises decía que: “The East lacked the primordial thing, the idea of freedom from the state. The East never raised the banner of freedom, it never tried to stress the rights of the individual against the power of the rulers. It never called into question the arbitrariness of the despots. And, first of all, it never established the legal framework that would protect the private citizens’ wealth against confiscation on the part of the tyrants.” Ludwig von Mises, “The Idea of Liberty is Western”, in Money, Method and the Market Process. Essays by Ludwig von Mises (Norwell, Mass.: Kluwer Academic Publishers, 1990) p. 311. Rothbard, por su parte, afirmaba que “before the eighteenth century in Western Europe there existed (and still continues to exist outside the West) an identifiable Old Order. Whether the Old Order took the form of feudalism or Oriental despotism, it was marked by tyranny, exploitation, stagnation, fixed caste, and hopelessness and starvation for the bulk of the population.” Murray Rothbard, «Left and Right: The Prospects for Liberty», Left and Right 1, No. 1 (Spring 1965), p. 4. En contra de esta visión, en lo que respecta al pensamiento político de la China Antigua, ver Daniel Carreiro, “The Dao Against the Tyrant: The Limitation of Power in the Political Thought of Ancient China.” Libertarian Papers, 5 (1), 2013, pp. 111-152

(iv)“Man must keep these four aims in mind in all his actions and at all moments of his life. If he neglects one he is certain to fail in the others”; Alain Danielou, Virtue, Success, Pleasure and Liberation: the Four Aims of Life in the Tradition of Ancient India (Rochester, Vermont: Inner Traditions, 1993), p.67

(v)“From dharma issue profit and pleasure; one attains everything by dharma, it is dharma which is the essence and strength of the world.” (Ramayana9.30) Wm. Theodore de Bary (ed.) Sources of Indian Tradition, vol. 1. (New York: Columbia University Press, 1958) p. 210

(vi)Ver Enrico Del’Aquilla, El Dharma en el Derecho Tradicional de la India (Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1994), p.30; A.K. Majumdar, Concise History of Ancient India, vol 2. Political Theory, Administration and Economic Life (New Delhi: Munshiram Manoharlal, 1980) p.114

(vii)“The main point to be remembered is that the Veda, and therefore the dharma, and, for that reason, law, are, for the orthodox Hindu, perfect, complete, eternal, and above all, not to be altered through human intervention”, Ludo Rocher, Studies in Hindu Law and Dharmasastra (London: Anthem Press, 2012), p.47

(viii)Ver K.V. Rangaswami Aiyangar, Rajadharma (Adyar: The Adyar Library, 1941) p.43

(ix)“Though people were advised to be obedient to the king in order to sustain an orderly society, the king was not free to do what he liked. He had practically no power to make law, or his power in this behalf was very limited. He was bound to rule in accordance with Dharma”. Justice M. Rama Jois, Legal and Constitutional History of India: Ancient Legal, Judicial and Constitutional System (New Delhi: Universal Law Publishing, 1984) pp.666-667

(x)Robert Lingat, The Classical Law of India (Berkeley: University of California Press, 1973) p. 44

(xi)Werner Menski, “Hinduism” in Peggy Morgan and Clive A Lawton, eds., Ethical Issues in Six Religious Traditions (Edinburgh: Edinburgh University Press, 2007) p. 39

(xii)Así, según P.V. Kane, “one of the several ways in which the conflict between several smrti texts was got over was to hold some of them as legislating for a bygone age”, Pandurang Vaman Kane, History of Dharmasastra, vol. 3 (Poona: Bhandarkar Oriental Research Institute, 1973) p.885

(xiii)Lingat, The Classical Law of India, pp. 188-189