Vida.

  Carl Menger nació en 1840 en la ciudad de Nowy Sącz, en la región de Galitzia, perteneciente en la actualidad a Polonia pero en aquel momento parte del Imperio Austrohúngaro. Su padre era un abogado que pertenecía a una familia de funcionarios públicos y oficiales del ejército y su madre venía de una familia de comerciantes bohemios. Aunque Menger tenía título nobiliario (von Wolfesgrün), decidió no utilizarlo, al igual que sus hermanos. Éstos eran Anton, que fue un importante autor socialista y profesor de Derecho en la Universidad de Viena, y Max, abogado y diputado en el parlamento austriaco.

  Menger estudió derecho en las universidades de Praga y de Viena de 1859 a 1863 y terminó su doctorado en jurisprudencia en la universidad Jagiellonia en Cracovia en 1867. Trabajó como periodista, primero en la Lemberger Zeitung en Lwów, Ucrania, luego en la Wiener Zeitung en Viena, donde ejerció de analista de mercado, y finalmente en un puesto oficial en el departamento de prensa del gabinete austriaco.

  En 1872 entró como profesor en la facultad de Derecho de Viena, donde dio clases de finanzas y economía política.

  En 1876 fue designado como uno de los tutores del príncipe heredero de la corona austriaca, Rudolph von Hapsburg, a quien dio clases durante los dos años siguientes mientras le acompañaba en sus viajes a lo largo de Europa.

  A su regreso, el emperador Francisco José le nombró catedrático de Economía Política de la facultad de Derecho de Viena, donde dio clases hasta su retirada del mundo universitario en 1903. Menger continuó su investigación académica hasta su muerte en 1921.

 

  Obra.

  En esta primera parte dedicada a la obra de Carl Menger destacaremos dos de sus principales contribuciones a la teoría económica desarrolladas en libros como Principios de economía política (publicada originalmente en 1871) e Investigaciones sobre el método de las ciencias sociales (publicada originalmente en 1883): estas dos contribuciones son, en primer lugar, la reflexión sobre el individualismo metodológico que condujo a la creación del método de la praxeología y, en segundo lugar, el completo desarrollo de la explicación subjetiva del valor y de la determinación de los precios con la creación del concepto de la utilidad marginal.               

  En cuanto a sus reflexiones metodológicas, Menger creía que la economía podía y debía ser más que la mera observación y recopilación de datos y que era posible hacer proposiciones generales sobre las leyes económicas que operan con independencia de tiempo y lugar. El propósito de las ciencias teóricas era lograr un entendimiento del mundo real que va más allá de la mera experiencia. Gracias a las ciencias teóricas 

Obtenemos un conocimiento de los fenómenos que se extiende más allá de la experiencia inmediata al llegar a conclusiones, en casos concretos, partiendo de ciertos hechos observados sobre otros hechos no inmediatamente percibidos.[i]

 

  Además, Menger fue un defensor del individualismo metodológico como el método apropiado para el estudio de la economía y las ciencias sociales. En las notas que escribió cuando preparaba los Principios de economía se dice: “El hombre mismo es el principio y el fin de toda economía”.[ii] Según Menger, la tarea de la ciencia teórica es la de reducir los fenómenos estudiados a sus elementos más simples e investigar como dichos fenómenos se forman a través de estos elementos de acuerdo con leyes.

 

  Reducimos los fenómenos humanos a sus factores constitutivos más originales y simples. Unimos a estos últimos la medida correspondiente a su naturaleza, y finalmente intentamos investigar las leyes por las cuales se forman los fenómenos humanos más complejos a partir de esos elementos más simples.[iii]

 

  La unidad más simple en la economía es la “economía individual”, entendida como la actividad de los seres humanos dirigida a la satisfacción de las necesidades materiales. Conceptos colectivos como el de la “economía nacional” sólo resultaban inteligibles a partir de las innumerables acciones económicas de una multitud de individuos. Por ello, para poder entender correctamente la ficción de la “economía nacional”, había que dividirla en sus verdaderos componentes, los individuos.[iv]

  Menger comenzó su investigación preguntándose por el objeto de la economía que, en su opinión, era el intento de los seres humanos individuales por satisfacer sus necesidades. Según Hülsmann

 

Esto ponía a Menger en posición para considerar los intercambios de mercado y los precios como macro-fenómenos y para explicar cómo están causados por “elementos de la economía humana” atomísticos pero verificables, situados en un microcosmos económico de necesidades individuales.[v]

                 

  Las reflexiones metodológicas de Menger, uno de cuyos puntos principales es el individualismo metodológico, constituyen el fundamento de la praxeología, el método característico de la escuela austriaca de economía.

  Del individualismo metodológico surgía orgánicamente la consideración del valor como un fenómeno subjetivo. Para Menger, el valor económico sólo aparece cuando los seres humanos se dan cuenta de que hay ciertos objetos que sirven para satisfacer sus necesidades y, por lo tanto, el valor tiene únicamente un carácter subjetivo.

 

Así pues, el valor no es inherente a los bienes, ni una propiedad suya, ni una cosa independiente en sí misma. Es un juicio que los hombres economizadores realizan sobre la importancia de los bienes a su disposición para el mantenimiento de sus vidas y su bienestar. Por tanto, el valor no existe fuera de la conciencia de los hombres.[vi]

 

  Menger diferencia los distintos tipos de bienes económicos. Así, llama “bienes del primer orden” a aquellos que satisfacen las necesidades de forma directa. Sin embargo, en la economía se encuentran un gran número de cosas que no tienen una conexión causal directa con la satisfacción de necesidades y que, aun así, siguen considerándose bienes económicos. Esto se debe al hecho de que dichas cosas sirven para producir bienes del primer orden, de forma que se pueden poner en una cadena causal indirecta con la satisfacción de las necesidades. Los bienes que no son del primer orden pero que se encuentran más cercanos a ellos, serán “bienes de segundo orden”. Los siguientes, “bienes de tercer orden”, y así sucesivamente, alejándose más según la relación causal para la satisfacción de una necesidad sea más indirecta.

  Para remarcar el carácter subjetivo de los bienes económicos, Menger insiste en que el orden de un bien no es algo inherente a él ni una propiedad suya. Al indicar el orden de un bien lo único que se hace es señalar que este bien, en un uso particular, tiene una relación causal más cercana o más distante con la satisfacción de una necesidad humana.[vii]

  Además de cumplir la satisfacción de una necesidad existe otra característica necesaria para determinar la existencia de un bien económico: que los requerimientos de dicho bien sean mayores que su cantidad.[viii] El aire, por ejemplo, no puede ser considerado un bien económico porque su cantidad excede los requerimientos de la gente, de forma que no tiene que ser economizado, es decir, no tiene que ser considerado dentro del proceso causal de producción. Sólo en un lugar donde los requerimientos excedieran a la cantidad de aire (una estación espacial, por ejemplo) éste podría ser considerado como un bien económico. El carácter económico o no de los bienes no es algo inherente a ellos sino que depende de la relación entre los requerimientos y la cantidad disponible.

  Según Menger, inicialmente el hombre experimenta la necesidad de bienes de primer orden (bienes de consumo) y hace de aquellos cuya cantidad disponible es más pequeña que sus requerimientos los objetos de su vida económica, mientras los otros no entran en esta esfera. Más tarde, los hombres, por medio de la experiencia, adquieren mayor conocimiento de las conexiones causales entre las cosas y aprenden a usar bienes de segundo, tercer y más altos órdenes. Con algunos de estos bienes los hombres se encuentran con que están disponibles en cantidades que exceden sus requerimientos mientras que otros no. Por ello, dividen también estos bienes en dos grupos, aquellos que están dentro de su esfera económica y aquellos que no. Este es el origen del carácter económico de los bienes de órdenes más altos. Según Menger, la riqueza podría definirse como

 

La suma de los bienes que controla un individuo economizador, las cantidades de los cuales son más pequeñas que sus requerimientos.[ix]

 

  Los bienes de primer orden tienen valor porque la gente sabe que necesita una cierta cantidad de esos bienes para satisfacer necesidades e imputan el valor concedido a la satisfacción de esas necesidades a dichos bienes. Los bienes de órdenes más altos tienen, a través del proceso de producción, una relación causal indirecta con la satisfacción de necesidades. Así, el valor de una cierta cantidad de los bienes de primer orden se imputa a los bienes de segundo orden empleados en su producción, ya que son un elemento necesario aunque indirecto para la creación de los bienes de primer orden. Del mismo modo, el valor de los bienes de tercer orden se imputa del valor de la cantidad de bienes de segundo orden que contribuyen a producir, y así sucesivamente. Así pues, el valor de todos los bienes de producción proviene en última instancia de la capacidad de satisfacción de necesidades de los bienes de primer orden.

  El carácter subjetivo del valor permitió a Menger superar la teoría de los precios de los economistas clásicos como Adam Smith o David Ricardo. Éstos habían desarrollado una teoría objetivista de los precios en la que se afirmaba que el precio a largo plazo de todos los bienes dependía esencialmente de los costes de producción, especialmente del coste del trabajo. Para los economistas clásicos el valor de un producto, en última instancia, era una característica intrínseca de dicho producto. Sin embargo, Menger había descubierto que el valor de los bienes de órdenes más altos depende del valor de los bienes de órdenes más bajo que aquellos contribuyen a producir. Por tanto, queda claro que los costes no pueden determinar los precios de los bienes de primer orden. Los costes de producción no son sino la suma de los precios pagados por distintos bienes de órdenes más altos. Estos precios están determinados por los precios de los bienes de los órdenes más bajos. Los costes no determinan los precios de los bienes de primer orden, sino que los precios de los bienes de primer orden determinan los costes. Además, Menger señaló que la teoría de los costes no podía explicar la determinación de los precios de la Tierra y el Trabajo, que no tienen costes de producción. La teoría subjetiva, en cambio, sí podía. Su precio deriva del valor de los bienes de primer orden que ayudan a producir o, si son ellos mismo bienes del primer orden, del valor concedido a las necesidades que ayudan a satisfacer.[x]

  Menger completó definitivamente la teoría subjetiva del valor con el desarrollo del concepto de la utilidad marginal, que permitía superar la conocida “paradoja del valor”, que se puede expresar en la pregunta: ¿por qué el agua vale menos que los diamantes si el agua satisface una necesidad más importante? Menger se dio cuenta de que los hombres no valoran los bienes según clases abstractas (“pan” o “diamantes”) sino en términos de unidades específicas disponibles de esos bienes y las necesidades que estas unidades pueden satisfacer. La necesidad menos importante que se satisface con el suministro disponible es la que concede valor a cada unidad de un bien. Ya que el agua es muy abundante hay suficientes unidades para satisfacer no sólo la necesidad más altamente valorada (beber) sino para satisfacer otras necesidades a la que los hombres conceden menos valor. En cambio, los diamantes son tan escasos que sólo pueden servir para satisfacer la necesidad más importante y por eso son tan caros.[xi]

  La gente valora los bienes en el margen. Si un individuo tiene un suministro determinado de bienes y tiene que desprenderse de uno, la utilidad que dejará de satisfacer con ese menor suministro es la “utilidad marginal del bien”. Esta será la utilidad con la que se valore a cada unidad específica y homogénea de ese bien. Esa unidad de la que el individuo tendría que desprenderse es la unidad que está en el margen, por lo que se le llama la “unidad marginal”. El objetivo a cumplir que se encuentra más bajo en la escala de valores del individuo sería la satisfacción provista por la “unidad marginal”, por tanto, la “utilidad marginal”. Esa utilidad marginal se corresponde con el fin al que el actor tendría que renunciar si su stock de un bien se redujera en una unidad.

  Menger utilizó el análisis marginal para demostrar a través de distintos experimentos mentales cómo se determinaban los precios de todos los productos.

 

  Conclusiones.

  La defensa del individualismo metodológico como el método de la economía y el perfeccionamiento de la teoría subjetiva del valor con el desarrollo del concepto de la utilidad marginal convierten a Carl Menger tanto en uno de los economistas más importantes de la historia como en el padre de la llamada “Escuela Austriaca de economía”. Según Friedrich Hayek las ideas fundamentales de la Escuela Austriaca pertenecen a Menger.

 

Lo que es común a los miembros de la escuela austriaca, lo que constituye su peculiaridad y brindó los fundamentos para sus contribuciones posteriores, es su aceptación de la enseñanza de Carl Menger.[xii]

 

  Del mismo modo, Joseph Salerno ha afirmado que Menger es “el único y verdadero fundador de la escuela austriaca de economía propiamente dicha. Merece este título, entre otras razones, porque creó el sistema de la teoría del valor y el precio que constituye el núcleo de la teoría económica austriaca. Pero Menger hizo más: también originó y aplicó consistentemente el correcto método praxeológico para desarrollar la investigación teórica en economía. Así, tanto en método como en el núcleo teórico, la economía austriaca es y siempre será economía mengeriana”.

[i] Carl Menger, Investigations Into the Method of the Social Sciences with Special Reference to Economics (Nueva York y Londres: New York University Press, 1985), p. 56.

[ii] Joseph T. Salerno, “Biography of Carl Menger: The Founder of the Austrian School (1840-1921)” (16-08-200), disponible en https://mises.org/library/biography-carl-menger-founder-austrian-school-1840-1921

[iii] Menger, Investigations Into the Method of the Social Sciences, p. 62.

[iv] Hüseyin Özel, “Methodological Individualism in Carl Menger: an Evaluation”, İktisadi ve İdari Bilimler Fakültesi Dergisi, 16, 1-2 (1998): 54-55.

[v] Jörg Guido Hülsmann, Mises. The Last Knight of Liberalism (Auburn: Mises Institute, 2007), p. 106.

[vi] Carl Menger, Principles of Economics (Auburn: Mises Institute, 2007), pp. 120-121.

[vii] Menger, Principles of Economics, pp. 56-57.

[viii] Menger, Principles of Economics, p. 101.

[ix] Menger, Principles of Economics, p. 107.

[x] Ver Salerno, “Biography of Carl Menger”.

[xi] Menger, Principles of Economics, p. 140.

[xii] Friedrich Hayek, “Carl Menger”, pp. 11-36 en Carl Menger, Principles of Economics (Auburn: Mises Institute, 2007), p. 12.