CARL MENGER . SEGUNDA PARTE

((1840-1921)

 – Por Óscar Rodríguez Carreiro –

 

 

 

  En la primera parte dedicada a la obra de Carl Menger destacamos sus principales contribuciones a la teoría económica desarrolladas en Principios de economía política e Investigaciones sobre el método de las ciencias sociales, especialmente la reflexión sobre el individualismo metodológico que condujo a la creación del método de la praxeología y el completo desarrollo de la explicación subjetiva del valor y de la determinación de los precios con la creación del concepto de la utilidad marginal. En esta segunda parte destacaremos sus contribuciones a la teoría monetaria elaboradas en El origen del dinero.

  En esta obra, Menger se propone explicar el fenómeno económico de la aparición del dinero, es decir, la aparición de ciertas mercancías que se vuelven universalmente aceptadas como medio de intercambio. La pregunta a la que Menger quiere responder es: ¿por qué los hombres están dispuesto a aceptar una mercancía que no necesitan a cambio de los productos que ofrecen en el mercado?[i]

  Como primer paso en su investigación para responder a esa pregunta, Menger señala las limitaciones de la economía de intercambio directo, aquella en la que las personas intentan obtener directamente, a través del trueque, los bienes que necesitan. En este tipo de economía, para que un individuo pueda intercambiar los productos que posee por aquellos que quiere, tiene que producirse la feliz circunstancia de que encuentre a otra persona que tenga exactamente los productos que él quiere y desee los productos que él ofrece. Existen, además, otras dificultades de la economía de trueque, como cuando la oferta y la demanda no coinciden cuantitativamente, cuando se quiere intercambiar una mercancía indivisible por una variedad de bienes en posesión de diferentes personas o cuando el intercambio se refiere a mercancías demandadas en diferentes momentos y ofertadas por distintas personas. Estas dificultades y limitaciones de la economía de intercambio directo habrían supuesto un obstáculo insuperable para el desarrollo del comercio y la producción de no existir una solución ofrecida por el distinto grado de facilidad de intercambio de las mercancías.

  Según Menger, el concepto de la facilidad de intercambio de las mercancías (lo que actualmente se conoce como “liquidez”) es esencial para poder construir una teoría del dinero. Menger señala que en un mercado concreto no todos los bienes presentan la misma liquidez. Existen bienes o mercancías más o menos vendibles de acuerdo con la mayor o menor facilidad con las que podemos desprendernos de ellas en cualquier momento a los actuales precios de compra. Hay mercancías que se pueden vender a precios económicos en cualquier momento y otras que requieren un gran tiempo de espera. Hay mercancías que se pueden vender en prácticamente cualquier cantidad mientras que otras solo se pueden vender a precios económicos en pequeñas cantidades.

 

  Si quiere desprenderse de maíz o algodón en un mercado organizado, el vendedor estará en posición de hacerlo en prácticamente cualquier cantidad, en el momento que desee, al precio actual, o como mucho con la pérdida de unos pocos centavos de la suma total. Si es una cuestión de desprenderse de grandes cantidades de ropa o tejidos de seda, el vendedor normalmente tendrá que aceptar un considerable porcentaje de reducción en el precio. Mucho peor es el caso de alguien que en un momento determinado quiere desprenderse de instrumentos astronómicos, especímenes anatómicos, escritos en sánscrito y otras tales mercancías difícilmente vendibles.[ii]

 

  Según Menger, el grado de liquidez de una mercancía en un mercado concreto en un momento definido depende de una serie de factores: 1) la cantidad de personas que desean esa mercancía y la intensidad de ese deseo; 2) el poder adquisitivo de esas personas; 3) la cantidad disponible de la mercancía en relación con la demanda total todavía insatisfecha; 4) la divisibilidad de la mercancía; 5) el desarrollo del mercado, en especial de la especulación; y 6) el número y naturaleza de las limitaciones sociales y políticas impuestas al consumo de la mercancía en cuestión.[iii]

  Asimismo, la liquidez de las mercancías también se ve afectada por limitaciones espaciales y temporales. Los límites espaciales están condicionados por elementos como la posibilidad de transporte de las mercancías, los costes de transporte, el grado de desarrollo de los sistemas de transporte para diferentes categorías de bienes y las diferencias en las restricciones impuestas al comercio. Los límites temporales están condicionados por elementos como el grado de fluctuación de la demanda de los bienes, su durabilidad, el coste de almacenaje y preservación, el tipo de interés, las restricciones impuestas al comercio en distintos periodos de tiempo, etc. Todas estas circunstancias “explican por qué es posible desprenderse de ciertas mercancías con facilidad y seguridad en mercados concretos, es decir, dentro de límites temporales y locales, en cualquier momento y prácticamente en cualquier cantidad, a precios que corresponden a la situación económica general”.[iv]

  Según Menger, el origen del dinero se encuentra en el diferente grado de liquidez de las distintas mercancías. El dinero apareció de forma natural a partir de la economía directa gracias al hecho de que en los centros de intercambio siempre ha existido una mayor y más constante demanda de ciertas mercancías. En esta situación, las personas que llevan al mercado las mercancías más fácilmente vendibles se encuentran en una posición favorable para realizar transacciones a precios económicos con mayor seguridad y rapidez. Esto incentiva a las personas que no llevan al mercado mercancías fácilmente vendibles a intentar adquirirlas.

 

En estas circunstancias, cuando alguien acude al mercado con bienes no altamente vendibles, la principal idea que tiene en mente es intercambiarlos no solo por aquellos bienes que necesite sino […] también por otros bienes que, aunque no los desea personalmente, son, sin embargo, más vendibles que los suyos.[v]

 

  Si una persona de esta sociedad, que posee una mercancía concreta, digamos patatas, quiere intercambiarla por una mercancía concreta, digamos zapatos, tiene que encontrar a una persona que posea zapatos y que quiera intercambiarlos por patatas. Es decir, se tiene que producir una doble coincidencia de intereses que puede resultar difícil si su mercancía no es altamente vendible. En cambio, si está dispuesto a intercambiar las patatas por otra mercancía que no desee directamente, pero que tenga una demanda general y que sea fácilmente vendible, la posesión de dicha mercancía le facilitará la búsqueda de personas que tengan el producto que desea sin tener que encontrar a una que, específicamente, quiera patatas.

 

  Por el sinuoso camino de un intercambio indirecto ha obtenido la posibilidad de cumplir su propósito de manera más segura y económica que si se hubiera limitado al intercambio directo.[vi]

 

  Así fue como apareció el dinero, como una mercancía valorada ampliamente y que se convirtió en el medio general aceptado de intercambio. Las mercancías que eran mejores candidatas para convertirse en medio general de intercambio debían tener un alto rango de facilidad de venta, tanto en distintos periodos de tiempo como en diferentes localizaciones. De entre las mercancías apropiadas se preferiría aquellas muy valoradas, de demanda amplia y continua, que fueran duraderas y fáciles de transportar y almacenar. Estas características asegurarían la capacidad de compra a lo largo del tiempo y del espacio sobre todos los bienes de mercado a precios económicos. Cuando una mercancía de este tipo era aceptada generalmente como medio de intercambio se convertía en “dinero”.

  A la larga, los metales preciosos se convirtieron en la mercancía más comúnmente utilizada como medio general de intercambio. Menger señala una serie de razones que explican este desarrollo histórico: 1) los metales preciosos son muy apreciados y tienen una gran demanda; 2) están bien distribuidos geográficamente y, en comparación con los otros metales, son fáciles de extraer y de trabajar; 3) son escasos en relación con los requerimientos totales; 4) son fácilmente divisibles; 5) tienen bajos costes de transporte; 6) tienen gran durabilidad; 7) tienen bajos costes de almacenaje; 8) su ratio de intercambio por otras mercancías está sometido a menores fluctuaciones que las que existen entre el resto de los bienes; 8) su homogeneidad y consecuente facilidad con la que pueden servir como res fungibiles en relaciones de obligación llevaron a formas de contrato que facilitaron el comercio;[vii] 9) su peso y calidad es fácil de controlar.[viii]

  Al principio sólo un número limitado de personas, aquellas con mayor talento económico, se darían cuenta de las ventajas del intercambio indirecto por los metales preciosos.

 

Bajo tales circunstancias, se convirtió en la idea principal en la mente de los comerciantes más habilidosos […] que el stock de bienes destinados al intercambio por otros bienes debía expresarse primero en metales preciosos.[ix]

 

  Sin embargo, las ventajas económicas que estos individuos obtenían gracias a este modo de proceder condujeron a que fueran imitados por el resto, con lo que el uso de metales preciosos como medio de intercambio se generalizó. De este modo, la aparición del dinero fue “el resultado espontáneo, la consecuencia no premeditada, de esfuerzos individuales particulares de los miembros de una sociedad” y se produjo “sin convención, sin compulsión legal, incluso sin preocupaciones por el interés común”, requiriendo únicamente el conocimiento de cada hombre de sus intereses individuales.[x]

 

  Conclusiones.

  Gracias a la teoría de Menger, podemos entender el origen del dinero y la relevancia que su aparición tuvo en la promoción del bienestar humano como una creación espontánea que facilita los intercambios y promueve el comercio y la producción. El dinero “en su origen es una institución social, no estatal”.[xi]

  Según Douglas French, el trabajo de Menger puso las bases sobre las que se levanta la teoría monetaria de la escuela austriaca y constituye el precedente de los trabajos sobre el mismo tema que realizaron otros insignes autores como Mises, Hayek o Rothbard.[xii]

 

 

[i] Carl Menger, On the Origins of Money (Auburn: Mises Institute, 2009), pp. 11-12.

[ii] Menger, On the Origins of Money, p. 25.

[iii] Menger, On the Origins of Money, p. 29.

[iv] Menger, On the Origins of Money, p. 33.

[v] Menger, On the Origins of Money, p. 34.

[vi] Menger, On the Origins of Money, p. 34.

[vii] Son fungibles aquellas cosas sustituibles por otras del mismo género en la misma cantidad. Desde el punto de vista comercial lo que realmente importa de estas cosas es su cantidad, siendo de poco valor la individualidad de las mismas.

[viii] Menger, On the Origins of Money, pp. 46-47.

[ix] Menger, On the Origins of Money, p. 48.

[x] Menger, On the Origins of Money, pp. 34-38.

[xi] Menger, On the Origins of Money, p. 51.

[xii] Douglas French, “Foreword”, pp. 7-10 en Carl Menger, On the Origins of Money (Auburn: Mises Institute, 2009).

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